AMERICA LATINA: La crisis ataca y la redistribución se estanca

Las crisis que en los dos últimos años afectaron a México, Argentina y Venezuela repercutieron de inmediato en mayor pobreza, mientras la distribución del ingreso sigue estancada en casi toda América Latina.

Estos son dos de los aspectos centrales consignados en el Panorama Social 1996 de la región, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la agencia regional de la Organización de Naciones Unidas (ONU) con sede en Santiago de Chile.

El estudio, elaborado en conjunto con otras agencias de la ONU, incluye un completo seguimiento estadístico de los indicadores sociales entre 1990 y 1994, actualizando los aspectos principales hasta mediados de 1996.

Entre 1990 y 1994 la pobreza disminuyó en la región de 41 a 39 por ciento de la población, aunque en números absolutos aumentó de 197,2 a 209,3 millones de personas.

Estos datos se comparan desfavorablemente con 1980, es decir antes de que irrumpiera la recesión provocada por la crisis de la deuda externa, cuando América Latina tenía 135,9 millones de pobres, equivalentes a 35 por ciento de su población.

Si bien no se dispone de estadísticas completas, se observa que entre 1995 y comienzos de 1996 hubo avances importantes en la lucha contra la pobreza en Chile, Perú y Brasil, y retroceso en México, Argentina y Venezuela.

Al margen de esos seis países, en el resto de la región los porcentajes de pobreza se habrían mantenido invaribales o reducido sólo de manera muy leve, indica el Panorama Social 1996 de América Latina.

En el análisis de la distribución del ingreso "se concluye que persisten en la región elevados niveles de desigualdad y rigidez en la mejoría, incluso en países que han logrado altas tasas de crecimiento" (como Chile y Perú), indica el informe.

La extrema pobreza o indigencia, de 15 por ciento de la población regional en 1980, aumentó a 18 por ciento en 1990 y bajó sólo un punto hasta 1990, para situarse en 17 por ciento, incrementándose en términos absolutos de 91,9 a 98,3 millones de latinoamericanos en los cuatro primeros años de esta década.

Según sistemas internacionales de medición, se considera pobres a los hogares cuyos ingresos no alcanzan a cubrir el costo de dos canastas básicas de alimentos y de extrema pobreza a aquellos que ni siquiera solventan el costo de una canasta básica.

"En América Latina todavía uno de cada seis hogares no logra satisfacer sus necesidades alimentarias, ni siquiera si destinaran a ello la totalidad de sus escasos ingresos", puntualiza el estudio.

La mínima reducción de los índices de pobreza e indigencia confirman las advertencias de Cepal en el sentido de que la región no logra recuperar aún la tendencia de desarrollo social previa a la "década perdida" de los años 80.

El mundo rural sigue en retraso respecto del urbano, con una baja de sólo un punto de su índice de pobreza, de 56 a 55 por ciento entre 1990 y 1994, y un estancamiento de la indigencia en 33 por ciento en el período.

El informe destaca los casos de Chile y Uruguay como los dos únicos países que hacia 1994 habían logrado reducir la pobreza a proporciones inferiores a las de 1980, en contraste con el retroceso de comienzos de la década en Brasil y Venezuela.

Argentina, Bolivia, México, Panamá y Perú, que hacia 1990 alcanzaron "niveles cúspide" en materia de incremento de la pobreza, logaron significativa mejoría hacia 1994.

Pero desde fines de ese año irrumpió la crisis financiera en México, con coletazos de recesión en Argentina y Uruguay, lo cual provocó retroceso social por lo menos en los dos primeros países mencionados, por la caída del producto y el mayor desempleo.

La crisis fue igualmente el rasgo distintivo de la economía de Venezuela en 1995 y 1996, con altas tasas de inflación y retroceso en la lucha contra la pobreza.

En materia de avances por países, la contribución más importante de los dos últimos años está en el éxito del plan de estabilización en Brasil, en tanto Chile y Perú muestran también reducción de la pobreza gracias al crecimiento del producto.

Informes anteriores de Cepal advirtieron este año la creciente y estrecha relación entre el aumento del producto interno bruto (PIB) y el mayor empleo y la reducción de la pobreza, en una ecuación que en cuadros recesivos tiene como resultado mayor pobreza.

La reducción de los índices de pobreza que posibilitan el crecimiento del PIB y la mayor oferta de empleo marchan sin embargo a un ritmo muy lento en relación a la magnitud del problema, según demuestra este Panorama Social 1996.

El informe suministra varias claves para exlicar el fenómeno, que van desde la rigidez de las estructuras salariales en varios países, hasta los porcentajes todavía bajos del gasto social, especialmente en educación, en muchas naciones.

Pero el gran obstáculo parece radicar en la persistencia de la desigualdad en la distribución del ingreso, lo cual significa que los logros regionales en materia de recuperación económica de esta década favorecen sustancialmente a la cúspide de la pirámide socioeconómica.

"Se observa (entre 1990 y 1994) que la participación en el ingreso total del 10 por ciento de los hogares de más altos ingresos ha tendido a aumentar, mientras la del 40 por ciento más pobre se ha mantenido o incluso ha disminuido", indica Cepal. (FIN/IPS/ggr/ff/if dv/97

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