Nadie podía prever hace cinco años en Italia que la detención de un desconocido militante socialista sería el préambulo de la Operación Manos Limpias, el espectacular proceso judicial por corrupción que decapitaría a la clase política.
El 17 de febrero de 1992, la policía allanó una clínica geriátrica de la norteña ciudad de Milán, se incautó de siete millones de dólares y detuvo al director de ese centro, Mario Chiesa.
Los billetes estaban marcados. Un empresario los había entregado a Chiesa como soborno para adjudicarse un contrato de obras en esa clínica pública.
Chiesa alcanzó a arrojar en el excusado, cuando la policía entraba en el local, una cantidad indeterminada de dinero recibida de otros empresarios.
Eran las llamadas "tangenti" o comisiones ilegales, que habían dado lugar a la "Tangentopoli", la llamada ciudad de los sobornos.
El primero en restar importancia al episodio fue el entonces secretario general del Partido Socialista Italiano (PSI), Bettino Craxi, el político más influyente de Italia, que ahora reside exiliado en Túnez para escapar a la cárcel.
"Se trata solo de un pillo", declaró Craxi, calificativo del cual seguramente se ha arrepentido más de una vez en los casi tres años que lleva en Túnez.
Chiesa, que tal vez todavía no había delatado a sus cómplices, reaccionó ante las palabras de Craxi abriendo la caja de Pandora. Dentro se encontró un generalizado sistema de sobornos destinado principalmente a la financiación de los partidos políticos.
Los dirigentes políticos cobraban comisiones a los empresarios a cambio de la adjudicación de obras públicas.
La investigación lanzada por los fiscales de Milán, entre los que se destacó Antonio Di Pietro, acabó con la Democracia Cristiana (DC) y con el PSI, que habían gobernado Italia desde el fin de la segunda guerra mundial, y con la carrera política de poderosos líderes.
La desaparición de la DC y del PSI, cuya colaboración había cerrado el paso al gobierno al Partido Comunista, despejó el camino para el triunfo electoral en 1996 de una coalición de centroizquierda en que prevalecen los ex comunistas del Partido Democrático de Izquierda.
En la "Tangentopoli" estabam involucradas prácticamenmte todas las grandes empresas, como Fiat, Olivetti y Finenvest, propiedad la última de Silvio Berlusconi, jefe del gobierno de centroderecha que precedió al triunfo de la izquierda y actualmente líder de la oposición.
Los fiscales de Manos Limpias investigaron a unas 4.000 personas desde el arresto de Chiesa. Más de 2.500 fueron procesadas y se dictaron 281 condenas.
Tres acusados se suicidaron: el parlamentario socialista Sergio Moroni, Gabriele Cagliari, responsable de una empresa del Estado, y Raúl Gardini, uno de los principales empresarios italianos.
Manos Limpias frustró el pacto que los socialistas y la DC concertaron después de las elecciones de abril de 1992 para repartirse el poder.
El desbaratado acuerdo otorgaba a Craxi la jefatura del gobierno, un cargo que ya había desempeñado entre 1983 y 1987, y la Presidencia de la República al democristiano Arnaldo Forlani.
"Vamos a interrogar al 'mariuolo"(pillo), dijo Di Pietro a Gherardo Colombo, uno de los cuatro fiscales que lo acompañaron en la investigación.
Chiesa, el "mariulo", habló y comenzó a derrumbarse el muro que rodeaba la ciudad de "Tangentopoli". Después de él confesaron todos, ya se tratara de dirigentes políticos, de sus asesores o de pequeños burócratas o grandes industriales.
"Fue increíble descubrir que todas las obras públicas, ya fuera un pequeño emprendimiento o la construcción de un tren subterráneo, funcionaban según la misma lógica, con idéntica modalidad e incluso el mismo porcentaje" de comisión ilegal, destacó Colombo este lunes.
"Habíamos descubierto el método y un mundo paralelo, tangentopoli". Los sobornos llegaban incluso a 20 por cientode una obra pública, afirmó.
"Los dirigentes políticos nos dieron una 'buena mano' al comenzar el trabajo, al llamar 'pillo a (Chiesa) quien esperaba ser defendido como si de un mártir se tratara", señaló Colombo en una serie de entrevistas con la prensa.
El resto "lo hizo la opinión pública, que finalmente, es la que siempre hace la diferencia en las grandes investigaciones", agregó.
Así ha ocurrido en el combate contra el terrorismo, contra la mafia y contra la corrupción. "La justicia logra la victoria en las grandes batallas cuando tiene el respaldo de la gente común, del hombre de la calle, justamente de aquél que supone no tener ninguna influencia", advirtió Colombo.
También informó que las investigaciones continúan, sobre todo "la caza al tesoro, de los centenares de miles de millones de liras depositados en cuentas corrientes en el extranjero".
Por último, indicó que es necesario "cambiar la cultura de este país" para poner fin a la corrupción. (FIN/IPS/jp/ff/ip/97