CANADA: El comercio justo comienza con una taza de café

Activistas de Canadá afirman que el mercado favorecerá naturalmente a los productos fabricados con respeto al ambiente y los derechos de los trabajadores, y para ello establecen programas que certifican esas prácticas.

Los programas de certificación voluntaria, en los que participan empresarios y organizaciones no gubernamentales, es más eficaz que las sanciones comerciales que los gobiernos se resisten a aplicar en nombre del libre mercado, según los activistas.

El simple pedido de una taza de café se convirtió en un acto complejo en Canadá.

Un explosivo crecimiento de la cantidad de bares que ofrecen capuccinos, espressos, cafés cortados con leche o por goteo, con una cantidad abrumadora de sabores, le ha dado a los consumidores la posibilidad de elegir múltiples marcas y variedades y buenos dividendos a los empesarios del sector.

Pero ahora existen otros factores que pueden influir en la decisión final.

La organización Fair TradeMark Canada tiene la intención de informar a los consumidores si quienes cultivaron y recogieron el grano de café obtuvieron una paga justa y gozaron de condiciones de trabajo decentes.

Este grupo tiene el antecedente de TransFair, que califica 130 marcas en 35.000 supermercados de Europa.

"Le proponemos a la gente que le diga a las compañías cafetaleras que comprarán sus productos si fueron producidos en condiciones justas", dijo Bob Thomson, director ejecutivo de Fair TradeMark Canada.

Thomson y su grupo trabajaron durante dos años y medio para establecer su marca, que fue introducida en el mercado en marzo.

Este mes, el sello fue entregado solo a Bridgehead, firma de mercadeo de Oxfam Canadá, organización dedicada a la cooperación con el mundo en desarrollo.

A la larga, Thomspon considera que la preocupación de Canadá por el respeto a los derechos de los trabajadores se traduzca en una demanda mayor de café "comercializado y producido éticamente". Entonces, las empresas no podrán ignorar que los están observando.

Por ahora, las empresas cafetaleras dijeron a Fair TradeMark Canada que "no se involucrarán hasta que se les demuestre" que el sello atraerá más consumidores, sostuvo Thomson.

Las compañías podrían tener una confirmación muy pronto. Las principales 16.000 iglesias de Canadá adoptaron la justicia comercial como una de sus consignas en 1988.

"Hablamos de grandes números. Comprometeremos a parroquias y feligreses a comprar solo café comercializado con justicia. Habrá peticiones y formularios para que la gente le diga a sus tenderos que compren tal o cual marca de café porque están interesados en comprarlo", dijo David Reed, coordinador de la campaña.

Reed declaró a IPS que el comercio justo es una cuestión que toca la "fibra moral" a muchos canadienses debido a los informes sobre malas condiciones de trabajo en el extranjero.

"Creemos que la gente se preocupa y que todos quieren incolucrarse en algo concreto. En el pasado, la mayoría de nuestras campañas consistían en presionar al gobierno. El comercio justo es algo distinto, pues la gente puede involucrarse directamente en la solución", sostuvo.

El café no es lo único que concitó la atención sobre Fair TradeMark Canada. El comité parlamentario canadiense sobre Desarrollo Humano Sostenible recomendó en febrero al gobierno que financie el sello Rugmark en Canadá.

Rugmark, que comenzó como un esfuerzo entre agencias de Alemania, grupos indígenas y fabricantes de alfombras certifica que no se apeló al trabajo infantil para producir esos productos. Parte de los beneficios se utilizan para supervisar el programa y respaldar escuelas de niños trabajadores desplazados.

El presidente del comité parlamentario, John English, dijo a IPS que los programas de certificación voluntaria como Rugmark son los medios más promisorios de lucha contra la injusticia laboral.

"Las sanciones oficiales amenazan con poner arena en los engranajes del comercio internacional" y, por lo tanto, son rechazadas por los gobiernos, explicó.

Pero la adhesión del comité parlamentario al programa Rugmark generó controversias, pues contradice un estudio de la filial canadiense del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) para el Departamento Federal de Relaciones Exteriores.

Ese estudio concluyó que la demanda canadiense para las alfombras hechas a mano es demasiado pequeña para justificar inversiones oficiales en el programa Rugmark, en especial si se destinará a ello parte del cada vez menor presupuesto de asistencia exterior.

English sostuvo que, de todos modos, Rugmark tiene valor como medio de publicitar los problemas relacionados con el trabajo infantil. "Al fin y al cabo, es la opinión pública lo que reducirá ese fenómeno", dijo.

Thomson aseguró que las fuerzas del mercado canadiense favorecen el café producido de forma amistosa con el ambiente y los trabajadores.

Algunos países de América Latina y el Caribe alientan la expansión de variedades de café de alto rendimiento, pero los ambientalistas desean métodos más tradicionales, según los cuales la planta crece a la sombra de árboles más frondosos que, además, dan cobijo a aves migratorias.

El café producido de ese modo es, aseguran, más sabroso y caro y constituye la porción más floreciente del mercado. (FIN/IPS/tra- en/sd/yjc/mj/dv/97

Archivado en:

Compartir

Facebook
Twitter
LinkedIn

Este informe incluye imágenes de calidad que pueden ser bajadas e impresas. Copyright IPS, estas imágenes sólo pueden ser impresas junto con este informe