La epidemia de sida, la enfermedad más grave de este siglo, actúa como otro factor condicionante de la marcha de la economía mundial y amenaza con trasladar sus efectos letales a la formación de los mercados.
En los países donde el mal se encuentra arraigado, que pertecenen en su gran mayoría al mundo en desarrollo, los sectores más afectados son los jóvenes adultos, la capa más productiva de la sociedad.
La pérdida de esas generaciones puede llegar a paralizar el progreso de muchos mercados emergentes en América Latina y Asia, advirtió la semana pasada Peter Piot, director del Programa de las Naciones Unidas sobre VIH/SIDA (Onusida).
La prevención se basa en antecedentes como los del Banco Barclays de Zambia, que perdió a la mayoría de sus ejecutivos, afectados por el sida.
En Uganda, por lo menos 40 por ciento de los militares están contagiados del virus de inmunodeficiencia humana (VIH). En Malawi, los maestros de escuela infectados por el VIH sobrepasan el 30 por ciento.
Piot observó que se trata de personas a quiénes no se les puede reemplazar rápida ni fácilmente. Cuando mueran, ¿quién enseñará a los niños?
Los ejemplos de la incidencia del sida en la economía se toman de Africa, donde la enfermedad comenzó a expandirse hace 10 años y alcanzó un estado más avanzado que en otras regiones, como Asia Oriental.
La deducción inevitable es que la epidemia en Asia del Sureste tendrá la misma gravedad que en Africa. El fenómeno observado en Africa Oriental -la contracción de la economía- se reproducirá en Europa Oriental y también en los países en desarrollo de Asia y de América Latina, advirtió Piot.
Economistas de la empresa estadounidense McGraw-Hill pronosticaron que hasta el año 2000 el impacto del sida sobre la economía mundial podría ascender a cuatro por ciento del PIB de Estados Unidos, lo que equivale al total de la economía de la India.
Piot esgrimió estos argumentos en encuentros sostenidos el 22 de enero en Washington y el día 3 en Davos (Suiza) con hombres de negocios y altos funcionarios de países donantes.
Si el número de casos de sida mantiene el aumento al ritmo actual, una gran proporción de adultos jóvenes de Europa Oriental, de India, de Asia del Sudeste y de América latina, nunca tendrán la posibilidad de adquirir un refrigerador, un teléfono, un automóvil, previno.
En 1996 murieron 1,5 millones de personas en todo el mundo por enfermedades asociadas con el sida. Esa cifra equivale a una cuarta parte de todos los decesos registrados desde que estalló la epidemia, hace más de 15 años.
Los responsables de las campañas internacionales contra el sida reclaman un esfuerzo mayor de todas las empresas transnacionales para que atiendan a las comunidades relacionadas con su actividad.
El Onusida pide también que los grupos privados ejerzan su influencia ante los funcionarios de salud pública y que las propias empresas apliquen sus programas.
Piot mencionó el caso de dos compañias mineras, Gold Fields en Sudáfrica y Rio Tinto en Zimbabwe, que desarrollaron programas de protección a sus empleados y a la comunidad vecina, sin erogaciones mayores para la compañia.
El grupo anglo-holandés Unilever financia programas de educación comunitaria que se efectúan en bares, escuelas y lugares de reunión de ciertos países en desarrollo.
La petrolera Shell Oil, también anglo-holandesa, aporta recursos para la campaña nacional de educación sobre VIH/SIDA en Bostwana.
La industria estadounidense de la confección Levi Strauss trabaja en un amplio programa de educación sobre el sida dedicado a los proveedores del sudeste asiático.
La Confederación India de la Industria diseñó un programa de educación y defensa contra el sida para las empresas asociadas. Más de 100 compañías, muchas de ellas transnacionales, se sumaron a la iniciativa.
Las empresas tienen la capacidad necesaria para lograr progresos y hacer circular los mensajes de prevención, mediante el empleo de su influencia, su experiencia en mercadeo, y sus redes de distribución, sostuvo Piot.
En otro plano, la economía juega también un papel en relación con la enfermedad y con las investigaciones farmacéuticas que se realizan.
Piot celebró los trabajos científicos realizados para el conocimiento del VIH y para conseguir alivios a la enfermedad, pero lamentó que las mismas inversiones no se hayan realizado en el campo de la investigación de una vacuna.
Debido al costo exhorbitante de los tratamientos contra el VIH, la única verdadera esperanza reside en el descubrimiento de una vacuna "y para eso se requiere aún mucho tiempo".
La investigación de una vacuna debe avanzar a toda marcha y los nuevos tratamientos tendrán que se accesibles al 90 por ciento de los afectados del VIH, que pertecenen al mundo en desarrollo.
Esa gran proporción de enfermos del VIH "sólo puede soñar con la perspectiva de pagar anualmente 20.000 dólares por persona, que es el costo del tratamiento antiretroviral". (FIN/IPS/pc/dg/he-if- pr/97