El presidente de Irán, Ali Akbar Hashemi Rafsanjani, marcará un nuevo capítulo en las relaciones entre su país y Arabia Saudita cuando viaje a la ciudad saudita de La Meca para participar de la principal ceremonia del mundo musulmán.
Rafsanjani fue invitado por el príncipe heredero saudita Abdullah ibn Abdul Aziz a la "hajj" de este año, que comenzará el día 14. En la ocasión, los peregrinos caminan alrededor de la sagrada Kaaba (Piedra Negra).
Arabia Saudita e Irán son dos de las tres principales potencias del Golfo, junto a Iraq. Aunque se rigen por la Sharia, o ley islámica, suadiíes e iraníes apenas se toleran, y sus relaciones han estado teñidas de hostilidad.
El reino saudita es un viejo aliado de Estados Unidos, enemigo de Irán desde que la Revolución Islámica derrocó en 1979 al shah, que contaba con el respaldo de las potencias industriales.
Los últimos acontecimientos sugieren un posible acercamiento entre Riyadh y Teherán, que probablemente desagrade a Estados Unidos. Washington busca aislar a la República Islámica de Irán, a la que acusa de fomentar el terrorismo internacional y de pretender producir armas nucleares.
Washington también condenó la oposición de Irán al proceso de paz en Medio Oriente.
Rafsanjani se reunió en Islamabad, Pakistán, con el príncipe heredero saudita, en ocasión de la sesión de la Organización de la Conferencia Islámica.
Fue el contacto de mayor jerarquía entre los dos estados desde la fundación de la república islámica en Irán hace 18 años. Se espera que Rafsanjani se encuentre con el rey Fahd durante su visita a Arabia Saudita.
Luego de su conversación con Abdullah, Rafsanjani dijo que la posición saudita sobre el proceso de paz en el Medio Oriente se había acercado a la de Irán. También anunció que fue invitado por el líder saudita para realizar la próxima peregrinación del hajj.
En el pasado, la ceremonia fue un punto polémico y aun violento entre el chiíta Irán y el reino saudita, de fe islámica sunita.
Los peregrinos iraníes, guiados por su líder espiritual, el ayatolá Ruhollah Jomeini, a menudo se manifestaron durante el hajj contra las "potencias satánicas" -Estados Unidos, Unión Soviética e Israel- como parte de su deber religioso de "rechazar a los no creyentes".
En 1987, la policía saudita cerró el paso a 100.000 peregrinos iraníes que se manifestaban en La Meca. Debido a las balas de la policía y a las corridas, murieron 402 fieles, 85 de ellos ciudadanos sauditas.
Teherán denunció que la policía saudita preparó el ataque contra los iraníes para terminar con la práctica de las manifestaciones.
Las autoridades sauditas sostuvieron que las muertes se debieron al tumulto registrado, y que los peregrinos iraníes violaron el mandato del Corán que prohíbe el comportamiento violento o colérico durante el hajj.
A continuación, Riyadh impuso una cuota de un peregrino por cada 1.000 musulmanes por país, lo que redujo la tercera parte cantidad permitida de viajeros iraníes a La Meca, la principal entre las ciudades sagradas del Islam. En respuesta, los iraníes no participaron al año siguiente en las ceremonias del hajj.
Después de la muerte de Jomeini en junio de 1989, los dos países negociaron el asunto de la peregrinación a La Meca, que todo musulmán debe realizar por lo menos una vez en su vida, si cuenta con el dinero para el viaje.
En diciembre, Teherán será sede de la cumbre de la Organización de la Conferencia Islámica, que se celebra cada tres años.
La organización está radicada en Jiddah, Arabia Saudita, por lo que la decisión de celebrar la próxima cumbre en Teherán debió contar con el activo apoyo del reino.
La actitud de Arabia Saudita, aliada diplomática, militar y económica de Estados Unidos, asombró a Washington y coincide con la investigación de la muerte de 19 soldados estadounidenses a causa del bombardeo en noviembre de una base militar en la ciudad saudita de Dahran.
Un ciudadano saudita, Hani Sayegh, fue detenido en Canadá en relación con esa investigación. Sayegh está acusado de participar en el ataque contra complejo de viviendas de la base militar de Estados Unidos.
Informes de Estados Unidos describieron a Sayegh como integrante de la versión saudita del Hezbollah (Partido de Dios), un grupo político fundamentalista que tiene su cuartel general en Líbano y está supuestamente vinculado a Irán.
Washington solicitará sanciones internacionales contra Irán si logra demostrar la supuesta implicancia de ese país en el atentado contra su base en Arabia Saudita. La cooperación de las autoridades sauditas es esencial para la investigación emprendida por Estados Unidos.
A pesar de la presión de Washington, las autoridades sauditas no permitieron que agentes del FBI (Oficina Federal de Investigaciones) participaran directamente de la investigación de la explosión de Dahran.
La decisión estuvo parcialmente orientada a demostrar que Arabia Saudita es un estado soberano y que su aparato de inteligencia no necesita ayuda para hacer el trabajo.
Es poco probable que Arabia Saudita entregue a Estados Unidos evidencia contraria a Irán, si esas pruebas existen, ya que el reino se propone mejorar sus relaciones con Teherán.
La mayoría de los integrantes de la Organización de la Conferencia Islámica aprueban el progreso verificado en las relaciones entre Riyadh y Teherán, pero Estados Unidos lo considera un gole a su política de aislamiento de Irán. (FIN/IPS/tra-en/dh/rj/aq-ff/ip/97