La Conferencia sobre Microcréditos celebrada en esta capital dejó en evidencia que este mecanismo no conduce por sí mismo al desarrollo ni es sustitutivo de programas de asistencia más amplios, como pretenden muchos donantes.
Los organizadores de la reunión concluida este martes pretendieron "construir un puente de igualdad y oportunidades entre todos los continentes", según el primer ministro de Bangladesh y copresidente de la reunión, Hasena Wajed.
Los participantes de la conferencia abandonan Washington con una declaración debajo del brazo, en la que se anuncia "una estrategia de un decenio para dar un paso fundamental en el desencadenamiento del potencial humano".
El documento, aprobado este martes, también contiene un plan de acción para obtener 21.600 millones de dólares en fondos y créditos para los 100 millones de familias más pobres del mundo, así como promesas de ayuda de políticos y agencias de asistencia.
Prestamistas de Estados Unidos, Alemania y Japón proclamaron la necesidad de aumentar el gasto destinado a microcréditos, definidos por la declaración de la conferencia como "pequeños préstamos a pobres para la creación de autoempleos que generen ingresos".
Pero persisten las dudas respecto del origen del dinero y sobre los términos bajo los cuales estará disponible para sus destinatarios.
Los donantes procuran expandir rápidamente el microcrédito como opción atractiva ante la merma de los programas de asistencia ocasionada por los recortes presupuestales.
La noción de que los pobres del mundo deben autoemplearse y ayudarse a sí mismos gana popularidad a medida que los presupuestos de asistencia externa, y también los de bienestar social nacionales, disminuyen, según participantes de la conferencia.
Los conductores de las agencias internacionales se refirieron a la necesidad de redireccionar sus programas "de caridad" al fortalecimiento del desarrollo humano, según el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el uruguayo Enrique Iglesias.
El BID, dijo, comprometió 500 millones de dólares a desembolsar en los próximos cinco años con destino a "banquitos".
El administrador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el estadounidense James Gustave Speth, anunció el lanzamiento de MicroStart, programa que suministrará 41 millones de dólares al respaldo financiero y técnico de entidades microfinancieras de 25 países en la fase inicial.
Muhammad Yunus, fundador del Grameen Bank de Bangladesh, dijo que los microcréditos deben "mandar a la pobreza al museo, que es a lo que pertenece".
Sin embargo, los suministradores de microcréditos dijeron que la principal debilidad de la conferencia consistió en que no creó mecanismos institucionales para el manejo de los microcréditos.
Como consecuencia, estas pequeñas organizaciones populares deberán negociar individualmente con grandes donantes que determinarán sus operaciones.
"No existe duda de que el equilibrio del poder político favorece a los donantes", dijo el indio Thomas Joseph, director de la oficina en Etiopía de la organización caritativa Action Aid.
Muchos donantes invertirán solo en programas que cumplan con sus propósitos políticos y su concepción del microcrédito, sin tomar en cuenta las necesidades y realidades de los receptores finales del mecanismo, según las organizaciones de base.
"Depende de las organizaciones de base resistir a la presión de crecer de manera nada realista, y espero que prefieran no conducirse por el dinero sino por sus propias capacidades. Pero la reunión no nos dejó instituciones ni mecanismos para ello", dijo Joseph a IPS.
Joseph, quien ha dirigido programas de microcrédito en Etiopía durante cuatro años, manifestó su beneplácito por la preocupación que expresaron los donantes, pero dijo que los pequeños préstamos son un mecanismo del cual se hizo demasiada propaganda.
El plan de acción reconoce que los microempresarios necesitan programas de adiestramiento tanto como como créditos. Pero "la carga recae casi completamente en los hombros de los pobres", agregó.
Los créditos podrían perjudicar más que ayudar.
"Un préstamo constituye una carga para los pobres. Debemos asegurarnos de que las condiciones de pago se acompasen con su uso productivo para que los fortalezca y no los empobrezca aun más", dijo Fawzi Al Sultan, presidente del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (IFAD).
Tanto organizaciones de base como funcionarios de asistencia se manifestaron preocupados de que algunos donantes se dediquen a los microcréditos en detrimento de programas de desarrollo más amplio.
El microcrédito "no es suficiente en sí mismo para asegurar desarrollo sustentable de los pobres de áreas rurales", que también requieren "acceso a mejores tecnologías, a servicios de salud y educación, a mercados justos y a infraestructura adecuada", explicó Al Sultán.
Aunque el IFAD destina 30 por ciento de sus préstamos (125 millones de dólares al año) a servicios financieros destinados a campesinos pobres, "el crédito necesita estar combinado con medidas complementarias que hagan real la reducción de la pobreza", agregó.
El presidente de Uganda, Yoweri Museveni, fue categórico y manifestó que los créditos pueden esperar. En un discurso de 12 minutos, su única referencia a los microcréditos fue de crítica.
Museveni atribuyó la pobreza en su país a la agricultura de monocultivo y en pequeña escala de productos con precios internacionales bajos, la fragmentación de la tierra, la ausencia de caminería, infraestructura y capacidad de procesamiento y la carencia de servicios de educación en los poblados.
El presidente concitó un aplauso cuando calificó de injusto al proteccionismo de los países industrializados. "¿Dónde venderemos lo que producimos?", se preguntó.
"Unicamente cuando hayamos solucionado esto podremos comenzar a hablar de créditos", concluyó Museveni. (FIN/IPS/tra- en/aa/yjc/mj/dv if/97
