La población de Bujumbura, la capital de Kigali, volvió a sufrir inerme la violencia racial, que la noche de este miércoles se cobró seis muertes a causa de la explosión de tres minas antitanque.
Los ataques con minas fueron posteriores a un frustrado intento de asesinato esta semana contra el presidente Pierre Buyoya, perteneciente a la mayoritaria etnia tutsi, en el que estuvieron involucrados un capitán del ejército y tres civiles.
El coronel Isaie Nibizi, portavoz del ejército de Burundi, dijo a IPS que la renovada ola de violencia se relaciona con el intento de asesinato.
"Sospechamos que el ala extremista tutsi del Partido para la Renovación Nacional (Parena) y la oposición armada hutu del Frente de Defensa de la Democracia (FDD) están detrás de los asesinatos del miércoles", dijo Nibizi a IPS en una conversación telefónica.
"La gente se había confiado en que la seguridad en la capital era completa", dijo una fuente oficial este jueves.
Las minas antitanque que sembraron el pánico en toda la ciudad fueron supuestamente instaladas en tres diferentes lugares por personas sin identificar a bordo de un automóvil. Tres vehículos chocaron contra los artefactos durante la noche.
"No se puede imaginar lo asustados que estamos. Ni siquiera nos atrevemos a salir a la calle", dijo a IPS una amiga de uno de los muertos, quien pidió reserva sobre su identidad.
"Es difícil saber el número exacto de muertos y heridos", agregó.
Buyoya tomó el poder el 25 de julio de 1996 a través de un golpe militar.
La situación está ahora bajo control, aseguró Nibizi. "Los extremistas parecen haberse unido", agregó.
El ex presidente y líder del Parena, Jean Baptiste Bagaza, fue arrestado el mes pasado por incitar a la desobediencia civil con la intención de derrotar al régimen de Buyoya.
El ejército y la policía incrementaron su patrullaje en las calles de Bujumbura luego de los atentados del miércoles, pero los chequeos de seguridad serán difíciles de implementar, según un activista de derechos humanos.
"¿Cómo distinguir a un conductor bien intencionado de un criminal con explosivos?", se preguntó. El activista agregó que muchos vehículos permanecen largo tiempo en las calles debido a la escasez de combustible, por el embargo impuesto a Burundi tras el golpe de estado.
La seguridad mejoró en otras partes del país, pero los activistas de derechos humanos afirman que los rebeldes hutu del FDD continúan representando una amenaza.
"El ejército tenía la situación bastante controlada", sostuvo Nibizi, quien, sin embargo, admitió que hubo ataques esporádicos contra campos de desplazados por parte de rebeldes hutu en algunas zonas de Burundi.
En Rumonge, una provincia rural, los insurgentes atacaron un campo y mataron a 10 personas, incendiaron una gasolinera y saquearon tiendas del centro comercial.
La ola de violencia en Bujumbura y el intento de asesinato contra Buyoya es considerado por los analistas de la región una señal del creciente conflicto entre el presidente y su gabinete, mayoritariamente tutsi moderado, y una las facciones extremistas tutsi de varios partidos políticos.
El conflicto podría acabar con la campaña de pacificación emprendida por el mandatario. (FIN/IPS/tra-en/jbk/pm/mj/ip/97