AMERICA LATINA: En Salud mental el género sí importa

Depresión y ansiedad son problemas que afectan en mayor medida a las mujeres, que están sometidas además a desarreglos hormonales que modifican su comportamiento y patrones culturales que tienden a desvalorizarlas como personas.

Tal vez debido a estos factores, muchos profesionales de la salud tienden a recetar indiscriminadamente benzodiazepinas (tranquilizantes), en lugar de buscar la raíz de los trastornos. En forma paralela, se han mostrado indiferentes frente al estudio de la salud mental de las mujeres.

Pero la tendencia comienza a revertirse a la luz de los últimos descubrimientos de la organización funcional del cerebro humano y las diferencias neurobiológicas entre hombres y mujeres.

"En salud mental el genero sí importa", asegura la psiquiatra Martha Rondón, representante en Perú de la Sección sobre Salud Mental de la Mujer de la Asociación Mundial de Psiquiatría.

"Al estudiar las diferencias entre los géneros y los factores que intervienen sobre ellas, vamos a aprender datos valiosos que nos permitirán atender mejor a nuestros pacientes, como personas individuales y proporcionarle a la mujer servicios adecuados y sensibles a sus necesidades', enfatiza.

En el Seminario sobre Autoestima y Salud Mental de las Mujeres, realizado en República Dominicana, la psicóloga Esther Moncarz denunció que muchos médicos pretenden silenciar las desigualdades de género con tranquilizantes y ansiolíticos.

"Cuántas veces hemos escuchado a las mujeres expresiones tales como estoy harta, no puedo más, estoy fregada, que expresan una situación de hartazgo y sin embargo lo que pueden estar expresando en realidad es frustración y sentimientos depresivos", se interrogó.

"Esa medicación no sólo afectará la autoestima de quien la padece, sino que promoverá la dependencia y muchas veces generar adicción", señaló Moncarz.

Uno de los principales problemas de salud mental de las mujeres latinoamericanas, según los especialistas, es el uso indiscriminado y masivo de tranquilizantes y ansiolíticos, pero en opinión de quienes empiezan a investigar el tema, detrás de ello subyacen problemas más graves.

"Hay mujeres que sufren de soledad, que padecen depresiones agudas o situaciones familiares que podrían ser corregidas pero se tapan a punta de benzodiazepinas cuyo uso prolongado puede incluso agravar el cuadro", precisa Rondón.

"Es cierto que las mujeres doblan a los varones en consumo de psicofármacos, pero hay otros datos que nos describen mejor lo que está pasando con la salud mental de las mujeres y por qué es pertinente un tratamiento de género', afirmó.

Las escasas estadísticas sobre salud mental que existen revelan que en América Latina el número de mujeres que padecen depresión es el doble que el de varones. Las mujeres casadas presentan índices más altos de depresión que las solteras y por cada hombre nuerótico existen tres mujeres en la misma condición.

De otro lado, investigaciones recientes han encontrado una estrecha relación entre la producción de hormonas en las diversas etapas de la vida de una mujer y su salud mental.

Muchas de esas etapas, como la adolescencia o la menopausia por ejemplo, están marcadas culturalmente porque van acompañadas de cambios de expectativas y fijación de roles estereotipados que vuelven más vulnerables emocionalmente a las mujeres.

El temor a enfrentar esos nuevos roles lleva a recubrir esas etapas de la vida de la mujer con mitos o ideas equivicadas que lesionan su salud mental.

La socióloga sueca Jeanine Anderson quedó muy impactada al descubrir que entre las adolescentes de estratos pobres de Lima subsiste la idea de que una menstruación retrasada puede devenir en locura o producir lesiones irreversibles en las mujeres, "al no poderse expulsar la sangre mala".

En su opinión, tras estas creencias se esconde un problema que no es abordado: la dificultad de muchas jóvenes para aceptar su nuevo cuerpo y el desarrollo físico propio de la adolescencia, lo que conlleva una problemática social y cultural mucho más profunda que afecta su autoestima y las daña emocionalmente.

Otra psiquiatra peruana, Alicia García, señala que el síndrome premenstrual (SPM) es padecido por 20 por ciento de mujeres, de las cuales cinco por ciento desarrolla trastornos que las incapacita transitoriamente, al punto que en Francia y Gran Bretala es considerado un atenuante en la comisión de crímenes.

De otra parte, entre de 50 a 70 por ciento de mujeres experimentan depresión posparto, que deviene en severa en 15 por ciento de los casos.

Por último, la menopausia también está influida por factores biológicos, psicológicos y socioculturales que aumentan la vulnerabilidad de la mujer a trastornos psiquiátricos, afirma García.

Los especialistas adiverten que todos estos procesos son reversibles siempre y cuando se cuente con ayuda y tratamiento adecuados, una utopía para millones de mujeres de la región que ni siquiera cuentan con accesos a servicios básicos de salud, en los cuales por cierto, no está incluida la salud mental. (FIN/IPS/zp/ag/he-pr/97

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