VENEZUELA: Caldera busca en México sembrar el Grupo de los Tres

El presidente de Venezuela, Rafael Caldera, abre este miércoles su agenda internacional en 1997, con una visita de tres días a México, en que busca reimpulsar las relaciones comerciales, al amparo del Grupo de los Tres (G-3).

México y Venezuela integran junto con Colombia el G-3, donde opera una zona de libre comercio desde 1995, que va a completarse en el año 2005, cuando culmine la anual desgravación de 10 por ciento de las dos naciones andinas con el socio del norte.

Caldera irá acompañado de varios ministros y 30 empresarios privados y firmará con su anfitrión seis acuerdos de cooperación judicial, técnica y cultural, en lo que es la primera visita de estado entre los dos países desde 1989.

Al retorno a Caracas, Caldera hará una escala de cinco horas en Guatemala, para inagurar allí una estatua a Arístides Calvani, un ideólogo de la expansión de la democracia cristiana en América Central, que fue canciller durante su primer gobierno (1969-74) y murió en ese país en un accidente aéreo.

Pero Caldera no parará en Nicaragua, pese a los esfuerzos del nuevo presidente, Arnoldo Alemán, quien buscaba así disipar la molestia de Caracas por haber sido invitado el ex gobernante Carlos Andrés Pérez a la transmisión de mando, el 10 de enero, lo que provocó la ausencia de una delegación local.

La balanza mexicano-venezolana alcanzó los 597 millones de dólares en 1995, con un superávit a favor de México de 283 millones de dólares, al mantenerse un crecimiento cercano a 20 por ciento interanual desde 1991, cuando comenzó a negociarse el acuerdo de libre comercio trilateral.

Las inversiones de México en Venezuela también fueron impulsadas por el G-3, con mil millones de dólares acumulados entre 1991 y 1995, mientras que las de Venezuela en México se mantuvieron en torno a 180 millones de dólares.

Mientras que en 1995 el intercambio no frenó su dinamismo por la crisis financiera mexicana y la política de controles ahora abandonada del gobierno de Caldera, en 1996 tanto la balanza comercial como las inversiones cayeron en porcentajes aún no claros en las estadísticas de los dos países.

Análisis de empresarios privados señalan que las importaciones desde Venezuela se vieron afectadas por el frenazo en la economía provocado por el ajuste del gobierno de Caldera a mediados de año, al retornar a la senda neoliberal, mientras que los inversores mexicanos se desviaron a plazas más atractivas.

El acuerdo de liberalización del G-3 representa en realidad una apertura con México de Colombia y Venezuela, que ya tienen su intercambio totalmente desgravado, en el marco del bloque andino, y cuya balanza totalizó en 1996 2.500 millones de dólares.

Caldera buscará ahora dar nuevo impulso tanto al comercio como a las inversiones, también reguladas por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), después que los dos países reemprendieran la senda del crecimiento, tras sus respectivas crisis internas.

Pero para ello, el presidente deberá brindar seguridad de que no sucedan casos como el que afecta al grupo mexicano Baninsa, quien ganó la licitación para restaurar y operar la autopista que une Caracas con su puerto y aeropuerto, pero aguarda hace más de un año que la concesión se haga efectiva.

Cálculos realizados por el G-3, cuando se negociaba el acuerdo, indican que el potencial del mercado ampliado de 148 millones de consumidores establece que el intercambio trilateral podrá alcanzar los 20.000 millones de dólares anuales.

Caldera y su par mexicano Ernesto Zedillo también aprovecharán para pasar revista a la marcha del llamado Pacto de San José, mediante el cual las dos potencias energéticas latinoamericanas suministrán desde 1980 petróleo y derivados a 11 países centroamericanos y caribeños, en condiciones preferenciales.

El mandatario visitante se comprometió el viernes con el presidente de República Dominicana, Lionel Fernández, durante su visita a Caracas, a incrementar de 14.000 a 45.000 barriles diarios la cuota de combustible al amparo del Pacto.

Hasta ahora los dos países se han repartido a partes iguales una cuota de suministro diario de entre 130.000 y 160.000 barriles diarios, según los períodos, de los que 20 por ciento la factura petrolera es devuelta a los beneficiarios en créditos blandos. Pero Caldera asumió este compromiso unitaleralmente.

La cooperación enérgetica ha sido una constante de México y Venezuela, pese a competir ambos por su principal mercado, Estados Unidos, y formar parte Venezuela de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y México no.

Los dos países han mantenido altos niveles de concertación, incluyendo niveles de precios de crudos tipo residual, especiales para las plantas eléctricas de Estados Unidos, y llegaron a sostener cumbres específicas para manejarse durante crisis del mercado, como la de 1986.

Pero al menos de Caracas se respondió con un rotundo no a Colombia, cuando su gobierno planteó mantener puntos de concertación para acceder al mercado estadounidense, sin llegar a significar algún tipo de cartelización de precios.

México y Venezuela también fueron motores, como parte del G-3, de la Asociación de Estados del Caribe (AEC), que reúne a todos los países insulares y continentales que tienen como patrimonio común ese mar.

Pero la AEC, que fue impulsada por los predecesores de Caldera y Zedillo pero nació formalmente durante su mandato, ha tenido hasta ahora un camino más pobre de lo esperado.

Caldera y Zedillo se han encontrado en varias ocasiones en cumbres regionales o multilaterales, en cuyo marco han sostenido reuniones bilaterales o del G-3, pero la visita del presidente venezolano es la primera de estado de un gobernante de este país a México desde 1987. (FIN/IPS/eg/ag/ip-if/97

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