JAPON: Los "sin techo", fantasmas de la superpotencia económica

Los miles de personas "sin techo" que viven en Japón, uno de los países más ricos del mundo, no aparecen en las postales del país ni en las estadísticas del gobierno, pero su número crece día a día.

Muchos de ellos viven en carpas y chozas de cartón debajo de puentes, en parques o estaciones de tren. Tokio y otras ciudades ultramodernas como Nagoya, Hiroshima y Osaka son símbolos de la prosperidad del país, pero sus calles también son el hogar de muchísimos japoneses.

La alcaldía de Tokio reveló que en agosto de 1996 unos 3.000 sin techo vivían en la metrópoli. Cuarenta por ciento de ellos tenían más de 50 años de edad, y la mayoría sufrían distintas enfermedades.

Pero la organización caritativa Ejército de Salvación considera que esa cifra se queda corta, y que viven en Tokio entre 5.000 y 10.000 personas sin hogar.

Cualquiera sea el número que se elija, se trata de una pequeña fracción de la población sin techo de Europa o Estados Unidos. Unas 100.000 personas carecen de hogar solo en la ciudad de Nueva York. Pero los funcionarios japoneses temen que el problema se agrave.

"Los sin techo solían ocultarse, pero ahora se ubican directamente en las calles y son más visibles para el público", dijo Tony Guzewics, sociólogo estadounidense de la Universidad de Sofía que estudia el fenómeno.

Por eso, quizá el problema no sea peor ahora que antes, pero sí es más conocido. "Cada año se producen más y más muertes entre los sin techo en el verano, debido al calor, y en el invierno, por el frío y la falta de alimento", explicó Guzewics.

Refugio, comida y vestimenta son apenas una parte de los problemas que sufren los sin techo de una sociedad que premia el trabajo y que, por lo tanto, los convirtió en blancos preferidos de violencia.

Algunas veces, ciudadanos despiadados les demuestran lo poco que les quieren. Los propietarios de comercios pretenden que los gobiernos locales les echen porque su imagen perjudica sus negocios.

"La gente no quiere salir de compras porque temen a los sucios sin techo que duermen afuera", dijo un dirigente de una asociación de comerciantes de Shinjuku.

"El prejuicio que existe contra los sin techo es similar al que sufren los trabajadores extranjeros ilegales. Es una vergüenza para el pueblo y el gobierno de Japón", dijo un activista que trabaja en programas a favor de los desamparados.

No se veía casi personas sin techo en las ciudades japonesas entre los años 50 y los 80, cuando el país gozó el milagro económico que lo impulsó al mundo industrializado en los años posteriores a la segunda guerra mundial, en la que combatió del lado de Alemania e Italia entre 1941 y 1945.

El ejército de hombres y mujeres sin hogar comenzó a crecer a comienzo de los años 90, cuando entre los resultados económicos de Japón figuró un aumento del desempleo.

La mayoría de los afectados fueron hombres de más de 50 años de edad, pero ahora también se puede ver en las calles jornaleros de bajos salarios, mujeres y hombres de más de 70.

Los sin techo de Japón fueron golpeados con dureza cuando pequeñas empresas constructoras quebraron tras la caída de los precios inmobiliarios hace alrededor de cinco años.

Al mismo tiempo, el desempleo fue creciendo lentamente en los últimos años y alcanzó la tasa de posguerra de 3,4 por ciento en diciembre de 1995, un porcentaje bajo en términos mundiales pero sumamente alto en comparación con los antecedentes japoneses.

"Durante años, Japón se enorgulleció del pequeño número de sus sin techo", dijo Chie Onishi, psicólogo de la Universidad Aoyama. Pero las tensiones sociales están comenzando a aflorar, y no siempre son bien resueltas, agregó.

Muchos japoneses percibieron la gravedad del problema en enero de 1996, cuando furiosos sin techo chocaron con policías de Tokio que pretendían destrozar sus chozas de cartón cercanas a la sede de la alcaldía.

"Eso demostró que el problema no era solo de Estados Unidos o Europa", recordó Onishi.

En febrero de 1994, funcionarios de Tokio expulsaron a los sin techo de la estación ferroviaria de Shinjuku. Se trataba del mayor asentamiento informal de la ciudad. Los desamparados pernoctaban en veredas y corredores, dentro de camas hechas de cajas de cartón o en bolsas de dormir.

El gobierno de Tokio decidió entonces la construcción de centros permanentes para albergar a los sin techo.

La alcaldía ofrece desde 1994 trabajo a quienes viven en las calles, en especial durante el invierno. Pero apenas cuatro de los 1.195 residentes de los refugios obtuvo realmente un empleo el año pasado gracias a ese programa.

El gobierno de Tokio también recibió críticas cuando decidió en 1995 gastar 10,6 millones de dólares en la construcción de veredas móviles sobre los asentamientos de cartón de los sin techo.

"¿Por qué no gastaron ese dinero de modo más inteligente? Pudieron haber construido un refugio permanente para los sin techo en lugar de dejar que murieran en las calles de la ciudad más rica del mundo", dijo el arquitecto Kazuo Nakata.

Por su parte, el Ministerio de Trabajo se resiste a ayudar a los sin techo a encontrar trabajo porque eso contradiría su política de dejar caer a las pequeñas empresas de construcción.

Pero los sin techo intentan encontrar empleo. Cada mañana, espera las convocatorias de pequeñas compañías privadas y por lo general aceptan cualquier trabajo, incluso los que los japoneses relegan a los inmigrantes ilegales, como picar piedras, subirse a andamios o lavar platos.

Los que trabajan reciben pagas de entre 6.000 y 14.000 yenes por día (entre 49 y 114 dólares). Pero en su mayoría son demasiado enfermos o viejos para trabajar y acaban en trabajos desagradables que duran pocos días o, tal vez, urgan los depósitos de residuos en busca de comida.

Kaneo Oikawa, secretario general de Shinjuku-Renraku-Kai, la asociación de sin techo de Tokio, dijo que "la situación no mejora".

Los activistas afirman que el gobierno metropolitano de Tokio y la población no parecen suficientemente preocupados, y explican que, para muchos, los sin techo no existen en Japón. El problema no es reconocido ni discutido. Casi no existe material escrito sobre la cuestión, ni se han emitido programas televisivos.

Aunque sobreviven en los márgenes de la sociedad, los sin techo de Japón intentan vivir como cualquier otro ciudadano y evitan caer en el crimen y la violencia, algo común entre sus pares de otros países industrializados.

"Los sin techo de Tokio son tan cuidadosos como pueden del aseo personal. No existe entre ellos abuso de drogas ni violencia física", sostuvo Guzewicz.

"A pesar de todo, aún siguen las estrictas normas de la sociedad", concluyó. (FIN/IPS/tra-en/mk/js/mj/pr/97

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