BRASIL: Caucho emigrado se vuelve contra sus orígenes

Los productores de caucho natural en Brasil buscan alternativas para sobrevivir, ante la avasalladora competencia del sudeste asiático, en un caso ejemplar de recursos vegetales emigrados que se vuelcan contra sus orígenes.

Malasia, Indonesia y Tailandia dominan hoy el mercado mundial, con 85 por ciento de la producción, a partir bosques de hevea brasiliensis, el árbol proveedor de latex más conocido como "seringueira", llevado desde la Amazonia por los británicos a su entonces colonia malaya, hace 120 años.

Los "seringueiros", que extraen el caucho en la selva amazónica, acamparon en Brasilia en los primeros días de este mes, reclamando medidas en defensa de su actividad, reconocida como ambientalmente benéfica, por mantener los bosques nativos.

El presidente Fernando Henrique Cardoso los recibió y les ofreció un subsidio que les permitirá competir con el caucho importado desde Asia, 40 por ciento más barato que el brasileño.

Es un "costo ambiental", aceptó el mandatario.

También los silvicultores, que cultivan la hevea brasiliensis fuera de la Amazonia, iniciaron una ofensiva, reivindicando medidas contra la importación de caucho asiático, que consideran subsidiado, además de reducción de tributos y otras facilidades para el sector.

Los exportadores del sudeste asiático cuentan con crédito a largo plazo sin interés y pagan salarios muy bajos, menos de cien dólares, sin cargas sociales ni beneficios como vacaciones, argumentó un líder de los productores.

Eso constituye un verdadero "dumping social", ya que la mano de obra corresponde a 70 por ciento de los costos de producción, dijo a IPS Carlos Alberto de Brito Soares, director del Departamento de Caucho de la Sociedad Rural Brasileña, asociación de grandes agricultores.

Las importaciones amenazan el cultivo y la extracción nacional, pese a una ley de 1967 que obliga a las industrias a adquirir al menos 46 por ciento de esa materia prima producida en el país, a un precio fijado por el gobierno, equivalente hoy a 2.470 dólares por tonelada, contra 1.800 de la importada.

Brasil debe producir unas 60.000 toneladas este año. Sin vender toda su cosecha, los productores tienen que soportar los gastos de existencias que ya suman 8.000 toneladas en un país de altos intereses, se quejó Brito Soares.

El consumo nacional de 120.000 toneladas anuales se complementa con creces por la importación y Brasil compra además otras 40.000 toneladas para reexportación, tras convertirlas en bienes industriales.

Es una situación humillante para el país en perspectiva histórica, porque Brasil tenía el monopolio mundial del caucho natural en el siglo pasado, cuando era un producto exclusivamente extractivo. La segunda mitad del siglo pasado y los primeros años del actual fueron un período de riqueza en la Amazonia.

A partir de entonces, cuando la naciente industria automovilística provocó una explosión del consumo, la producción en plantaciones, especialmente de Malasia, superó a la brasileña. En los años 20 la superproducción destruyó la economía cauchera amazónica.

Brasil pasó de ser el mayor exportador mundial a importador. En los años 70 el gobierno brasileño promovió una gran campaña de recuperación al menos de la autosuficiencia, estimulando la silvicultura de seringueiras por todo el país.

En la actualidad, 16 de las 26 estados brasileños tienen sus plantaciones, pero dependen de protección legal para mantener la actividad y las importaciones impiden su expansión, ante la reconocida mayor productividad del sudeste asiático.

Brito Soares confía en que Brasil ganará competitividad si se cumple la reducción de costos tributarios, financieros y de transportes prometida por el gobierno, y especialmente si avanzan investigaciones para hacer más productivos los árboles nacionales.

"Es cuestión de tiempo", comentó Brito Soares, y añadió que el caucho natural tiene gran importancia social, por el uso de gran cantidad de mano de obra especializada. Hoy emplea en forma directa a 70.000 trabajadores y genera otros 350.000 empleos indirectos.

Además, mejora el medio ambiente, al reforestar áreas deterioradas. La seringueira es el árbol que más saca dióxido de carbono del aire y lo fija en el suelo. Este gas es el gran responsable por el efecto invernadero que está calentando la tierra.

Seringueiros y productores luchan contra lo que parece ser fatal en las migraciones vegetales, que han sido tan o más intensas que la humana. En general las plantas se hacen más productivas en tierras receptoras, condenando a su lugar de origen a la inferioridad comercial.

El banano, que se convirtió en un símbolo de exportación de América Latina no es un producto autóctono, sino originario del sudeste asiático.

En relación al sudeste asiático, mayor competidor en productos forestales, Brasil se venga con el eucalipto, árbol de origen australiano que permitió fuerte competitividad a la industria brasileña de celulosa, destacó Paulo Domingues, director de la asociación de los exportadores del producto. (FIN/IPS/mo/ag/dv/97

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