Una delegación de Timor Oriental encabezada por José Ramos Horta, uno de los dos timorenses que ganó el Premio Nobel de la Paz en diciembre pasado, llegó esta semana a la capital de Estados Unidos para buscar apoyo a la independencia de ese territorio, ocupado por Indonesia en 1975.
Su reclamo es que el presidente Bill Clinton designe a un enviado especial del gobierno para Timor Oriental y que se exprese a favor de un referéndum organizado por la ONU para decidir el estatus de la ex colonia portuguesa.
"Que haya un referéndum organizado por la ONU. Es todo lo que pedimos", expresó Ramos Horta este lunes en Washington.
El aumento de la sensibilidad política en Estados Unidos con respecto a los intereses estadounidenses en Indonesia brinda esperanzas a los activistas de que Washington apoye su causa.
Los activistas basn su optimismo en tres acontecimientos que ocurrieron desde que Ramos Horta, líder en el exilio de la resistencia al poder indonesio, y el obispo católico de Timor Oriental, Carlos Ximenes Belo, viajaron a Oslo para recibir el premio.
El 27 de diciembre, el presidente Bill Clinton expresó por primera vez en una carta dirigida al senador Russell Feingold, el legislador de Wisconsin interesado en la situación de Timor Oriental, su interés en un referéndum sobre la autodeterminación.
"He visto con interés su propuesta de que la ONU organice un referéndum sobre la autodeterminación en Timor Oriental", escribió Clinton. "Voy a considerar su idea". En la misma carta, se expresó a favor de utilizar una "combinación de compromiso y presión" sobre Indonesia.
Asimismo, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, designó este mes al diplomático pakistaní Jamsheed Kofi como primer enviado especial del organismo a Timor Oriental.
El hecho es visto como una señal del renovado interés de la comunidad internacional por resolver la controversia, que ya lleva 22 años.
Los activistas también se vieron alentados por la negativa del gobierno de Clinton a realizar la venta prevista de nueve aviones de guerra F-16 a Indonesia. Hasta diciembre del año pasado, autoridades del gobierno afirmaban que la venta sería propuesta formalmente al Congreso en enero.
Pero influyentes legisladores republicanos, por lo general partidarios de la venta de armas a los aliados del Tercer Mundo como Indonesia, se han declarado contrarios a la operación en las últimas semanas, lo que obligó al gobierno a demorar la acción.
La insólita actitud de los republicanos parece tener más relación con la política nacional de Estados Unidos que con la preocupación sobre la represión de Indonesia de los derechos humanos en Timor Oriental desde que Yakarta invadió el territorio en diciembre de 1975.
La revelación de que una importante compañía indonesia aportó cientos de miles de dólares en contribuciones aparentemente ilegales a la campaña de Clinton ha galvanizado a los republicanos, que exigen una completa investigación al respecto.
Se ha denunciado que las contribuciones de personas asociadas con el empresario indonesio James Riady han influido la política de Estados Unidos sobre varios temas, desde Timor Oriental a la decisión de 1994 de suspender una investigación sobre los derechos de los trabajadores en Indonesia.
El resultado de la investigación podría haber conducido a la pérdida de preferencias comerciales de Indonesia por decenas de millones de dólares.
Mientras que la administración ha negado toda conexión entre los aportes a la campaña y la política, el gobierno está a la defensiva. "Los políticos demócratas tendrán que demostrar que no hubo influencias", sostuvo Charles Scheiner, coordinador estadounidense de la Red de Acción de Timor Oriental.
Este mes, Washington envió un alto funcionario comercial a Indonesia para considerar la reapertura de la investigación sobre los derechos de los trabajadores.
La federación sindical AFL-CIO organizó por su parte manifestaciones frente a la embajada de Yakarta por el arresto del dirigente sindical Muchtar Pakpahan.
Las denuncias sobre continuas violaciones de los derechos humanos en Timor Oriental han perjudicado también a Yakarta. El congresista republicano Frank Wolf, miembro del poderoso Comité de Asignaciones, visitó brevemente este mes el territorio y consideró pésima la situación de los derechos humanos.
"Lo que encontré en Timor Oriental fue el terror", dijo, y agregó que Clinton tendría que nombrar un enviado especial del peso del general Colin Powell, ex jefe del Estado Mayor.
No sólo Timor Oriental y los aportes a la campaña política le causan problemas a Indonesia en Estados Unidos. El cambio de actitud tuvo lugar en julio pasado cuando Yakarta reprimió la oposición en el país.
Washington denunció la represión y suspendió la venta de los F- 16. Por primera vez en su mandato de 30 años, las autoridades estadounidenses sugirieron que Suharto debería reconsiderar su intención de postularse a la reelección en 1998.
Simultáneamente, las principales revistas de negocios estadounidenses publicaron extensos artículos sobre la corrupción en Indonesia, revelando las fortunas de los hijos de Suharto y sus socios comerciales.
La corrupción y la familia del presidente también alimentan el descontento entre los militares indonesios, según los analistas.
George Aditjondro, periodista y académico indonesio exiliado que viajó junto a Ramos Horta, afirma que desde que se anunciaron los ganadores del Nobel, el tema ha "polarizado a los intelectuales indonesios, algunos de los cuales apoyan un referéndum".
Grupos cristianos, musulmanes y de asistencia legal han protestado públicamente contra la violación y tortura de una mujer de Timor Oriental por los militares, mientras que dos de las mayores organizaciones musulmanas en Timor Oriental parecen más abiertas a apoyar un referéndum, expresó.
"Los partidarios de la línea dura están aislados; por eso aumentó la represión", sostuvo Aditjondro. (FIN/IPS/tra-en/jl/yjc/aq-jc/ip-hd/97