/DERECHOS HUMANOS/RUANDA: Aldea de la paz cierra viejas heridas

Despúes de las masacres y los éxodos en masa y a pesar de la miseria, un grupo de mujeres ruandesas intenta reconstruir sobre las ruinas sus vidas deshechas por la guerra en una de las llamadas aldeas de la paz.

Son sobrevivientes de la masacre de Ntarama, una localidad situada 45 kilómetros al sur de Kigali, en la que más de 5.000 ruandeses integrantes de la minoría tutsi fueron asesinados por grupos de hutus.

La Aldea de la Paz, que lleva el nombre del presidente sudafricano Nelson Mandela, fue erigida por dos organizaciones de mujeres, Pro-Femmes y Assoferwa.

Comprende 29 viviendas, de las cuales 26 están ocupadas por viudas que cuidan a 110 huérfanos de Ntarama y zonas cercanas.

"El refugio es la base de nuestros programas", enfatizó Jeannette Kagame, esposa del presidente de Ruanda, Paul Kagame, y presidenta de Assoferwa.

La aldea cuenta con centros de salud, nutrición y confección de ropa. Un centro recreativo y una escuela primaria se construirán en el futuro.

"Siento que mis 27 años en prisión no pueden compararse con el genocidio de hombres, mujeres y niños en Ruanda y especialmente en esta aldea", expresó Nelson Mandela en un mensaje enviado para la inauguración de la aldea de la paz.

"Pienso que esta aldea representa un pequeño paso para realizar la gran tarea de brindar un nuevo futuro a la nación", y que ayudará a cicatrizar las heridas de las atrocidades cometidas en 1994, agregó.

Pero todavía queda mucho por hacer para ayudar a las mujeres en la aldea de Nelson Mandela a vencer las consecuencias del genocidio.

La mayoría de las mujeres en el centro de nutrición son viudas, madres sustitutas que perdieron a sus propios hijos, o mujeres que fueron violadas y quedaron embarazadas contra su voluntad.

"Mi esposo fue asesinado en la iglesia", dijo Jacqueline Karwera, de 27 años y madre de tres hijos. "No tengo comida para los niños que dejó".

Como Karwera, la mayoría de las mujeres enviudaron a edad temprana. En la actualidad, tienen dificultades para sobrellevar las consecuencias del genocidio.

"Hasta el cielo nos traicionó", dijo Mukambano, viuda de 25 años con cinco huérfanos. "Empezamos a cultivar verduras pero no hubo lluvias".

Ntarama es una de las 77 aldeas donde las matanzas de la mayoría hutu contra la minoría tutsi en 1994 fueron confirmadas por las autoridades.

Un grupo de mujeres de varios países africanos visitó la aldea hace unos días y fue testigo de las consecuencias del horror causado por el genocidio.

"Mientras que los hombres peleaban en las colinas contra las milicias Interahamwe (hutus) y los soldados del gobierno anterior, mujeres y niños se refugiaron en la iglesia del pueblo", dijo el ministro de Educación superior, Joseph Nsengimana.

La iglesia no detuvo el genocidio. Por lo menos 5.000 personas murieron en la iglesia de Ntarama a manos de los hutus, quienes retiraron todas las puertas y ventanas del lugar antes de asesinar a sus víctimas con granadas, armas de fuego, machetes y hachas.

El olor de restos humanos todavía emana de la destartalada estructura, cuya cruz de madera se mantiene en su lugar, recordando el lugar de culto que fue.

Las visitantes, que llegaron a Ruanda para asistir a una Conferencia de Mujeres Panafricanas sobre Paz, Género y Desarrollo, organizada por las organizaciones de mujeres Pro- Femmes y Assoferwa, tuvieron oportunidad de ver los restos de algunas de las víctimas en una choza junto a la iglesia.

"Tuvimos matanzas en mi país, pero nada se compara con las atrocidades que se cometieron aquí", exclamó una delegada de Sudán. Otras, de Somalia y Sierra Leona, apenas podían contener las lágrimas al escuchar la narración sobre la carnicería.

A pesar de las dificultades, la Aldea de Nelson Mandela testimonia el esfuerzo de un grupo de mujeres africanas, sobrevivientes de un "pueblo de muertos", por crear un refugio de paz. (FIN/IPS/jbk/kb/aq-jc/hd/97

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