La visita esta semana a China del primer ministro de Australia, John Howard, al igual que la del vicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, dejó a un lado los derechos humanos para hacer espacio únicamente a los negocios.
La pragmática posición de Australia es parte de una tendencia. Gore también guardó silencio sobre los derechos humanos, y obtuvo jugosos contratos para Boeing y General Motors.
La "discusión tranquila y el diálogo" son la intención anunciada por Howard antes de partir a China, mientras la señal más clara de su agenda comercial es la compañía de un grupo de 50 hombres de negocios, incluyendo a 18 altos ejecutivos de firmas australianas vinculadas a China.
En su primera visita oficial a China, Howard se reunirá con el presidente de China, Jiang Zemin, el primer ministro, Li Peng, y el viceprimer ministro, Zhu Rongji, el zar económico chino.
La misión de Howard, según analistas, procura recuperar las relaciones entre ambos países, tras el hundimiento del año pasado por diferencias sobre Hong Kong, Taiwan, una visita del Dalai Lama a Australia y la cuestión de los derechos humanos.
Se espera que durante la visita, China entregará una licencia para las operaciones el banco australiano ANZ en Beijing, algo que la institución procura hace 10 años.
En Shangai y Beijing, Howard visitará las plantas industriales operadas por australianos y firmará un acuerdo para un emprendimiento conjunto en comunicaciones.
Charles Brent, presidente de la Cámara de Comercio China- Australia, dijo que las exportaciones australianas a China crecieron un prometedor 25 por ciento el año pasado, aunque no puede presumirse que el crecimiento se mantendrá "si no se arregla la política".
Pero activistas defensores de los derechos humanos criticaron la posición de Howard, y Amnistía Internacional la calificó de "falta de coraje".
La posición marca una actitud aún más conciliadora de parte de los países interesados en beneficiarse del enorme crecimiento económico de China.
Robin Munro, director en Hong Kong de Human Rights Watch, dijo que Australia puede olvidar la relación del comercio con los derechos humanos, pero debe dar al tema "el peso independiente que merece".
Pero la prioridad para Australia es ahora enmendar los lazos afectados el año pasado por varias medidas diplomáticas del gobierno de Howard.
A mediados de 1996, Australia reforzó su alianza militar con Estados Unidos, en medio de fuertes discursos sobre su importancia para la seguridad de Canberra, una medida considerada hostil para China.
Australia fue el único país en la región que dio apoyo público al envío de aviones de guerra de Estados Unidos al Estrecho de Taiwan, el año pasado, en medio de la crisis entre China y Taiwan. Una serie de contactos oficiales entre Australia y Taiwan también ofendió a China.
El ministro de Defensa, Ian McLachlan, criticó la política exterior de China antes de que Howard se reuniera con el Dalai Lama durante una visita a Australia, el año pasado, realizada a pesar de las objeciones de Beijing.
Luego llegó el debate racial, desatado por los discursos en el parlamento de la representante independiente Pauline Hanson, e inmigrantes asiáticos denunciaron ataques verbales y físicos, en general dirigidos contra la mayoría de orginarios de China.
El rechazo inicial del gobierno de Canberra a tomar medidas contra quienes respaldan las visiones antiasiáticas cuestionó su compromiso a mejorar las relaciones con Asia, especialmente China.
Beijing no demoró en manifestar su descontento con Australia, lo cual impulsó a Canberra a un cambio radial en las medidas diplomáticas.
Australia descartó su fuerte apoyo a las reformas económicas del gobernador de Hong Kong, Chris Patten, y mantuvo el silencio cuando China anunció que reduciría las libertades civiles allí una vez que la colonia quede en sus manos, el 1 de julio.
Howard también rechazó una reunión oficial con el demócrata de Hong Kong Martin Lee, durante una reciente visita a Canberra. Australia negó solicitudes de disidentes de Hong Kong de estatuto de refugio político antes de la entrega de julio.
Además, el gobierno de Australia dijo que no apoyará una resolución que critica a China en la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, reunida en Ginebra. Australia ha apoyado esta misma resolución durante los últimos seis años. (FIN/IPS/tra-en/ks/js/lp/ip-hd/97