La expedicioó internacional humanitaria en Albania no sólo abrió una herida profunda en la gobernante izquierda italiana. También una interrogante clave acerca del futuro político y económico de aquel país.
Según los críticos de la misión, el principal beneficiario será el actual presidente albanés, Sali Berisha, que contaría asi con las tropas italianas, francesas, españolas, griegas, turcas y rumanas para desarmar y neutralizar a los insurrectos del sur.
Otros beneficiarios directos son los cerca de 400 empresarios italianos que han invertido en Albania unos 150 millones de dólares desde 1991, aprovechando incentivos estatales en Italia y la mano de obra barata en el país balcánico.
Los inversores reclaman no sólo la proteccion de sus empresas sino indemnizaciones por los saqueos y destrucción ocurridos en las últimas semanas, tras la desarticulación del aparato estatal y militar albanés.
Las tropas italianas iniciaron la "Operación Alba" este viernes, tomando el control del puerto de Durazzo y del aeropuerto de Tirana.
El comando militar italiano prefirió alejar a sus soldados de las regiones del sur, donde se presume que podrían encontrar hostilidad, tras la muerte de 89 albaneses el 28 de marzo, cuando una corbeta italiana embistió una pequeña embarcación repleta de refugiados en el estrecho de Otranto.
El primer incidente político de la operación se inició al arribo de las fuerzas italianas en Durazzo, donde el alcalde Arqile Gorea, un aliado del presidente Berisha, protestó airadamente porque nadie le había informado del desembarco.
Pese a las críticas internas, el gobierno centroizquierdista italiano del primer ministro Romano Prodi cuenta con el respaldo de la Unión Europea, el Parlamento Europeo y las Naciones Unidas.
Esta es la tercera intervención militar italiana en Albania en el presente siglo. Anteriormente, sin embargo, en 1913 y 1939, las tropas italianas ocuparon el país con fines anexionistas, y en ambas ocasiones fueron expulsadas.
Para evitar especulaciones acerca del objetivo de la misión, el gobierno de Prodi decidió incorporar a las organizaciones no gubernamentales en las labores de ayuda humanitaria (distribución de alimentos, reapertura de escuelas e instituciones).
La "Operación Alba' abrió una profunda brecha en la coalición gobernante italiana, debida a la oposición clave del partido Refundación Comunista (RC, que define el equilibrio parlamentario) y que obligó al gobierno a buscar el apoyo de la derecha.
"Tras casi un año de parálisis en la derecha, Refundación les regaló en una bandeja la iniciativa política", dijo a IPS un dirigente del Partido Democrático de Izquierda (PDS, según sus siglas en italiano), principal fuerza de gobierno, surgido, al igual que RC, del disuelto Partido Comunista (PCI).
RC, sin embargo, reiteró su apoyo al gobierno -del que no forma parte formal- en un voto de confianza presentado al Parlamento a raíz de la disensión producida por el caso de Albania.
El PDS destacó que los comunistas italianos quedaron aislados también en el Parlamento Europeo basado en la ciudad francesa de Estrasburgo, que respaldó este jueves la intervención por una abrumadora mayoría, incluidos los votos de 29 de los 34 diputados de la coalición Izquierda Unida.
La derecha italiana forzó al gobierno a desmentir al subsecretario de Relaciones Exteriores, Piero Fassino (PDS), quien declaró esta semana que la salida de Berisha era un objetivo indiscutible de la misión.
Berisha fue elegido presidente de Albania en mayo de 1996, en un proceso electoral que Estados Unidos y otros observadores consideraron viciado.
Con mayoría absoluta en el Parlamento, Berisha -un ex funcionario del partido comunista albanés- estableció un virtual régimen dictatorial, suprimiendo la libertad de prensa y limitando severamente otras libertades civiles.
La insurrección popular de febrero tuvo su origen en una monumental estafa en que organizaciones financieras absorbieron prácticamente todos los ahorros de la población, ilusionada con la obtención de un lucro rápido y fácil.
Según fuentes del gobierno italiano, de la oposición albanesa y de los insurrectos del sur, la mafia de la península y Berisha estuvieron detrás de la estafa financiera.
La prensa italiana reveló que el inevitable desplome de las financieras había sido advertido por los organismos de inteligencia italianos y de otros países europeos, pero al parecer los gobiernos subestimaron las posibles consecuencias.
La protestas y la violencia posterior generaron un nuevo flujo de inmigración ilegal hacia las costas italianas, lo que produjo una suerte de histeria racista y xenófoba que -según los críticos- sería el motivo principal de la misión militar.
Pero el líder del cogobernante Partido Verde, Luigi Manconi, dijo este sábado que la misión está claramente subordinada por el reconocimiento del derecho de asilo, puesto severamente en duda por las operaciones de patrullaje naval y por el aparente rechazo de la población italiana a los refugiados.
Manconi -como antes el líder del PDS, Massimo D'Alema- acusó a los comunistas y otros opositores de la misión de traicionar los principios del internacionalismo que alguna vez compartieron en el PCI. (FIN/IPS/ak/dg/ip/97)