Testigos del genocidio de 1994 y pobladores tutsis de áreas fronterizas con Zaire son el objetivo en Ruanda de bandas armadas organizadas por extremistas hutus, según creen representantes de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Al menos 424 civiles fueron muertos este año en 58 incidentes, "debido a su supuesto origen tutsi", consignó la misión de derechos humanos de la ONU en Kigali, la capital de Ruanda.
Entre las víctimas se cuentan 40 sobrevivientes del genocidio y personas allegadas a ellos. Los delegados de la ONU señalaron que la mayoría de los asesinatos se perpetraron en cuatro prefecturas (distritos administrativos) limítrofes con Zaire.
La misión de la ONU se manifestó "consternada ante el aumento de la violencia y el asesinato de sobrevientes del genocidio y de personas allegadas a éstos".
Cerca de un millón de tutsis y hutus moderados fueron muertos entre abril y julio de 1994 por un régimen extremista hutu. Medio millón de hutus huyeron posteriormente a Zaire, por temor a represalias del Frente Patriótico Ruandés, controlado por la minoría étnica tutsi, que derrocó a los extremistas.
La localización de los ataques en el norte, noroeste y sudoeste de Ruanda, favorece la argumentación del portavoz del ejército, mayor Emmanuel Ndahiro, que los atribuyó a ex soldados y milicianos hutus infiltrados entre cientos de miles de refugiados que regresaron a Ruanda de Tanzania y Zaire.
Según Ndahiro, la violencia en curso es consecuencia de la falta de control de la operación de retorno de los refugiados, comenzada en noviembre.
Aún antes de realizarse esa operación, los extremistas utilizaban los campamentos de refugiados en Zaire para organizarse y lanzar incursiones sobre Ruanda.
Ahora, muchos de ellos han vuelto a aldeas donde al parecer ocultaron armas antes de huir a Zaire y, en opinión de Ndahiro, intentan completar el genocidio que empezaron hace tres años.
Ex soldados hutus emboscaron la semana última dos vehículos en las afueras de la localidad de Ruhengeri, matando a dos personas e hiriendo a varias. Otros 12 civiles murieron entre el fuego cruzado del ejército y los atacantes, en la aldea vecina a Ruhengeri donde éstos se habían ocultado.
Las víctimas civiles este año en la prefectura de Ruhengeri son ya un centenar, según la misión de la ONU, que en su informe correspondiente a noviembre de 1996-febrero de 1997 deploró la muerte de pobladores inermes en operaciones del ejército.
"Ex soldados y milicianos (hutus) interahamwe mataron en las últimas cuatro semanas a dirigentes comunitarios, a sobrevivientes del genocidio e incluso a repatriados", dijo Ndahiro.
Los extremistas "sueñan con derribar nuestro gobierno por la fuerza", agregó.
Se cree que ls bandas armadas acosan a los repatriados para obligarlos a abandonar el país e impedir que el gobierno obtenga la ayuda humanitaria prometida por países e instituciones donantes para el reasentamiento de la gran masa de retornados.
Nueve repatriados fueron asesinados desde enero por milicianos, y otro resultó gravemente herido.
Grupos ruandesas de derechos humanos han organizado conferencias para la reconciliación nacional. Pero ese esfuerzo es obstaculizado por el creciente radicalismo de algunos políticos y medios de comunicación, que incitan el odio étnico.
El coronel Kayumba Nyamwasa, subdirector del cuerpo de gendarmería, acusó a dirigentes de comunidades locales de colaborar con las bandas armadas hutus.
Muchos ruandeses temen que la violencia aumente con el proyecto del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados de repatriar a unos 100.000 hutus que aún permanecen en Zaire, que ha sido aceptado por el gobierno.
"Sabemos quiénes son y qué han hecho en Zaire", dijo un vendedor ambulante en Kigali. "Se trata de ex soldados y de milicianos interahamwe ("Los que combaten unidos") que han luchado junto a las fuerzas de Mobutu".
El presidente zaireño Mobutu Sese Seko enfrenta la sublevación en el oriente del país de la minoría banyamulenge, emparentada con los tutsis de Burundi y Ruanda. Los rebeldes han logrado importantes victorias y amenazan la zona sur, rica en minerales.
Pero no todos los refugiados que aún quedan en Zaire son ex soldados o culpables del genocidio de Ruanda. Hay también mujeres y niños obligados por el hambre a seguir a las milicias. (FIN/IPS/tra-en/jbk/jm/ff/ip/97