ASIA ORIENTAL: China en la cuerda floja entre las dos Coreas

La huida de un alto funcionario de Corea del Norte a la embajada de Corea del Sur en China obliga a Beijing a mantener un delicado equilibrio entre su vieja amistad política con una y su flamante alianza económica con la otra.

El incidente, relegado a las páginas interiores de los diarios por la muerte de Deng Xiaoping, comenzó cuando el norcoreano Hwang Jang Yop, estrechamente vinculado al líder del comunista Partido de los Trabajadores (PTC) en el gobierno, Kim Jong Il, pidió en febrero asilo a la embajada de Corea del Sur en China.

El gobierno de China llamó a la calma y apostó docenas de policías antimotines fuera de la embajada para impedir la irrupción de norcoreanos que acusaron a Seúl de secuestrar a Hwang.

Este funcionario de 73 años es el de mayor prestigio entre los muchos que han pedido asilo a Corea del Sur. Según los informes, estaba ubicado hasta su defección en el lugar 26 de la jerarquía del PTC.

Hwang era pariente de Kim Il Sung, fundador del régimen y "Gran Líder" del gobierno estalinista hasta su muerte en 1994, y le enseñó marxismo-leninismo a su hijo y sucesor Kim Jong Il.

Beijing llamó a Seúl y Pyongyang a la sensatez para resolver el conflicto. Las tensiones se aflojaron cuando Deng, líder supremo del gobierno de China, murió el 19 de febrero y el gobierno declaró un período de luto de seis días.

Tang Guoqiang, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, dijo a los periodistas extranjeros poco después del ingreso de Hwang a la embajada de Corea del Sur que su gobierno no había previsto las intenciones del funcionario norcoreano, quien viajaba desde Tokio.

El funcionario no se registró en un hotel de Beijing cuando llegó allí, explicó Tang.

Beijing y Pyongyang tienen un acuerdo que permite a sus ciudadanos viajar entre ambos países sin necesidad de visado.

China hace gala de su capacidad de equilibrismo en su relación con las enemigas Corea del Sur y Corea del Norte desde que estableció un vínculo diplomático pleno con Seúl en 1992.

El ejército chino combatió en la guerra de Corea (1950-1953) junto a los comunistas que hoy gobiernan en el norte de la península, pero la rica Corea del Sur se ha convertido en el transcurso de cuatro decenios en uno de los principales socios comerciales del gigante asiático.

Técnicamente, Corea del Sur y Corea del Norte continúan en guerra, pues no se ha sellado aún la paz definitiva.

El comercio bilateral entre China y Corea del Sur alcanzó el año pasado 19.900 millones de dólares, mientras el intercambio con la vecina del norte fue de apenas 566 millones, según la estatal Oficina de Estadísticas en Beijing.

"La relación de China con Corea del Norte es una reliquia de la guerra fría. En cambio, la relación con Corea del Sur es un ejemplo de que el comercio es la fuerza motora del mundo tras el fin del conflicto", dijo a IPS un diplomático apostado en Beijing.

Para China, el dilema es entre ideología y negocios. La publicidad que le dio Seúl a la defección de Hwang dejó en una posición embarazosa a Beijing, que tradicionalmente ha entregado a Pyongyang a los norcoreanos que pretenden huir a través de su territorio.

China tampoco desea en esta ocasión generar con sus actitudes malestar en su vieja aliada estalinista, a pesar de que la situación es más delicada que en episodios precedentes.

"Me temo que este problema no se resolverá tan rápidamente como sería de imaginar", dijo Guo Chongli, portavoz del gobierno de China.

De acuerdo con distintas fuentes, Beijing aspira a entregar a Hwang a Seúl y pronto comenzará a conversar con Pyongyang para resolver cómo lo hará.

La de este funcionario fue la última en una serie de deserciones de altos dirigentes de Corea del Norte en los últimos meses.

Al principio, los gobernantes comunistas procuraron su regreso, pero luego manifestaron que no estaban interesados en el retorno de los traidores.

Estos incidentes se combinaron con otros de naturaleza militar que enrarecieron las relaciones de las dos Coreas con China. En septiembre, dos docenas de comandos norcoreanos irrumpieron por medio de submarinos en territorio de Corea del Sur.

Pyongyang justificó su actitud pero, al mismo tiempo, indicó que consideraba la posibilidad de participar en conversaciones cuatripartitas con Seúl, Beijing y Washington en procura de un acuerdo de paz definitivo que normalizaría la situación en la península.

Corea del Norte carece de cereales y otros alimentos. Las agencias humanitarias internacionales afirman que el hambre se ha generalizado.

Pyongyang aceptó, a causa de sus necesidades financieras, la recepción de residuos nucleares de Taiwan en su territorio a cambio de dinero. El acuerdo agravó los conflictos.

Seúl afirmó que, además del perjuicio ambiental que supone el contrato, el dinero dará aire al régimen que, fortalecido, continuará bloqueando la estabilidad en la región. (FIN/IPS/tra- en/ab/ral/mk/ip/97

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