Los ritos anuales que en febrero marcan el aniversario de la restauración de la democracia en Filipinas inevitablemente involucran un debate público sobre la estabilidad política, y las amenazas a ella, reales o imaginarias.
En los 11 años transcurridos desde la caída del dictador Ferdinando Marcos en febrero de 1986, varios cambios han tenido lugar en el escenario político del país.
La ex presidenta de Filipinas Corazón Aquino retomó la pintura, mientras la ex "primera dama" Imelda Marcos es representante electa y el actual presidente, Fidel Ramos, figura clave en la rebelión del "poder popular" de 1986 es considerado el arquitecto del resurgimiento económico del país.
Filipinas sobrevivió intentos de golpe de Estado y superó los obstáculos de las reformas económicas para convertirse en la economía más recuperada de Asia. A partir de un crecimiento negativo en 1991, el país registró un importante desarrollo en los últimos dos años.
El producto interno bruto creció 5,0 por ciento en 1995, 6,8 por ciento en 1996 y se estima que se situará entre siete y ocho por ciento este año. Pero mientras la economía es la historia de éxito del país de la década pasada, el estilo político de "sube y baja" no ha cambiado.
Este año, la atención de la nación se volcó al temor a la doctrina de la dictadura, alimentada por los persistentes esfuerzos de los simpatizantes de Ramos por enmendar la Constitución para permitirle un segundo mandato.
El período presidencial de Ramos, iniciado en 1992, finaliza el año próximo, y las elecciones están previstas para mayo.
No obstante, Ramos anunció que seis años "son suficientes para que el presidente Fidel Ramos sea presidente", y añadió que en el país "somos tan libres que cualquiera tiene la libertad de hacer rodar un rumor".
Los analistas advierten sobre el "autoritarismo constitucional" utilizado por Marcos cuando declaró la ley marcial en 1972 para perpetuarse en el poder. La Constitución actual, en vigor desde 1987, limita a los presidentes a un único término.
El debate se deterioró aún más cuando Ramos, irritado por el coro de críticas ante los planes de alterar la Constitución según sus intereses, respondió preguntando "¿dónde estaban ustedes cuando restauramos la democracia durante la revolución?".
Ramos era jefe de las fuerzas armadas en febrero de 1986 cuando junto al jefe de defensa Juan Ponce Enrile tomó parte en la revuelta militar contra Marcos que se convirtió en la llamada "revolución del poder popular", después que los filipinos acudieran a los campos militares para evitar un contragolpe de las fuerzas de Marcos.
Tras un período de tres años y bajo presiones de Estados Unidos, los Marcos se exiliaron el 25 de febrero de 1986. Aquino, quien había ganado elecciones presidenciales semanas antes, fue instalada como primer líder democráticamente electo en dos décadas.
Los críticos se volcaron contra Marcos sugiriendo que sólo las figuras clave en la revolución tenían el derecho de cuestionarlo, y que sólo la participación en la revuelta definía el compromiso con la democracia.
Algunos grupos de derechos humanos, diciendo que Ramos nunca se hizo cargo de su papel en el opresor régimen militar de Marcos, le preguntaron "¿dónde estaba usted antes de la revolución?".
Los Marcos, quienes enfrentan numerosas acusaciones civiles y penales por supuesta corrupción económica, hicieron una suerte de reaparición política, mientras el gobierno no ha logrado recuperar el dinero que la familia acumuló.
Desde 1986, en lo que algunos calificaron como resultado de la mala memoria de los filipinos, tuvieron lugar las victorias electorales de Ferdinando marcos, hijo de la pareja Marcos, y de Imelda Marcos, viuda del ex presidente.
Marcos Jr. logró un escaño en la Cámara de Representantes en 1992, pero perdió su apuesta al Senado en 1995. En las mismas elecciones, su madre, acusada de corrupción en 1993, y ahora en proceso de apelación, logró un escaño representando su provincia natal, Leyte.
La señora Marcos ha tenido una actividad poco destacada en el parlametno, aunque la familia sigue siendo muy visible en los círculos sociales en Manila y es uno de los puntos de interés de los medios de comunicación.
Mientras el cuerpo de Ferdinando Marcos, quien murió en el exilio en 1989, se mantiene refrigerado en su provincia natal, su viuda dice que está dispuesta a revelar la "verdad" sobre los 21 años del régimen dictatorial de su marido.
Aquino se sumó al debate sobre la Constitución, diciendo que está dispuesta a volver a las calles para evitar esfuerzos por reformarla según intereses poco democráticos. No obstante, dijo que no cree que Ramos esté buscando un segundo mandato.
Sin embargo, tuvo palabras de consejo para los filipinos ante las elecciones de mayo, urgiéndolos a elegir un próximo presidente capaz de revivir la economía y con un "sentido de lo correcto y lo incorrecto, de la moral y la justicia".
Aún no está claro si los filipinos han aprendido las lecciones de la dictadura. La semana pasada, la Suprema Corte votó 8 a favor y 6 en contra para anular las sentencias contra dos funcionarios de Marcos que dijeron estar obedeciendo órdenes al recibir 2,1 millones de dólares en fondos de aeropuerto y entregarlos al secretario del dictador.
El juez Hilario Davide, quien discrepó con la decisión, calificó el veredicto como una victoria para los colaboradores de Marcos que se burlaron de la restitución de la democracia en 1986. (FIN/IPS/tra-en/js/ral/lp/ip/97