El presidente de Venezuela, Rafael Caldera, reafirmó hoy en el Congreso que mantendrá su plan económico neoliberal y caminó después hasta la sede de gobierno para despejar los rumores sobre su delicado estado de salud.
El presidente, un independiente democristiano de 81 años, rindió su informe anual ante el Poder Legislativo, en un discurso sin anuncios concretos y donde resaltó la reafirmación de que mantendrá la senda económica retomada en 1996, pese a las crecientes protestas y la crítica situación social.
Pero agentes económicos y dirigentes políticos dijeron que el discurso más elocuente y "ansiado" lo dió después, cuando rodeado por su esposa, ministros y adeptos caminó desde el Congreso hasta el Palacio Presidencial de Miraflores, distantes unos 600 metros.
El día antes, el país fue sacudido por rumores sobre la muerte del mandatario o su estado de coma, la existencia de alzamientos militares y otros presagios, a los que Caldera respondió con una caminata inusual en él, transmitida por cadena de televisión.
El mandatario incluso bromeó sobre el tema, cuando finalizó su discurso asegurando su confianza en que entregará un país más gobernable y solidario a su sucesor, en febrero de 1999, "con el favor de Dios, y aunque no le guste al astrólogo".
José Bernardo Gómez, un conocido astrólogo local, permaneció detenido dos días en octubre, por haber dicho en un encuentro con empresarios que Caldera y el país tendrían una fractura intempestiva entre este mes y abril, que se tradujo por su muerte, dados los cíclicos rumores sobre su precaria salud.
Detrás de estas manifestaciones y el retorno al estallido de versiones falsas con negativas noticias, están una creciente crispación social y de conflictividad laboral, por la aguda caida del ingreso real, mientras los ingresos del país suben.
Las huelgas, manifestaciones y otras formas de agitación forman parte de la cotidianidad de un año que analistas económicos y políticos preveían como mejor que 1996, ante masivas inversiones e ingresos externos por 30.000 millones de dólares.
Pero el impacto de una inflación de 103 por ciento en 1996 y el congelamiento salarial llevó a una pérdida del ingreso real de entre 40 y 60 por ciento en dos años e hizo explosión cuando, en forma paralela, el país recibe mensajes como la existencia de reservas internacionales de casi 16.000 millones de dólares.
Caldera no hizo mención a esta agitación, que el miércoles cristalizó en una manifestación de entre 2.000 y 3.000 personas, con enfrentamientos posteriores entre grupos contestarios y la policía, y este jueves en el inicio de una huelga indefinida de 16.000 trabajadores y otra en los tribunales.
Insistió en que la Agenda Venezuela, como se llama el programa de ajuste pactado en abril de 1996 con el Fondo Monetario Internacional, está rindiendo sus frutos, la presión inflacionaria está bajando y los planes sociales creciendo.
Reafirmó que la segunda parte de la Agenda Venezuela ya comenzó y va a suponer el despegue económico, la profundización del proceso de privatización y la conversión del país en el epicentro de las inversiones petroleras del mundo.
Alabó la paciencia y la comprensión de los venezolanos por el impacto del ajuste y aseguró que las medidas no buscan sólo el retorno a niveles claros de crecimiento economico, "sino el bienestar de la población".
Para inversionistas en la Bolsa de Caracas y dirigentes empresariales lo más importante de la jornada fue la ratificación de que la Agenda no se abandonará, ni se volverá a la fracasada política de controles del primer bienio de su gestión.
Eduardo Herrera, directivo la Cámara Venezolano-Americana, dijo que más importante aún, "y de lo que estaban más pendientes, fue "el discurso paralelo que Caldera dio ante Venezuela y los inversionistas extranjeros con su caminata".
Pero el economista de tendencia neoliberal Carlos Raúl Hernández también dijo que Caldera demostró estar inmerso en el llamado síndrome de "la jaula de cristal", que define el aislamiento de los gobernantes de la realidad que los circunda.
En el plano político, la crítica generalizada fue la falta de anuncios y de respuestas a la crispada situación social.
"No fue un discurso para los tiempos que vive Venezuela", dijo el dirigente socialdemócrata Henry Ramos.
El también opositor Jorge Roig, de la izquierdista Causa Radical, señaló que el informe de Caldera fue "tan decepcionante como peligroso, parece que no oye al país y sus rugidos".
Los efectos de la Agenda no están sólo a la vista de las multimillonarias reservas internacionales, equivalentes a dos años de importaciones, "sino en los estómagos vacios de 22 millones de venezolanos", insistió Ramos.
El presidente del parlamento, el socialista Cristobal Fernández, consideró que Caldera pecó de optimismo frente a un país urgido de acciones y respuestas urgentes a sus problemas. (FIN/IPS/eg/ag/ip-if/97