SUDAFRICA: Reconciliando política y religión

La religión ha jugado un doble papel en la política de Sudáfrica: por un lado ha sido el fundamento de algunos grupos para la existencia del apartheid, y por otro ha sido el pilar sobre el cual se libró la lucha por la democracia.

Hoy en día, la fe y la política permanecen interrelacionados, y la iglesia enfrenta nuevo desafíos mientra comienza a reevaluar su papel en la nueva era.

"Cuando terminó el apartheid, los teólogos se preguntaron '¿qué haremos ahora?' Sintieron que había una crisis, porque su teología había estado muy vinculada con la lucha por la liberación", señaló Paul Germand, del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Witwatersrand.

Sin embargo, "la opresión, el ostracismo y la marginación no habían terminado. La gente aún sufre, la economía del régimen de segregación racial aún está en vigor y los males del capitalismo todavía sostienen al apartheid", observó Germand.

Los derechos de la mujer, de los homosexuales y los derechos humanos en general son aún temas que enfrentan a los clérigos progresistas y los teólogos en una Sudáfrica democrática.

La lucha contra el apartheid fue "tanto una guerra civil teológica como un conflicto político y militar", afirmó la veterana periodista y escritora Allister Sparks en su libro "La memoria de Sudáfrica".

En 1954, el entonces primer ministro de Sudáfrica Daniel Malan, enérgico defensor del nacionalismo de los afrikaners y del apartheid, sostuvo que ese régimen "se basa en lo que el afrikaner cree un llamado divino y un privilegio: convertir a los paganos en cristianos sin anular su identidad nacional".

Actualmente, la comunidad afrikaner (descendientes de holandeses) de Sudáfrica continúa aferrándose a una doctrina religiosa que aboga por la segregación de los grupos raciales.

La Iglesia Holandesa Reformada y la Nederduitse Gereformeerde Kerk (NGK) fueron coautoras del apartheid, mientras la constitución de la Nederduitsch Hervormde Kerk excluye expresamente a los negros.

Debajo de la superficie, poco ha cambiado dentro de estas iglesias afrikaners, que continúan siendo bastante conservadoras y excluyentes.

Recientemente, Hannes Koornhof, del presbiterio de la NGK en Stellenbosch, admitió ante la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que su iglesia se mantuvo en silencio en tiempos en que debería haber desafiado al régimen.

"Reconocemos que, aunque a veces intentamos protestar contra el tratamiento injusto de las personas, a menudo lo hicimos sólo con gran timidez y circunspección", admitió Koornhof.

Casi 80 por ciento de la población de Sudáfrica profesa la fe cristiana, y el mayor grupo es el de las Iglesias Independientes Africanas, crecientes en popularidad. También están en crecimiento varias iglesias carismáticas y las establecidas por comunidades de homosexuales.

Cerca de seis millones de los 41 millones de habitantes no se declaran afiliados a ninguna organización religiosa formal. La mayoría se proclama "tradicionalista", una doctrina religiosa fuertemente ligada a la cultura nativa.

Los jóvenes negros se niegan cada vez más a participar en la iglesia, que según ellos es una institución "colonial" que apoyó al apartheid y provocó la muerte de su patrimonio e identidad cultural.

"La propia iglesia permanece dividida; aún no está unida para la transformación", destacó Teboho Klaas, sacerdote de la Iglesia Episcopal Metodista Africana.

"Los principales grupos religiosos están preocupados por el gran crecimiento de las iglesias independientes africanas, que permiten a la gente reconocer su propia identidad cultural", agregó Klaas.

Debido a su fuerte influencia, la iglesia cristiana de Sudáfrica tiene en sus manos la posibilidad de salvar la brecha que ha existido entre las razas durante décadas de segregación institucionalizada.

El obispo Desmond Tutu, destacado enemigo del apartheid, es un símbolo de este proceso, y actualmente encabeza la Comisión de la Verdad y Reconciliación, creada para investigar violaciones a los derechos humanos.

Tutu siempre sostuvo que su posición política está influenciada por la teología y por la Biblia. El año pasado renunció a su cargo de jefe de la Iglesia Anglicana.

"Estoy en la Comisión para ayudar a nuestro país y a nuestro pueblo a llegar a un acuerdo con nuestro pasado más oscuro de una vez y para siempre… Se trata de un proceso nacional de cicatrización a través de la contrición, la confesión y el perdón", declaró el obispo. (FIN/IPS/tra-en/gm/pm/ml/ip-cr/97

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