Brasil no cumplió los compromisos asumidos en la Cumbre de la Tierra en 1992, al igual que la mayoría de los países, pero se expone más a las críticas por ser anfitrión en esta ciudad del Foro "Río más Cinco", que evalúa desde el día 13 la marcha ambiental del planeta.
Cinco años después de la gran conferencia que se celebró en Río de Janeiro, sólo unos 80 países constituyeron sus Consejos de Desarrollo Sustentable y menos de la mitad elaboraron sus planes y metas nacionales de acuerdo a la Agenda 21 aprobada en 1992.
El gobierno de Brasil no concluyó su Agenda 22 y solo creó la Comisión de Políticas de Desarrollo Sustentable el pasado 26 de febrero, muy tarde y "de manera insatisfactoria", en una maniobra para neutralizar críticas, según acusaron organizaciones no gubernamentales.
"Es un chiste", comentó Joao Paulo Capobianco, director del no gubernamental Instituto Socioambiental, quien señaló que se creó una comisión vinculada al gobierno, no independiente, pues la sociedad civil tendrá apenas cinco representantes frente a siete gubernamentales.
El Foro Brasileoño de Organizaciones no Gubernamentales y Movimientos Sociales, que representa a 365 organizaciones, divulgó el día 10 una nota que condena la nueva Comisión como un retroceso en relación a otra instituída en 1994 que nunca llegó a ser instalada.
"Es incomprensible" que esa comisión sea subordinada a una Cámara Técnica de Recursos Naturales, organismo que responde al gobierno, criticó la coalición de organizaciones no gubernamentales.
Eso indica que el gobierno limita el desarrollo sustentable al "tratamiento sectorial de cuestiones propias a los recursos naturales", desconociendo que su "espacio institucional más adecuado es el Ministerio de Planificación", añadió.
Otro retroceso, "incluso en relación al régimen militar", es que no se definieron los sectores de la sociedad representados en la Cámara y su derecho a indicar los propios delegados.
La creación "en el papel" del consejo, sin su instalación, habría dejado a Brasil fuera de los 80 países invitados a enviar dos delegados de sus Consejos Nacionales de Desarrollo Sustentable, un gubernamental y otro de la sociedad civil, al Foro Río más Cinco.
Pero se le abrió una excepción, por tratarse del país anfitrión.
La creación de la Comisión brasileña es "el primer resultado concreto de Río más Cinco en el país", celebró Samira Crespo, coordinadora del área ambiental del Instituto de Estudios de Religión, una importante organización no gubernamental que, pese a su nombre, se ocupa de cuestiones diversas.
"Está claro que, para el gobierno brasileño, el ambiente no es prioridad, pues recibe un presupuesto muy pequeño y depende de esfuerzos individuales. El ministerio de ambiente no tiene capital político", evaluó Crespo.
La experta considera muy positiva la realización del Foro Río más Cinco, pese a las críticas de muchas organizaciones no gubernamentales a su "carácter empresarial", y arguyó que la participación de los empresarios es indispensable para el desarrollo sustentable y, además, son minoritarios en la reunión.
El gobierno brasileño, aunque vulnerable por los "escasos avances" reconocidos incluso por autoridades ambientales, logró mostrar que los últimos cinco años no se perdieron.
El Ministerio del Medio Ambiente promovió desde el lunes un seminario y una muestra sobre cien proyectos ambientales que eligió entre las mejores del país, que comprueban buenos resultados y apuntan caminos.
El éxito se debe a la ejecución local y a la participación de la sociedad en proyectos impulsados por organizaciones no gubernamentales, autoridades locales o estaduales.
Estos proyectos, además de proteger el ambiente, generaron ingresos para los pobres y solucionaron problemas de agua, basura, salud y educación, con pocos recursos.
Un ejemplo es la recuperación de manglares en Vitoria, una capital estadual del centroeste de Brasil. El proyecto de 20 millones de dólares benefició a 15.000 familias con mejores viviendas, saneamiento básico, escuelas y empleos, salvando del deterioro un área importante para reproducción de peces.
Las buenas prácticas indican que la descentralización de la acción estatal, la participación social y la creatividad pueden superar la falta de recursos e impulsar el desarrollo sustentable, según Thais Corral, dirigente de una organización no gubernamental y asesora del Ministerio de Medio Ambiente. (FIN/IPS/mo/ag- mj/en/97