MUSICA: Serrat en un vuelo cargado de nostalgia y complicidad

El cantautor español Joan Manuel Serrat deleitó este fin de semana en Venezuela a sus fieles de siempre y a nuevos adeptos con su recital "A vuelo de pajaro", un repaso de 33 años de música y 300 canciones cargado de nostalgia y complicidad.

En su primer espectáculo, el viernes, al inicio de un asueto carnavalesco que muchos decidieron pasar en Caracas para no perderse su recital en el mayor teatro de Caracas, Serrat también se atrevió a cantar a dúo con el venezolano Simón Díaz "Caballo viejo", "Sabana" y otras de sus canciones llaneras.

En las dos noches sucesivas, el intérprete cantó en solitario las mismas canciones ataviado con un regalo que le dio Díaz el viernes: un "liquiliqui", el traje típico venezolano que puso de moda el premio Nobel de Literatura colombiano, Gabriel García Márquez, cuando fue a recoger su galardón.

Serrat volvió al Caribe a los 53 años y 30 discos con un recital propio de fin de siglo, según sus organizadores, donde triunfa lo global, traducido de su mano en un balance entre los ejes sociales e íntimos de su música.

Con las localidades de sus tres recitales agotadas días antes, Serrat, quien admitió que debe ayudarse de un audífono en su oído izquierdo durante los recitales, se paseó con enorme frescura por sus canciones más universales, sin olvidar un guiño a su cultura catalana y otros a su amor por América Latina.

Incluso desempolvó "Señora", una canción que por mucho tiempo dejó de tocar, pero que, reconoció, es como esos trajes que uno mantiene siempre en el armario aunque ya no use, quizás porque "el traje no quedó viejo, pero uno sí quedó viejo para él".

Serrat junto a cuatro músicos, uno de ellos uruguayo y otro venezolano, tejió dos horas y media dedicadas "a la vida, el amor y la libertad", con una complicidad trenzada en lo que cuenta y en lo que canta a un público que, en su mayoría, creció con sus canciones pero en el que no faltaron adolescentes.

Agradeció a unos fieles que le han permitido hacer lo que más le gusta: componer y cantar. "Si no fuera por todos ustedes no me hubiera quedado más remedio que ponerme a trabajar", afirmó.

Al cantar "Para la libertad", un poema de Miguel Hernández, muerto en una cárcel del régimen franquista en su país, al que puso música, precisó que tanto allí como acá "tampoco es que la libertad ande sobrada ahora".

Con "Niño silvestre", en que describe la miseria de los menores que viven y trabajan en la calle, fue el momento de criticar, en su propio terreno, unos poderes que declaran desechable el futuro y solo usan a las niñas y niños "enteros o en pedazos" según sus intereses económicos.

"Ahora no es tiempo de ideologías o de talento. Es la era de las cifras, eso es lo que vale", precisó antes de desgranar algunas: 40.000 niños mueren cada día por enfermedades controlables y sólo en Brasil, los "escuadrones de la muerte" han matado al menos a 7.000 niños.

"La mayoría de los niños en el mundo son pobres y la mayoría de los pobres son niños", criticó.

"Las malas compañías", "Penélope', "Cantares", "Disculpe el señor", "Se equivocó la paloma", "Benito", "Lucía", "No hago otra cosa que pensar en tí", "Hoy puede ser un gran día", "Fiesta" y "La saeta" fueron algunas de las composiciones que incluyó en su recital "A vuelo de pajaro".

Fueron una treintena de canciones y poemas sin orden cronólogico "ni pretensiones antológicas", como dijera el juglar, que sirven "para reconciliar con la vida y mantener las utopías", para que la vida no sea solo una espera de la muerte.

Pero el momento más irrepetible de los recitales de Serrat fue la sorpresa del viernes, su dúo con Díaz, el mayor exponente actual de la música venezolana, célebre por su ya universal "Caballo viejo".

Serrat se acompañó con un músico que tocó el cuatro (pequeña guitarra de cuatro cuerdas) para lo que presentó como un homenaje a los venezolanos y su música que comenzó con "Sabana", una canción llanera, hasta que desde las bambalinas le replicó el veterano autor con su eterno liquiliqui.

Ambos se atrevieron a hacer un "contrapunteo" (un dúo generalmente espontáneo, propio de los llanos, en que la canción se construye con frases de réplica y contrarréplica de cada uno) con "La vaca mariposa", otra canción de Díaz.

"Esto que viví esta noche me lo voy a llevar puesto cuando me transplanten a otro lado", dijo Serrat, quien alertó que espera que sea dentro de mucho tiempo "porque no ando nada 'preparao"'.

Las restantes noches, otra cantante de música criolla recién llegada a los escenarios, Maricruz Benítez, quedó encargada de hacer de "telonera" del cantautor, pues en este país todos los músicos extranjeros deben ser acompañados en sus representaciones por uno venezolano.

Como suele suceder en los recitales de Serrat, el intérprete debió salir varias veces al escenario y cantar canciones no incluidas, para reafirmar así que entre el público y él hay algo personal, como dice una canción suya. (FIN/IPS/eg/mj/cr/97

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