Los habitantes de China pensaban que el sida era un mal que afectaba solo a los extranjeros, pero los funcionarios a cargo de la salud pública admiten que el país ya sufre el mal como una epidemia.
El virus de inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se detecta por lo general en zonas urbanas, costeras y fronterizas, pero las autoridades informaron que ya se han registrado casos en el interior del país.
"China está sufriendo ahora una epidemia de VIH y sida", dijo el ministro de Salud Pública, Chen Minzhang, frente a funcionarios y médicos reunidos este mes en ocasión del Día Mundial de la Salud.
A fines de octubre de 1996, las autoridades habían detectado 5.157 casos de VIH, 133 de los cuales ya habían desarrollado el síndrome.
Pero el número de casos registrados no es un reflejo fiel de la situación tal como es. Las propias autoridades alertaron que la cantidad de casos de VIH es, en realidad, 100.000.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó de forma conservadora que la prevalencia del VIH en la población de 15 a 49 años es de 0,007 por ciento de la población china. Aunque mucho menor que el de Tailandia, Camboya o India, el porcentaje representa, en el país más poblado del mundo, 50.000 portadores.
El primer caso de VIH fue detectado en 1985, en la provincia costera de Zhejiang. Entonces, los chinos creían casi con unanimidad que el mal se limitaba a las fronteras, las costas y las grandes ciudades. Se pensaba que el interior del país no resultaría afectado.
El médico a cargo del hospital de un pequeño poblado admitió que no dio crédito a sus ojos cuando un examen de VIH daba resultado positivo en su presencia por primera vez, en enero de 1995.
"El sida era una enfermedad de extrajeros. Aunque apareció en China, era detectado esporádicamente en las grandes ciudades, en las provincias de la costa y en la frontera. ¿Pero cómo pudo aparecer el virus en nuestro pequeño pueblo?", se preguntó el médico.
Los expertos estimaron hace dos años que la incidencia del VIH en China crecía más de 20 por ciento anual.
Los funcionarios alertan que se desatará una epidemia sin ningún control de VIH y sida si no se toman medidas de inmediato. Chen informó que los casos detectados en 1996 fueron 69 por ciento más que los de 1995.
Además de su costo en vidas, una epidemia de este tipo tendrá en el 2000 un costo de 2.000 millones de dólares por año en cuidado de la salud y trabajo perdido.
Aun así, el público continúa sin advertir las dimensiones de la epidemia. Una encuesta reveló que más de 50 por ciento de los chinos consideran que la situación no es demasiado seria.
La cuarta parte de los entrevistados en otro estudio en las grandes ciudades de Beijing, Shanghai, Guangzhou y Wuhan sabían poco o nada sobre el sida. Dos por ciento nunca habían escuchado hablar sobre el síndrome.
Alrededor de la tercera parte echó la culpa del mal a la degeneración moral y uno de cada cien consideró que se trataba de un castigo divino a la humanidad.
Otro informe, patrocinado por el Banco Mundial, señaló que uno de cada cinco adultos no desea que sus hijos sepan nada sobre sida o enfermedades de transmisión sexual, lo que los expertos atribuyen a los tabús del confucianismo y las tradiciones.
Apenas 10 por ciento de los encuestados tenía una idea cabal sobre el modo de transmisión del VIH.
El sistema de bancos de sangre es otra fuente de temores. Sesenta por ciento de los donantes lo hacen por una paga de entre 120 y 140 dólares y unas largas vacaciones.
Pero el año pasado se detectó VIH en los productos derivados de la sangre producidos en una dependencia militar en la provincia de Hubei, lo que dejó en evidencia que la compra de sangre no era un método seguro.
"Algunos donantes de sangre solo quieren dinero y no se preocupan si tienen anemia, hepatitis o sida", dijo Sun Baiquiu, vicepresidente de la Sociedad de la Cruz Roja. El organismo lanzó una campaña de promoción de las donaciones gratuitas que deberá vencer prejuicios difundidos en toda la población.
Las creencias tradicionales postulan la integridad del cuerpo humano y concluyen que las donaciones de sangre son dañinas para la salud. Pero en una era de rápido crecimiento económico en la que manda el dinero lo que era inconcebible gratis se puede hacer por una paga. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/mj/he/97