COREA DEL NORTE: Se aproximan los meses más duros de hambruna

Un embarque de 5.100 toneladas de arroz y maíz se dirige desde la ciudad vietnamita de Ho Chi Minh hacia la hambrienta Corea del Norte como respuesta a un desesperado pedido internacional de asistencia alimentaria.

El viceprimer ministro de Corea del Norte, Kong Jin Tae, visitó Hanoi esta semana. Las necesidades de Pyongyang llegaron a tal punto que el funcionario negocia incluso la adquisición de arroz partido, que no es empleado, por lo general, como alimento humano.

Un funcionario norcoreano informó a un equipo de Naciones Unidas que el problema es, ahora, de cantidad y no de calidad.

Las graves inundaciones registradas en 1995 y 1996 afectaron a 145 de los 209 condados de Corea del Norte y dejó medio millón de personas sin techo en una población total de 23 millones. La zona agrícola del norte, considerada el granero del país, resultó devastada.

El período que transcurrirá entre este mes y julio, época de cosechas, será el más duro. El riesgo de hambruna masiva es real, según funcionarios humanitarios.

La organización humanitaria católica Caritas administró el embarque desde Vietnam, por el cual donantes internacionales pagaron 1,2 millones de dólares. Se prevé su llegada a Corea del Norte el día 19.

Se trata de la primera respuesta al llamado efectuado la semana pasada por el Programa Mundial de Alimentación de Naciones Unidas (WFP), a pedido de Pyongyang. Antes, a comienzos de mes, la Cruz Roja de Corea había enviado un millón de dólares en alimento y semillas vegetales.

Este embarque de granos fue posible porque Corea del Sur, enemiga acérrima de su vecina del norte, levantó el 31 de marzo una prohibición de envíos de asistencia que pesaba sobre las organizaciones privadas para evitar que el alimento fuera desviado a los cuarteles norcoreanos.

Pyongyang pidió a los donantes dos millones de toneladas de granos. El WFP afirma que el país necesita alrededor de 126 millones de dólares en asistencia para impedir una gran catástrofe.

"Su necesidad de asistencia alimentaria es tan grande que lo único que sabemos es que no podremos satisfacerla. Las raciones se recortan día tras día", dijo Kaethi Zellweger, directora de cooperación internacional de Caritas, quien viajó nueve veces a Corea del Norte en los últimos dos años.

Las raciones son de menos de 450 gramos de arroz diarios. Eso constituye alrededor de 1.500 calorías, una cantidad inadecuada para agricultores o obreros que realizan trabajo pesado.

Japón y Corea del Sur afirmaron que varios miles de personas han muerto de hambre desde septiembre, pero funcionarios internacionales no confirmaron estas versiones.

El gobierno de Corea del Norte movilizó a la población para reconstruir las represas con el fin de impedir nuevas inundaciones, pero es difícil trabajar con el estómago vacío.

"La energía es realmente baja. Debieron apelar a la recolección de plantas silvestres y raíces y al cultivo de verduras donde antes hubo flores", explicó Zellweger. Algunos deben comer cortezas de árbol para sobrevivir, según otras versiones que circulan en Seúl.

"Todos deben ajustarse el cinturón. Las granjas colectivas no pueden mantener en los depósitos lo que necesitan para alimentar a sus propios trabajadores", agregó.

Otras agencias informaron que las raciones más abundantes para aquéllos que desempeñan labores pesadas fueron reducidas, así como las destinadas a los militares.

Las necesidades de la población son tan serias que Pyongyang no puede darse el lujo de desviar las donaciones internacionales a sus soldados, privilegiados dentro del régimen comunista. "Saben que la asistencia alimentaria se suspendería si hacen un mal uso de ella", dijo Zellweger.

Todos están involucrados en lo que la funcionaria denominó "privación colectiva".

"Todos, tanto niños como adultos, están cada vez más flacos. Pero los niños están mejor, porque los padres los alimentan primero a ellos y comen el resto. Los viejos y enfermos son los que tienen el mayor problema", afirmó.

Muchos niños en guarderías mostraban el mes pasado signos de desnutrición, según la directora ejecutiva del WFP, Catherine Bertini, quien visitó Corea del Norte en esas fechas. A algunos se les veía los huesos, el vientre hinchado y el pelo naranja.

"No sabemos cuánto alimento reciben ahora los niños en las escuelas. Una maestra nos aseguró que sus alumnos habían almorzado, pero nuestros nutricionistas sostuvieron que ese día no se había cocinado allí", dijo Bertini en Seúl.

"Para los norcoreanos es embarazoso recibirnos en sus hogares y ver cómo advertimos que no tienen casi nada en sus alacenas", manifestó Zellweger. No obstante, la disciplina de la población permite un buen funcionamiento al sistema de distribución, dijo.

De todos modos, los funcionarios internacionales no tienen un panorama preciso de la situación. Zellweger atribuyó al "orgullo" de los norcoreanos su "gran dificultad a admitir que tienen problemas". (FIN/IPS/tra-en/ys/js/mj/ip dv/97

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