COMERCIO: Brasil enfrenta déficit atacando barreras del Norte

Herido por un déficit comercial que se agrava desde 1995 y acorralado por presiones para que cumpla las reglas internacionales, Brasil decidió atacar el proteccionismo de los países ricos buscando reequilibrar sus cuentas externas.

Estados Unidos y Europa imponen barreras a los productos brasileños más competitivos, generando pérdidas anuales de 6.000 millones de dólares en exportaciones, según autoridades diplomáticas y económicas del país.

El comercio exterior brasileño tuvo un saldo negativo de 5.539 millones de dólares en 1996, que se sumó a 3.157 millones de déficit del año anterior. El propio gobierno espera un déficit de 8.000 millones de dólares este año, mientras expertos del mercado prevén hasta 50 por ciento más.

Brasil protestará ante la Organización Mundial de Comercio (OMC) por las dilaciones con que la Unión Europea impide las importaciones de carne de pollo brasileño, que goza de exención arancelaria en virtud del sistema de cuotas establecido en 1992.

También urge a los europeos a cumplir los acuerdos de reducción de los subsidios agrícolas, que distorsionan el comercio mundial y afectan las exportaciones brasileñas.

El gobierno de Fernando Henrique Cardoso cuestiona asimismo las barreras que bloquean algunas exportaciones brasileñas hacia el mercado estadounidense.

En 1990, Brasil obtuvo un superávit de 3.200 millones de dólares en su comercio con Estados Unidos. Ahora la situación se invirtió. Las importaciones desde Estados Unidos crecieron 50 por ciento al año y representaron la mitad del déficit total brasileño en 1996, destacó el canciller Luiz Felipe Lampreia.

Brasilia exige una contrapartida estadounidense a la apertura del mercado brasileño, cuyo arancel promedio bajó de 41 por ciento en 1988 a 12 por ciento, se quejó el vicecanciller Sebastiao do Rego Barros.

En el otro lado, el jugo de naranja brasileño duplica su precio en Estados Unidos a causa de aranceles que protegen la producción local, hay cuotas limitando las compras de azúcar, pollo y textiles, se imponen gravámenes por supuesto "dumping" a productos siderúrgicos y minerales.

Las quejas brasileñas constituyen también un contraataque. Responden a críticas de autoridades comerciales de Washington a la protección de ciertos sectores en Brasil y a su resistencia a la integración comercial hemisférica.

Las disputas comerciales entre los dos países se extienden a las discusiones sobre el Area de Libre Comercio de América.

Brasil, con su estrategia de fortalecer previamente al Mercosur y la integración sudamericana, aparece como el mayor obstáculo a los planes estadounidenses de acelerar la negociación continental.

Cardoso admitió por primera vez el domingo, al iniciar una gira por Gran Bretaña e Italia, que la apertura del mercado brasileño se hizo de forma "precipitada" a partir de 1990, generando cierta intranquilidad.

El proceso de reducción de aranceles y eliminación de otras barreras empezó durante el gobierno del ex presidente Fernando Collor (1990-92), sin analizar las consecuencias, dijo Cardoso.

Los problemas en la balanza comercial, sin embargo, tuvieron inicio con Cardoso ya en la presidencia, en 1995, ante la fiebre nacional de consumo, desatada por el éxito de la estabilización de la moneda, gracias al plan impulsado en 1994 por Cardoso, entonces ministro de Hacienda.

Las medidas antiinflacionarias incluyeron estímulos a la importación para forzar la rebaja de los precios internos, con cambio sobrevaluado y reducción de aranceles. La explosión de las importaciones, especialmente de vehículos, forzó al gobierno a invertir la marcha y restablecer barreras.

Así surgió el régimen automotor que, por favorecer las montadoras instaladas en el país con incentivos fiscales y aranceles más bajos en sus importaciones, generó reacciones de Japón, Europa, Estados Unidos y Corea del Sur.

Estados Unidos insistió en pedido de consultas ante la OMC, poniendo en cuestión esa política brasileña, ampliando los roces bilaterales.

Pero los vaivenes y medidas puntuales de Brasil, para contener importaciones y atraer inversiones externas que equilibren las cuentas externas, generan tensiones también con los socios del Mercosur, en particular con Argentina, por ser unilaterales y perjudicar sus intereses.

Ante ese acorralamiento sólo queda una salida: aumentar exportaciones. Este es uno de los objetivos de Cardoso en su visita a Italia esta semana, especialmente porque el comercio bilateral es negativo para Brasil en cerca de 1.000 millones de dólares al año.

El diputado Delfim Netto, ministro de Finanzas y Planificación en los años 70 y 80, defiende una mayor agresividad en las disputas comerciales, empezando por corregir la sobrevaluación cambiaria.

En la Unión Europea se grava el café soluble brasileño en 10,1 por ciento, pero sólo en 5,2 por ciento al mexicano y en cero al andino, en tanto en Chile se le impone 7,7 por ciento contra cero al de Colombia. Estas son desventajas que hay que eliminar, según Delfim Netto. (FIN/IPS/mo/ag/if/97

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