El director grita "acción" y las cámaras captan las imágenes de dos títeres, Haneen y Dafi, para una nueva producción conjunta entre israelíes y palestinos del famoso programa de televisión infantil Plaza Sésamo.
Los títeres representan a niñas de tres años de edad. Dafi es un personaje de "Rechov Sumsum", la versión israelí del programa original estadounidense, mientras que su amiga, Haneen, proviene de "Share Simsim", la versión palestina.
El unitario, llamado "Lenguaje en común", es uno de cinco programas de intercambio que se filmaron la semana pasada con títeres de Israel y de la zona gobernada por la Autoridad Nacional Palestina.
Plaza Sésamo es filmada rutinariamente por decenas de canales de televisión de todo el mundo, en base a las líneas del programa original de Estados Unidos, reconocido internacionalmente.
Los creadores del programa, con 29 años de historia, decidieron utilizar la educación y el humor para enseñar a los niños israelíes y palestinos la cultura y el idioma de los otros, con el objetivo de fomentar la tolerancia y la paz.
Los productores saben que la realidad difiere de lo que se ve en la pantalla. Mientras los títeres practican sus líneas en Tel Aviv, israelíes y palestinos se enfrentan violentamente en Cisjordania.
"Sabemos que el proyecto refleja una realidad todavía inexistente, pero queríamos demostrar el potencial de amistad que existe", declaró Lewis Bernstein, productor ejecutivo de los estudios de filmación israelí y palestino.
El proyecto fue concebido por los productores de la Red de Televisión Infantil de Nueva York, poco después de que israelíes y palestinos firmaron en 1993 los acuerdos de paz negociados en Oslo.
Se trata de la primera vez que el programa es producido en conjunto por dos naciones. La producción evita las cuestiones políticas pero, de todas maneras, la realidad fuera del estudio consigue filtrarse.
Las diferencias manifestadas en el proceso de paz también surgieron en la producción de Plaza Sésamo. En el primer caso, los israelíes estaban interesados en la paz mientras los palestinos querían consolidar su soberanía.
En la filmación, los israelíes querían que los títeres se hicieran amigos rápidamente, pero los palestinos consideraban que la amistad inmediata no era realista.
Como en el proceso de paz, los estadounidenses (en este caso Bernstein) median entre las partes cuando surgen problemas.
Originalmente, los palestinos iban a aparecer como invitados en la calle israelí, pero como se negaron, los productores estadounidenses decidieron construir dos calles y dos platós, uno israelí y otro palestino.
Ahora, una colina separa a los dos escenarios y los jóvenes espectadores comprenden que detrás de ella se encuentra la otra calle.
"La exigencia de que nuestra Plaza Sésamo estuviera en zona soberana era fundamental. Los israelíes pueden tener todo el poder sobre la tierra en el mundo real, pero no tenemos por qué trasladar esta realidad a un programa infantil", manifestó Daoud Kuttab, ejecutivo de la producción palestina.
Los títeres se encuentran en sus respectivas calles y dos actores bilingües -"Amal", un doctor palestino-israelí que vive en la calle israelí y "Adil el músico", que reside en la calle palestina- funcionan como vínculo.
Los palestinos estuvieron de acuerdo con la producción porque vieron en ella una oportunidad para difundir su cultura entre los niños de su pueblo, explicó Kuttab.
Los guiones tratan sobre temas como bodas tradicionales, arte y danza palestinos, pero las cuestiones políticas surgen inevitablemente.
En un animado segmento, Batutta, un niño que puede volar, llega a Jerusalén, y en otro, un niño refugiado se traslada con su familia desde Jordania al pueblo cisjordano de Ramallah.
Ambos viajes serían imposibles en la realidad. El derecho al retorno de los palestinos sigue siendo uno de los asuntos más candentes entre las dos partes.
En uno de los guiones, un atleta representa a "Palestina" en las Olimpíadas de Atlanta. Cuando los israelíes objetaron el uso del término, los palestinos argumentaron que el corredor representó efectivamente a Palestina en los últimos juegos olímpicos.
Como ninguna de las dos partes tiene la facultad de vetar los guiones de la otra, el guión no fue modificado y la escena será filmada.
Los israelíes ven a Plaza Sésamo como una oportunidad de inculcar el respeto, no sólo en relación a los palestinos sino dentro de su propia sociedad.
Algunos guiones israelíes tratan de fomentar la tolerancia entre laicos y religiosos en su país, y muchos presentan a inmigrantes procedentes de Rusia y Etiopía.
Otros se concentran en el aprendizaje del idioma de los palestinos. En una escena, Oofnik, el equivalente israelí del personaje estadounidense Oscar el Gruñón, intenta irritar a todos hablando en árabe, sin darse cuenta de que repite frases amables como "muchas gracias" y "me gustas".
Dolly Wolbrum, la productora ejecutiva israelí, manifestó que su interés radica en fomentar la tolerancia hacia los palestinos, y que la política debe permanecer fuera del escenario.
"A nosotros los adultos, el conflicto nos toca de cerca. Pero tenemos que aprender a verlo desde el punto de vista de un niño de tres años", dijo.
Se prevé que la grabación de los cinco programas palestinos de intercambio terminará esta semana, y en junio se filmarán 20 guiones escritos por israelíes. Al finalizar, 60 horas de Plaza Sésamo estarán prontas para ser difundidas, probablemente en noviembre.
Seis meses pueden parecer una eternidad en Medio Oriente, donde los hechos relacionados con el proceso de paz tienen importantes consecuencias sobre la vida cotidiana.
"Quién sabe lo que puede pasar el día antes de que se emita el programa. Podría ser un acuerdo de paz o una guerra", expresó Kuttab.
"Pero mis hijos sólo conciben a los israelíes como soldados, y es probable que los niños israelíes sólo vean a los árabes como jornaleros o terroristas. Quizá ayudemos a cambiar esa percepción", manifestó. (FIN/IPS/tra-en/dho/rj/aq-ml/cr/97