BRASIL: Larga marcha de sin tierra abre puertas en el poder

Las tres columnas de campesinos sin tierra que hace dos meses marchan sobre Brasilia aguardan en los alrededores de la capital de Brasil la gran manifestación del jueves, pero algunas puertas del poder ya se le abrieron.

El presidente Fernando Henrique Cardoso se dispuso a recibir a líderes del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) el viernes, reanudando un diálogo interrumpido el año pasado.

El propio ministro de Política Agraria, Raúl Jungmann, que rompió las relaciones a causa de invasiones de oficinas de su Ministerio, propone ahora un "pacto por la reforma agraria" con el MST, aunque insistiendo en rechazar sus métodos de invasión de predios rurales y edificios públicos.

El gobierno y Jungmann modificaron sus discursos en las últimas semanas, en la medida que las tres columnas se acercaban a Brasilia. Borraron el clima de confrontación anterior con el movimiento e indicaron la disposición de impulsar la reforma agraria .

El ministro anunció este martes, por ejemplo, la adquisición de seis haciendas del estatal Banco do Brasil que permitirán el asentamiento de 500 a 600 familias. Son propiedades que el banco confiscó de deudores que no podían pagar préstamos obtenidos.

Agregó estar dispuesto a negociar si el MST presenta su propuesta, acepta ceder en partes que el gobierno no pueda cumplir y ponga fin a formas de lucha ilegales.

Pero los sin tierra rechazaron los gestos de reconciliación del ministro.

"No ofrece ninguna confianza", sentenció José Rainha Junior, el dirigente más conocido por actuar en un área de fuertes conflictos, haber escapado a dos órdenes de prisión y responder en la justicia a una acusación de homicidio.

El MST reclama la exoneración de Jungmann, por ineficiencia, y anunció que sólo dialogará directamente con el presidente, dejando en mala situación al ministro, ante el encuentro del viernes prometido por Cardoso.

El presidente reconoció que es limitado su plan de asentar 280.000 familias durante los cuatro años de su gobierno.

La larga marcha campesina, iniciada el 17 de febrero con tres columnas partiendo de regiones distintas, culminará este jueves en una manifestación que puede reunir 30.000 personas, según estima la Central Unica de Trabajadores, que moviliza varios sectores que se sumarán a los 1.500 sin tierra.

Cada columna caminó cerca de 1.000 kilómetros en esos dos meses, con interrupciones en algunas ciudades para reuniones y actos en favor de la reforma agraria.

La policía del Distrito Federal se preparó para asegurar el orden y evitar violencia, previendo la presencia de 60.000 personas en la gran plaza central de Brasilia, entre campesinos, desempleados, estudiantes y empleados públicos descontentos con sus salarios y amenazas de despido.

Las autoridades temen la actuación de "provocadores" e intentaron convencer a los campesinos a dejar sus hoces y azadas, símbolos del movimiento. Hace unos diez años un policía fue muerto a golpes de hoz en una manifestación campesina en Porto Alegre, en el sur de Brasil.

El acto debe convertirse una manifestación de oposición al gobierno, con críticas a la política económica que genera desempleo, las privatizaciones y la reforma administrativa en votación parlamentaria que puede representar el fin del empleo estable para miles de empleados públicos en Brasilia.

La ofensiva de los sin tierra incluyó la apertura, el sábado, de un nuevo frente de ocupaciones de predios improductivos. Cerca de 600 familias acamparon en la hacienda Sao Joao, en Campos, 280 kilómetros al norte de Río de Janeiro, un área azucarera en decadencia.

Además, el movimiento se fortaleció en los últimos días con la divulgación de encuestas que comprueban un apoyo de 85 por ciento de la población a sus acciones, incluso la ocupación pacífica de propiedades rurales.

Un estudio del propio Ministerio de Política Agraria confirmó que son verdaderamente campesinas las 250.000 familias ya asentadas en proyectos gubernamentales, con 94,22 por ciento de ellas viviendo en las tierras recibidas.

Los datos señalan baja escolaridad, con 28,59 por ciento de analfabetos, pero desmiente prejuicios que sirven de argumentos contrarios a la reforma agraria, como la sospecha de que muchos de los sin tierra son oportunistas que quieren ganar una propiedad para venderla enseguida. (FIN/IPS/mo/ag/ip/97

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