El clima de fracaso prevaleció en la capital peruana tras la primera reunión entre el negociador designado por el gobierno y el segundo jefe del grupo guerrillero que desde el 17 de diciembre retiene a 72 rehenes en la residencia del embajador de Japón.
El encuentro de cuatro horas mantenido el martes por el ministro de Educación, Domingo Palermo, y Roli Rojas, dirigente del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA), fue el primero de carácter oficial para discutir las condiciones presentadas por los secuestradores para liberar a los rehenes.
La llamada Comisión de Garantes, constituida por representantes del Vaticano y de la Cruz Roja Internacional y los embajadores de Japón y Canadá en Perú, se limitó a informar en su comunicado que se aprobó el procedimiento de las futuras conversaciones, pero no anunció fecha para la reanudación de las mismas.
Más expresivos que el comunicado fueron los rostros severos de los miembros de la Comisión de Garantes, que participaron del diálogo de Palermo con Rojas. Especialmente llamativo fue el silencio del obispo Luis Cipriani, delegado del Vaticano, usualmente muy comunicativo con la prensa.
"Ni siquiera se ha fijado fecha para la próxima reunión", comentó el parlamentario opositor Fernando Olivera.
"Fue un diálogo de sordos, del que no se sabe aún cómo salir. Por suerte no acabó en un portazo", dijo por su parte el analista Manuel D'Ornellas, editor del matutino Expreso.
"El MRTA insiste en reclamar tercamente la liberación de sus militantes presos y el gobierno se niega a considerar ese punto. De modo que si ninguno de los dos cambia de posición, nada puede salir de las conversaciones" advirtió la socióloga Imelda Vega Centeno.
"Creo que se suscitaron demasiadas expectativas, a mi juicio infundadas, porque los bandos mantienen sus irreconciliables posiciones iniciales. Lo positivo es que han acordado seguir conversando", señaló el ex diputado izquierdista Carlos Tapia, experto en contrainsurgencia.
Una veintena de militantes del MRTA mantienen en cautiverio a un diplomático boliviano y 71 personalidades peruanas y japonesas, entre quienes figuran el canciller Francisco Tudela y el embajador nipón Morihisa Aoiki.
Néstor Cerpa, líder del grupo insurgente atrincherado en la residencia diplomática y considerado uno de los más duros dirigentes del MRTA, no participó en la reunión, realizada en una vivienda vecina a la sede tomada.
Cerpa se hizo representar por Rojas, un sociólogo incorporado al MRTA y más conocido por el seudónimo "El Arabe", quien discutió con Palermo en presencia de la Comisión de Garantes, encargada de dar fe de los acuerdos que eventualmente se logren y de asegurar su cumplimiento.
Según el congresista Olivera, Cerpa teme ser engañado y caer en una celada. Por esa razón no concurrió a la cita y presentó una serie de exigencias previas, para anticiparse a la posibilidad de alguna maniobra de los servicios de inteligencia.
"Para asegurarse que el interlocutor oficial y los miembros de la Comisión de Garantes no porten armas, Cerpa exigió que se instale en la casa de conversaciones un detector de metales", informó Olivera.
También "reclamó, y sorprendentemente obtuvo, que se le permita reforzar los muros de la embajada, como medida de protección frente a un posible asalto policial", agregó el parlamentario, refiriéndose a los dos camiones con arena, cemento y cilindros metálicos vacíos que horas antes del diálogo ingresaron a la residencia asaltada.
Mientras, en Londres, donde se encuentra después de asistir a una reunión comercial internacional, el presidente peruano Alberto Fujimori reiteró a la prensa británica que buscará liberar a los rehenes, pero sin ceder a la exigencia de poner en libertad a los casi 400 miembros del MRTA encarcelados.
"Nos hemos comprometido a no intentar un rescate militar, salvo que los terroristas pongan en peligro la vida o la salud de los rehenes, y respetaremos nuestra palabra", dijo Fujimori.
Tambien precisó que uno de los problemas de la negociación con el MRTA es la dificultad para encontrar un país que conceda asilo a militantes de una organización culpable de un secuestro masivo.
"Estoy dispuesto a llamar por teléfono a (el presidente cubano) Fidel Castro, si fuera necesario, para buscar una salida pacífica a este problema", concluyó Fujimori. (FIN/IPS/al/ff/ip/97