El reconocimiento de un sindicato obrero en Guatemala por una empresa de camisas de Estados Unidos es considerado un gran avance en la lucha por la sindicalización de las fábricas en América Central.
Stephen Coats, director del Proyecto de Educación Laboral Estados Unidos-Guatemala, sostuvo que "al reconocer al sindicato, la empresa Phillips-Van Heusen (PVH) subrayó la necesidad de que existan códigos de conducta en países que no cumplen con sus propias leyes laborales".
Bruce Klatsky, director ejecutivo de PVH, declaró el 14 de marzo que la compañía negociaría un contrato de trabajo con el sindicato de trabajadores de la empresa Camisas Modernas S.A. (el nombre de PVH en Guatemala), que luchó durante siete años para ser reconocido.
La organización Control de Derechos Humanos (HRW), había informado que PVH discriminó a los trabajadores que se agremiaron.
Klatsky, director de PVH desde hace cuatro años y miembro de HRW, prometió que la discriminación sería castigada.
El anunció coincidió con la firma el viernes 21, en Nicaragua, de un contrato entre la firma Fortex de Taiwan -ubicada en la zona franca de Las Mercedes-, con el sindicato local, el primero que se realiza en una zona libre en el sector de maquiladoras en América Central.
El acuerdo se hizo con la ayuda del Ministerio de Trabajo de Nicaragua, que reconoció al sindicato en enero, y de una organización no gubernamental (ONG) de Estados Unidos, Testigo para la Paz.
"Esto podría ser el anuncio de lo que pasará en las zonas libres de América Central", afirmó un activista de la ONG.
A diferencia de lo sucedido en Nicaragua, el sindicato de Camisas Modernas no ha sido reconocido por el gobierno guatemalteco.
El sector de la maquiladora en Guatemala emplea a 80.000 trabajadores, ninguno de los cuales está protegido por acuerdos colectivos de negociación con los empleadores. La sindicalización fue evitada mediante despidos masivos o cierres de fábricas.
Las dos fábricas de PVH emplean a 700 trabajadores y su situación laboral es de las mejores en la industria.
Sin embargo, la compañía siempre se opuso a la sindicalización. Fomentó la creación de un sindicato interno propatronal a principios de los años 90 y un gerente fue acusado de amenazar de muerte a los gremialistas.
La ley guatemalteca establece que si más de la cuarta parte de la mano de obra de una empresa pertenece al sindicato, la dirección debe negociar un acuerdo colectivo. El sindicato de Camisas Modernas solicitó la negociación en septiembre.
La solicitud fue objeto de disputas entre la compañía y el sindicato. Aunque la ley de Guatemala establece que el Ministerio de Trabajo debe intervenir en la negociación, un informe realizado por HRW sostuvo que el ministerio "no cumplió con sus obligaciones".
HRW determinó que el sindicato contaba con más miembros de los necesarios para solicitar la negociación colectiva. La organización no halló evidencias de despidos masivos o intimidación del tipo habitual en la industria por parte de PVH.
Sin embargo, HRW sostiene que los miembros del sindicato en las fábricas de PVH recibieron presiones para retirarse del sindicato o renunciar a la compañía.
La mayoría de los trabajadores de maquila reciben un salario mínimo de 2,50 dólares diarios, insuficiente para vivir. Por tanto, dependen de la realización de horas extras para obtener ingresos suplementarios.
El informe reveló que la compañía utilizaba su poder para elegir a quienes trabajarían horas extraordinarias como un instrumento contra los miembros del sindicato.
En algunos casos, se limitaba hasta 75 por ciento el trabajo suplementario de los trabajadores que pertenecían al sindicato. El informe sostiene que algunos miembros eran asignados a máquinas fuera de servicio.
Asimismo, la compañía ofrecía una generosa compensación monetaria para persuadir a los miembros del sindicato a renunciar.
"Lo que demostramos es que aún cuando las compañías no despiden en forma ilegal a los trabajadores que quieren agremiarse, pueden tomar otras medidas para que la pertenencia al sindicato sea inviable", sostiene Mike McCormick, de HRW.
"El informe subraya la necesidad de una mayor protección internacional para la libertad de asociación laboral en las fábricas en el exterior, especialmente en lugares que los mecanismos para proteger los derechos laborales no funcionan", sostiene Richard Dicker, de HRW.
Además de su relevancia internacional, Coats afirma que la forma clandestina en que los trabajadores de Camisas Modernas se sindicalizaron puede sentar un precedente importante para los sindicatos en América Central.
En vez de exigir la negociación desde el principio, el sindicato primero obtuvo una amplia base de apoyo entre los trabajadores. Los trabajadores de Fortex en Managua también utilizaron esa estrategia. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/aq-jc/lb/97