Presionar en privado, pero aplaudir en público, era, hasta hace poco, la forma de actuar de Estados Unidos frente a México. Hoy, el narcotráfico y la corrupción parecen haber echado la discreción por la borda.
El Congreso de Estados Unidos, el país de mayor consumo de drogas en el mundo, decidió este jueves dar plazos a México y ordenar acciones en materia de combate al narcotráfico. Días antes, fue el gobierno el que, tras difundir un dibujo sombrío de su vecino, prometió "seguirlo presionando".
Molesto por los ataques, el presidente de México, Ernesto Zedillo, aseguró que no se acatarán órdenes externas y advirtió que "pintará su raya" si las acciones de los congresistas estadounidenses, a quienes acusó de exhibir opiniones ofensivas y groseras, logran afectar a su país.
Mientras, políticos, empresarios y organizaciones sociales locales reclamaron con vehemencia por las supuestas violaciones a la soberanía.
"En el pasado, la injerencia de Estados Unidos en los asuntos internos del vecino del sur no era frecuente y siempre se hacía en forma discreta". Ahora ya no. Washington echó la discreción por la borda y "ejerce presión de manera abierta", afirmó el historiador Lorenzo Meyer, del prestigioso Colegio de México.
El Congreso de Estados Unidos dio un plazo de 90 días para que México autorice la presencia de más miembros de la agencia antidrogas de ese país (DEA), permita que agentes extranjeros porten armas, combata con mayor fuerza la corrupción y agilice las extradiciones.
Si no se cumple con los requisitos, advirtió que retirarán a México la certificación por su lucha antidrogas entregada por el presidente Bill Clinton el 28 de febrero, lo que podría afectar los esquemas de cooperación estabecidos desde hace décadas.
"Que hagan lo que les de la gana y que se atengan a las consecuencias", declaró el canciller mexicano José Gurría, luego de reiterar que su país no aceptará ningun condicionamiento externo.
Según Clinton, quien tiene programado visitar México el 11 y 12 de abril, la resolución del Congreso es "la manera equivocada para continuar y profundizar la cooperación sin precedente" que se está recibiendo del país latinoamericano en la guerra contra las drogas.
Antes de que el Congreso tomara la resolución de condicionar cooperación con México para la lucha antidrogas, Clinton declaró que continuaría presionando para que tome "duras acciones", mientras la Secretaria de Estado, Madeleine Albright, indicó que el vecino fue puesto "bajo el microscopio".
Barry McCaffrey, jefe de la oficina de Política Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos, declaró ante diputados de su país, al justificar la certificación a México, que su gobierno destaca el trabajo de Zedillo en público, pero presiona en privado.
El señalamiento, rechazado en México, fue seguido por la difusión de notas en la prensa estadounidense que afirmaron que el gobierno del país vecino cedió a varias demandas para obtener la certificación, que este año fue puesta en duda por el vínculo con el narcotráfico del jefe antidrogas mexicano.
Días antes de obtener la evaluación positiva, las autoridaes mexicanas anunciaron la detención de un importante narcotraficante y mantuvieron en reserva la noticia de que otro se había escapado de las propias oficinas de la entidad antidrogas.
"La vulnerabilidad de los actuales líderes mexicanos frente a las presiones de Estados Unidos es sólo una de las consecuencias de la patética incapacidad del gobierno mexicano para responder al desafío que representan los señores de la droga", dijo Meyer.
Un informe presentado al gobierno de Estados Unidos por el Departamento de Estado antes de que decidiera certificar a México, dibuja un país dominado por el narcotráfico, con políticas inestables, corrupción e "imperios criminales bien pertrechados".
"México es la principal ruta de tráfico para la cocaína de América del Sur, la mayor fuente de marihuana y heroína y el más grande abastecedor de metanfetamina para el mercado de Estados Unidos", apunta el informe, publicado parcialmente en la prensa del país latinoamericano.
Zedillo dijo que el Congreso de Estados Unidos busca pretextos para no enfrentar con y claridad el problema del consumo de drogas en ese país.
Pero el analista Sergio Sarmiento sostiene que mientras México no logre transformarse en un país económica y políticamente fuerte, continuarán las presiones y tensiones con Estados Unidos. (FIN/IPS/dc/ag/ip/97