Hasta que el presidente Alberto Fujimori no comunicó el viernes que Perú abandonaba el Pacto Andino, los círculos politicos y empresariales de Lima suponían que los acuerdos adoptados por los otros países del bloque originarían sólo un nuevo episodio de renegociaciones.
Perú sale de la Comunidad Andina por discrepancias con el esquema arancelario para las importaciones procedentes de terceros países adoptado por el bloque y al que Lima calificó de "proteccionista" y por tanto inadecuado para promover el desarrollo competitivo de su industria.
El bloque adoptó en 1992 un Arancel Externo Común de cuatro niveles (5, 10, 15 y 20 por ciento), en tanto que Perú propone un arancel "flat" (de nivel único) aunque hasta ahora mantuvo uno de dos niveles: 15 y 25 por ciento.
Esa discrepancia marginó a Perú de la zona de libre comercio andina, iniciada en febrero de 1993, y lo mantuvo desde entonces con "un pie afuera", mientras se negociaban plazos sucesivos para ganar tiempo.
Pero los plazos y los tiempos se agotaron, y desde Caracas y Bogotá llegaron claras señales de fatiga por la situación y una advertencia para asumir una decisión.
Aprovechando la ceremonia de clausura de un acto académico en el Colegio de Economistas, Fujimori despejó el misterio de la futura actitud de su país al expresar que "Perú ha tomado la decisión de no continuar su participación en las condiciones planteadas por los demás miembros del Grupo Andino".
En consecuencia, el presidente peruano no asistirá a la cumbre andina, que se realizará este mes en Bolivia, a la que podría haber concurrido si hubiera enviado un mensaje manifestando su voluntad de modificar sus orientaciones.
Pero ese mensaje prometiendo nuevamente hacer esfuerzos de homogenización arancelaria no se produjo esta vez y, por el contrario, Fujimori adoptó el aire de irse por su voluntad, sin mencionar en su discurso el ultimátum recibido días antes.
Según quien cuente la historia, en el futuro se dirá que Perú fue echado del proceso subregional por su intransigencia en aceptar un acuerdo arancelario conjunto o que se retiró por disprepancias políticas con el modelo de desarrollo económico predominante en el bloque.
Los observadores memoriosos recuerdan un episodio parecido, el protagonizado por Chile en octubre de 1976, cuando el miembro más austral del bloque consideró insorportable el esquema de desarrollo basado en la sustitución de importaciones bajo una economía casi centralmente planificada.
Como era de hecho previsible, en su exposición ante los economistas y empresarios, al referirse a una inmediata reducción arancelaria, Fujimori mencionó a su númem inspirador, Chile, al senalar que las nuevas tasas tienen un promedio de 13 por ciento, cercano al 11 por ciento chileno.
Ha sido comentado con frecuencia que el gobierno de Fujimori considera al proceso chileno como un ejemplo a imitar, e inclusive el inspirador de ese modelo, Hernan Bucchi, fue invitado a exponerlo por el ex ministro de Economía Carlos Bolona, y en territorio peruano están posiblemente las mayores inversiones chilenas en la región.
Chile se fue (o lo echaron) del Grupo Andino después que su gobierno violó deliberadamente uno de los acuerdos mas importantes: la Decisión 24, referente a inversiones extranjeras.
Pero en realidad esa infracción era resultado de una discrepancia de carácter doctrinario, pues Chile rompió con el esquema de sustitución de importaciones y la distribución de inversiones industriales que se proponía efectuar el Grupo para asumir un modelo de desarrollo abierto en la economía de mercado.
Según ha reiterado con frecuencia Fujimori, a Chile le fue bien al romper la camisa de fuerza andina y el bloque subregional haría bien en organizar su desarrollo en base a los parámetros liberales chilenos.
Tal como ocurrió en su momento con Chjile, debajo de la discrepancia arancelaria entre Perú y el Grupo Andino hay diferencias políticas fundamentales sobre cómo encarar el desarrollo económico y la promoción del empleo en el marco de una economía mundial cada vez más interconectada.
La decisión de Fujimori de no aceptar adecuarse con el modelo andino de desarrollo provocará un debate interno en este país, que se puso de manifiesto casi inmediatemente después que el presidente abandonó la sede del Colegio de Economistas.
El presidente de la Sociedad Nacional de Industrias, Eduardo Farah, dijo que su gremio apoyará la decision del gobierno de salir de la Comunidad Andina, aunque admitió que la reducción de aranceles anunciada por el jefe de Estado afectará a las pequeña industria y acentuará el desempleo.
Por su parte, Juan Enrique Pendavis, presidente de la Asociación de Exportadores, declaró que su sector no está de acuerdo en que Perú salga del bloque, "ámbito geográfico que es el mercado natural de este país y debe ser reconocido como tal en su política de desarrollo".
Farah y Pendavi se mostraron pesismistas respecto de la posibilidad de que los acuerdos bilaterales que Perú ha suscrito en los últimos años con los otros cuatro países andinos ituyan eficientemente las posibilidad de encarar el desarrollo que podria aportar un esquema de crecimiento dentro del Grupo Andino.
"No creo que ningún inversionista se arriesgue a invertir en Perú en base a mercados que se deben renegociar todos los años", comentó Pendavis. (FIN/IPS/al/dg/if-ip/97