/AMBIENTE/: Industria maderera amenaza últimos bosques vírgenes

La industria maderera es la principal amenaza para los bosques naturales que se conservan en el mundo, advirtió el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), que se apartó del dictamen en la materia de FAO y el Banco Mundial.

La mayoría de esos "bosques fronterizos" que se abren al costado de áreas depredadas se hallan en el hemisferio norte, y especialmente en Rusia y Canadá.

El resto de la masa boscosa conservada en su forma original se encuentra en el norte de la Amazonia, sobre territorio de Brasil, Venezuela y Colombia, y también en el escudo de la Guayana, que abarca parte de Guyana, Suriname y de la Guayana francesa, y en la cuenca del río Congo, en Africa occidental.

Los bosques del sur están más amenazados que la masa forestal del norte por las industrias maderera y minera, por la exploración de fuentes de energía y por la presencia de población aluvional, observó el WRI en un informe titulado "Bosques de última frontera: El límite entre ecosistemas y economía".

El duro clima, la pobreza del suelo y otros factores dificultan la actividad maderera en gran escala y las operaciones de los minros en las áreas forestales de Canadá y Rusia, explicó el instituto.

El informe, apoyado en el trabajo de 90 expertos en materia forestal, fue preparado para el lanzamiento de la Iniciativa de Bosques Fronterizos, un plan a cinco años destinado a la conservación y el cuidado de esas zonas.

El WRI exhortó a los países interesados a mantener los bosques fronterizos como parques protegidos o reservas naturales. Así mismo, solicitó asegurar prácticas sostenibles en las zonas forestales que los rodean, para utilizarlas como amortiguadores de la depredación.

El instituto calcula que sólo 20 por ciento de los bosques originales de la Tierra pueden ser claisificados como bosques fronterizos. La masa forestal cubría la mitad de la superficie terrestre cuando surgió la agricultura, hace 8.000 años.

Para ser catalogados como bosques fronterizos, deben ser grandes, permanecer suficientemente intactos como para servir de santuario a todas sus especies indígenas, y sobrevivir indefinidamente sin la intervención humana.

Setenta y seis de los 123 países estudiados por los autores del informe ya no cuentan prácticamente con bosques vírgenes. Las regiones deforestadas son Europa, con la excepción de Rusia, Africa del norte y austral, Medio Oriente y el área continental de Asia oriental.

Otras 11 naciones, entre las que figuran Nigeria, Suecia, Vietnam y Laos, conservan menos de cinco por ciento de sus bosques nativos.

Mientras, Estados Unidos, la mayoría del territorio de América Central, India, el sur de los Andes, parte de Africa occidental, Malasia e Indonesia, presentan importantes extensiones de bosque natural, pero en claro retroceso.

Unicamente Brasil, Canadá, Colombia, la Guayana francesa, Guyana, Rusia, Suriname y Venezuela tienen aún "una gran oportunidad" de conservar sus bosques.

Setenta por ciento de los bosques fronterizos se encuentran en Rusia, Canadá y Brasil. La mitad del total se halla en el extremo septentrional, donde los costos de la tala de árboles son mayores.

Pero 75 por ciento de los bosques fronterizos remanentes corren peligro y en los próximos cinco o 10 años podrían sufrir un "deterioro importante" por la tala y otras intervenciones humanas, se advirtió en el informe.

En cualquier caso, las mayores amenazas se ciernen sobre los bosques que aún subsisten en Europa, América Central y en Africa austral y el Pacífico sur.

El estudio contradice al Banco Mundial y la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), que creen identificar el mayor peligro para los bosques fronterizos en la quema de áreas forestales para abrir campos de cultivo.

"La tala y las actividades relacionadas representan una amenaza mayor de lo que se había pensado", afirmó Nigel Sizer, un científico de WRI que colaboró en el informe.

La tala practicada por las empresas multinacionales afecta 70 por ciento de los bosques fronterizos en peligro. El informe acusa a los inversores extranjeros por la devastación forestal en Bolivia, Brasil, Guyana, Suriname, Camerún, Gabón, Birmania y Camboya.

La presencia de la industria maderera en gran escala abre nuevas carreteras, lo que habilita prácticas destructivas como la recolección de leña y la agricultura.

Mientras aumenta la tala de bosques en los países del Sur en desarrollo, en el Norte industrial es una amenaza en potencia. Los intereses forestales asedian más de 80 por ciento de los bosques de Europa, América del Norte y Rusia, según el informe.

Pero no es la única amenaza. Los proyectos de minería y energía, especialmente la construcción de represas hidroeléctricas y la exploración y transporte de petróleo y gas, estimulan la apertura de caminos y el establecimiento de inmigrantes en bosques vírgenes.

El desarrollo energético afecta a 40 por ciento de los bosques considerados bajo amenaza moderada o elevada.

La tala para permitir la agricultura, que sólo se concentra en 20 por ciento de los bosques fronterizos amenazados, es especialmente grave en Asia y América Central y del Sur, de acuerdo con el WRI.

La caza comercial también perjudica las zonas boscosas. Por ejemplo, la captura de ciertos animales puede modificar la diseminación de las semillas en el bosque o permitir la proliferación de especies zoológicas herbívoras, con resultado desastroso para equilibrio ecológico de un hábitat determinado.

La caza furtiva para satisfacer la demanda de alimentos de pobladores urbanos amenaza un tercio de los bosques fronterizos más vulnerables de Africa, que en su casi totalidad pertenecen a la cuenca del río Congo y especialmente a Congo, Gabón y Zaire. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/ff-aq/97

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