DESARROLLO: El microcrédito no es única respuesta para la mujer

Todos los días, en distintos lugares del planeta, personas antes indigentes, en su mayoría mujeres, pagan los intereses de microcréditos de autoempleo que les han dado una esperanza en la lucha por salir de la pobreza.

Demasiado pobres para recibir servicios bancarios convencionales, reciben préstamos de instituciones que se especializan en "microfinanzas'. Los préstamos pueden ser de pocos dólares, alrededor de 100, pero la cantidad es suficiente para establecer pequeñas empresas que producirán algo de dinero.

Sirviendo a 16 millones de personas en los países en desarrollo, una Conferencia sobre Micréditos de tres días fue iniciada este domingo en Washington con un llamado a extender los pequeños préstamos a 100 millones de familias en el 2005.

Para este fin se requieren unos 21.000 millones de dólares de nuevos préstamos para las llamadas instituciones microfinancieras.

Pero muchos aún cuestionan si estos ingresos realmente benefician o son controlados por las mujeres. "Muchos préstamos dados a las mujeres son capturados por los hombres", dice Geoff Wood, director del Centro para Desarrollo de Estudios de la Universidad Bath, en Gran Bretaña.

Según Wood, los hombres de la familia toman y usan los préstamos, mientras son las mujeres quienes deben pagarlos, "a veces negándose el alimento para hacerlo".

Las mujeres son las personas más desfavorecidas financieramente de la sociedad, y consideradas menos merecedoras de crédito por los bancos comunes.

Instituciones microfinancieras como el Grameen Bank en Bangladesh fueron especialmente instaladas para ayudarlas. Alrededor de 94 por ciento de sus 1,8 millones de beneficiarios son mujeres.

El banco emplea presión de pares para el pago de los créditos, una técnica tomada por otras instituciones microfinancieras, consistente en grupos de entre cinco y ocho beneficiarios que se ofrecen como garantía de los préstamos de otros miembros y los presionan para que hagan los pagos.

El punto de vista es respaldado por Anne Marie Goetz, del Instituto de Estudios de Desarrollo de la Universidad de Sussex.

Durante una investigación en Bangladesh, la experta encontró que algunos promotores de campo asumen que los maridos se apropiarán de los préstamos, y al formar los grupos se acercan a ellos en primer lugar, para que permitan a sus esposas recibirlos.

Abundan ejemplos sobre mujeres que reciben préstamos y terminan peor que antes. Un investigador cita el caso de Edith Kagino, quien hace tres años tenía una casa en la villa Kanoikoli, en Uganda, y empleo en el taller de su marido.

En 1991, Kagino abrió un cuenta bancaria en el Fondo de Finanzas y Créditos para la Mujer de Uganda, y luego solicitó un micropréstamo para comprar dos vacas preñadas y materiales para construir un establo.

Pero no había tenido en cuenta a su marido, quien, lejos de respaldarla, insistió en que volviera a trabajar para él. Tras una serie de escenas, la hechó de la casa, y vendió los animales como si fueran propios.

Tras un fallido intento de reconciliación, Kagino se encontró embarazada de su octavo hijo, sola y sin recursos. Considerada una "deudora dudosa", aunque no por su responsabilidad, tendrá grandes dificultades para lograr otro préstamo con el que empezar de nuevo.

Hay muchas como ellas en todo el mundo en desarrollo, afirma Linda Mayoux, quien estudia el caso para el Proyecto de la Administración de Desarrollo Exterior (ODA), con el fin de sacar conclusiones sobre el impacto de las microfinanzas en las mujeres.

El ODA, división de ayuda del gobierno británico, entrega 50 millones de dólares en apoyo a instituciones microfinancieras en todo el mundo, especialmente en Bangladesh, Kenia, Tanzania y Zimbabwe, coordinando un grupo de organizaciones no gubernamentales británicas y unas cien contrapartes del sur.

Tras la producción de un informe de diagnóstico previsto para mayo, se examinará en profundidad la situación en India, Kenia y Uganda, para producir una guía para grupos de mujeres y ONG y capacitarlos sobre evaluación de impactos y planificación participativa.

Un impacto que preocupa a los investigadores sobre el modelo del Grameen Bank es que el pago debe comenzar la primera semana tras tomar el préstamo, lo cual hace que las mujeres ahorren para la devolución y sus proyectos sean poco ambiciosos.

El debate tiene muchas facetas. Algunos cuestionan sin la mayoría de los préstamos son utilizados por las mujeres para reforzar actividades tradicionales como cría de ganado, en lugar de potenciarlas.

También se discute si establecer a las mujeres como pequeñas empresarias meramente añade una carga al ya existente trabajo doméstico.

Mayoux cree que los préstamos deben estar ligados a programas más amplios de capacitación y bienestar social, como organización comunitaria, tecnología apropiada, educación y conciencia de género.

El desarrollo social no es un lujo. Es necesario para asegurar el alivio de la pobreza que supuestamente el crédito debe brindar, sostiene Wood. (FIN/IPS/tra-en/sl/rj/lp/97

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