PERU: Toma de la embajada de Japón, ¿negligencia o complot?

La posibilidad de que la captura de la embajada de Japón en Perú por un comando guerrillero haya sido conocida y deliberadamente tolerada por un sector militar opuesto al presidente Alberto Fujimori, es examinada por analistas independientes.

Fujimori admitió este domingo que "por lo menos existió negligencia en el aparato antisubversivo, pues un informe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN) advirtió semanas antes del 17 de diciembre pasado que el Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA) preparaba un operativo en Lima".

Hay abundantes pruebas de la existencia de un sector militar antifujimorista que difunde documentos firmados por la organización secreta "Leon Dormido", tendría vínculos con elementos del SIN y estaría detrás de algunos importantes incidentes politicos contra el mandatario peruano.

Esa organización reveló a la prensa los nombres de los agentes del SIN que asesinaron a 12 estudiantes y un profesor universitario en 1992 y proporcionó información sobre el sitio exacto en donde estaban los restos, datos que sólo podían conocerse "desde adentro".

También parece estar detrás del general Rodolfo Robles, separado del Ejército después que se asiló en Argentina luego de denunciar delitos contra los derechos humanos cometidos por miembros de los servicios de inteligencia.

El sociólogo Alberto Panessi indicó que la designación irregular de Vladimiro Montesinos como virtual jefe del SIN y el mantenimiento en el cargo de Comandante General de las Fuerzas Armadas del general Nicolás Hermoza, quien debió pasar a retiro en 1992, es resistido por un sector de la oficialidad.

"Pero en las Fuerzas Armadas no se puede ser opositor a los mandos, la única oposición posible es la conspiración, por eso el 'Leon Dormido' actúa en las sombras, tratando de desestabilizar al general Hermoza y a Montesinos, quienes son, a su vez, los respaldos claves de Fujimori", señaló Panessi.

El comando del MRTA asaltó con insólita facilidad la residencia del embajador de Japón desde una casa vecina, cuya pared medianera destruyó con explosivos y sin herir a nadie, apresó a unos 700 invitados a la recepción por el cumpleaños del emperador Akihito, 72 de los cuales siguen cautivos.

Tal vez el plan consistía en secuestrar al propio Fujimori, cuya asistencia se descontaba. Entre los invitados se encontraban la madre del presidente, liberada inadvertidamente junto con las demás mujeres, y su hermano Santiago, todavía cautivo con 71 diplomáticos, empresarios y funcionarios peruanos y japoneses.

En 1995, fue descubierto un plan del MRTA para tomar la sede del Congreso y capturar como rehenes a algunos parlamentarios, con el propósito de canjearlos por la libertad de sus dirigentes que cumplen pena de cadena perpetua en varias cárceles del país, y se suponía que ahora el grupo guerrillero repetiría el intento.

Según Fujimori, un informe del SIN elaborado en octubre advertía que habían sido remitidos a Lima algunos militantes de las pocas fuerzas que tiene el MRTA en la selva nororiental y un lote de fusiles automáticos AKM.

"No era difícil deducir que alguna embajada, especialmente la japonesa, eran los objetivos probables. Estamos investigando por qué no se tomaron previsiones en base a esa advertencia del SIN", dijo Fujimori, quien anticipó que "algunas cabezas caerán".

Los políticos opositores adjudican la culpa al triunfalismo de Fujimori, quien proclamó en 1992 que el MRTA y Sendero Luminoso estaban destruidos, y desmanteló la unidad contrainsurgente más importante de la policía.

También culpan al SIN, cuyo virtual jefe es Montesinos, el principal asesor del presidente en asuntos de seguridad, de quien dicen que "en lugar de vigilar a los opositores de Fujimori debería investigar lo que prepara la subversión".

Por su parte, el mandatario peruano prefiere explicar la insólita facilidad con que un operativo de esa envergadura pudo realizarse, como resultado de la negligencia de los jefes de las fuerzas antisubversivas de la policía, a quienes se hizo llegar el informe del SIN.

"Al mencionar la advertencia del SIN, Fujimori está 'limpiando' discretamente a su asesor más importante y en cuya labor descansa su seguridad personal y política", dijo el sociólogo Francisco Loayza, un ex miembro del SIN.

"Pero, de todas maneras Vladimiro Montesinos tiene responsabilidad, pues el SIN debió vigilar que se adoptaran las medidas generadas por su informe", añadió.

Comentarios que han sido recogidos en el exterior por los diarios The Washington Times, de Estados Unidos, y Clarín, de Argentina, insisten en que la toma de la embajada era conocida anticipadanmente.

El diario argentino se interroga sobre la sospechosa, por inusual, ausencia de jefes del Ejército a la recepción en sede diplomática japonesa, y destaca que en cambio la cúpula de la policía cayó mansamente y aún permance cautiva.

En esa misma línea de interpretación, analistas peruanos evalúan la posibilidad de que la toma de la residencia por un comando del MRTA haya sido favorecida por las divergencias de un sector de las Fuerzas Armadas, especialmente del Ejército, contra Fujimori, Montesinos y Hermoza.

"La toma de la embajada golpea a la troika Fujimori, Montesinos y Hermoza, pues destruye el principal argumento electoral de Fujimori, quien basa su campaña reeleccionista en la afirmación de haber aplastado a la subversión, lo que ha quedado demostrado como falso", opinó el parlamentario opositor Fernando Olivera. (FIN/IPS/al/ag/ip/97

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