Las obras del mexicano Manuel Alvarez Bravo, quien en tres cuartos de siglo de actividad ganó fama como uno de los fotógrafos más perceptivos del mundo, se exhiben actualmente en las principales galerías de Nueva York con motivo de su 95 cumpleaños.
Cuatro galerías diferentes, incluyendo el Museo de Arte Moderno, la prestigiosa Galería Throckmorton y otras más pequeñas del centro de Manhattan, expondrán fotografías tomadas por el artista mexicano durante toda su carrera.
La obra de Alvarez Bravo, que incluye desde imágenes documentales de obreros huelguistas asesinados hasta desnudos subrealistas, ha llevado a algunos críticos neoyorquinos, principalmente del semanario "Village Voice", a calificarlo como "el mejor fotógrafo de su tiempo".
Como lo demuestra la exposición del Museo de Arte Moderno, que se prolongará hasta mayo, los años que le tocó vivir a Alvarez Bravo constituyeron una época extraordinaria, en la cual la cultura posrevolucionaria de México inspiró a artistas de vanguardia de todo el mundo.
El propio Alvarez Bravo aprendió de los fotógrafos izquierdistas Edward Weston y Tina Modotti. Fue Modotti quien le ayudó a obtener su primer empleo como fótografo en la revista «Mexican Folkways», cuando fue expulsada del país en 1930 por motivos políticos.
Al igual que Weston, Alvarez Bravo aprendió a combinar sus soñadoras imágenes de pintura moderna con la discreta realidad de la fotografía para elaborar un nuevo tipo de arte.
El artista se mostraba igual en su país, con mexicanos que exploraban temas políticos o espirituales como el muralista Diego Rivera y la pintora Frida Kahlo, que con subrealistas europeos que intentaban desafiar la cultura burguesa, como los fotógrafos André Bréton y Henri Cartier-Bresson.
Con todos ellos compartía el deseo de fundir elementos de fantasía y realidad en obras sugerentes.
La exposición presenta a Alvarez Bravo como un sutil e incisivo analista político y un pensador lírico y soñador, aunque para el artista no existía una división entre la fotografía realista y documental y las visiones subrealistas.
Una vez comentó que su clásica fotografía de 1939 "La buena fama durmiendo", que muestra una mujer desnuda envuelta en vendas y rodeada de cactus, no fue más preparada que las imágenes de huelguistas asesinados.
En efecto, una de sus fotos documentales, en la que un joven obrero yace muerto en un charco de sangre, está deliberadamente enmarcada, de forma que la oscura imagen del cuerpo ocupa el ángulo inferior izquierdo, mientras la bandera mexicana flamea en el ángulo superior derecho.
El sutil juego de luces y sombras, así como la complejidad del encuadrado, hacen parecer audazmente coloridas las fotografías de Alvarez Bravo, aunque la mayoría de ellas son en blanco y negro, ya que el fotógrafo se resistió a trabajar en colores hasta bien entrados los años 70.
Por ejemplo, en el retrato "Los agachados", de 1930, Alvarez Bravo presenta a cuatro hombres bebiendo en un bar, cuyos cuerpos agachados parecen decapitados por la oscura sombra que les cubre. El juego de sombras y las cadenas que unen los bancos del bar les hace parecer más prisioneros que un grupo de amigos.
Otras positivas combinan el naturalismo con una exploración de la vida cotidiana y espiritual de México. Muchos retratos muestran a mexicanos comunes sentados, aunque siempre tienen algo que sale de lo normal: una joven mujer se mira al espejo, pero su oscuro cabello indígena y su afilada nariz sobresalen de la sombra que la enmarcan.
De alguna manera, en su obra siempre aparecen sugeridas cuestiones de muerte y renacimiento. En "Escala de escalas", de 1931, Alvarez Bravo parece concentrarse en el primer plano en una serie de escaleras pegadas a una pared, pero parcialmente oculta en las sombras aparece otra escalera: una columna de ataúdes que se eleva hasta un punto invisible.
Esa visión de México es la que persiste en la obra del fotógrafo: un país situado entre el mundo material y otro mundo de muerte, sombras y promesa de redención.
La amorosa mirada del artista hacia su gente y su país, así como su apreciación de los pequeños detalles de la vida humana, une esos dos mundos, como se puede ver en la exhibición de Nueva York. (FIN/IPS/tra-en/fah/ml/cr/97