AMRICA LATINA: El nuevo regionalismo empresarial

Lo que parecía imposible empieza a tornarse realidad. Algunos empresarios privados latinoamericanos, adeptos de la globalización económica, pasaron recientemente a adoptar posturas de corte proteccionista, especialmente en el ámbito del Mercosur.

El fenómeno ganó visibilidad a raíz de las divergencias entre los cuatro países del bloque sudamericano y el gobierno de Estados Unidos, la nación líder del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), en torno a la creación del Area de Libre Comercio de América (ALCA).

Los socios del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) defienden el fortalecimiento de bloques subregionales como paso previo a la formación de una zona de libre comercio en todo el continente.

En tanto, Estados Unidos quiere saltar etapas para llegar de inmediato al ALCA, lo que inevitablemente consolidaría su hegemonía económica en el hemisferio occidental.

"Está en curso una nueva ola proteccionista", pronosticó el brasileño Paulo Villares, jefe del poderoso grupo empresarial Villares, del sector metalúrgico, en una entrevista al diario Gazeta Mercantil. La idea fue retomada por Daniel Klabin, del grupo papelero Klabin, líder del sector en Brasil.

Klabin mencionó a la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) como organismos que ven con simpatía la nueva posición proteccionista adoptada por algunos influyentes líderes empresariales en el continente.

La nueva variante es marcadamente regional en oposición al concepto clásico, limitado al ámbito nacional. Empresarios como Villares y Klabin piensan en el Mercosur y no ya sólo en el mercado de sus respectivos países.

Pero esa no parece ser la única peculiaridad de la nueva ola. También algunas empresas transnacionales, tradicionalmente asociadas a los intereses comerciales norteamericanos, han adoptado una actitud sorpresivamente neutral en la polémica entre Mercosur y TLC.

Megaconglomerados automovilísticos como General Motors y Ford, sintomáticamente no han tomado partido, hasta ahora, en la polémica creada por la fuerte presión estadounidense contra la decisión brasileña de limitar la importación de coches producidos fuera del Mercosur.

El regionalismo económico es considerado por muchos norteamericanos como la versión contemporánea del nacionalismo latinoamericano tradicional, calificado como "jurásico" por los heraldos de la globalización sin límites. Pero las coincidencias tal vez se limiten a las querellas con Estados Unidos.

El viejo nacionalismo era ideológico. El nuevo regionalismo económico es pragmático, al menos por ahora. El modelo anterior se apoyaba en la tutela estatal y la planificación centralizada. El actual tiene sus bases en el libre mercado y en las empresas privadas. Antes la autosuficiencia era la meta principal. Ahora es la integración y la interdependencia económica y comercial.

En ese sentido, el novedoso fenómeno regional en América Latina de alguna forma se inspira en las más recientes tendencias surgidas en varios países de la Unión Europea, la experiencia pionera en materia de integración económica en el mundo, donde las resistencias a la globalización sin limites también están creciendo en Francia, Italia y Alemania. (FIN/IPS/cc/ag/ip-if/97

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