CHINA: Toda Asia pendiente de la sucesión de Deng Xiaoping

La sucesión de Deng Xiapoping y aún los homenajes póstumos de China a su líder supremo concentran la atención política desde el oriente de Asia hasta India, la región sobre la que se extiende la larga sombra del país más poblado de la Tierra.

Deng, el arquitecto de la reforma económica comenzada a fines de la década del 70 y que determinó el rápido crecimiento económico de China, murió el miércoles a los 92 años de una afección respiratoria sumada a un avanzado estado del mal de Parkinson.

Ya había delegado el poder en el presidente Jiang Zemin, pero continuaba siendo el factor de estabilidad del país.

Taiwan, considerado por China como provincia cismática, puso en alerta a sus fuerzas armadas al conocerse la muerte de Deng. Lo mismo había hecho en marzo de 1996, en respuesta a maniobras militares de China en el estrecho de Taiwan, que separa a los dos países.

Taipei teme que Jiang busque para consolidar su poder el respaldo del ejército y de los partidarios de la línea dura, que rechazan la negociación como vía para la reunificación del país.

Mientras, regiones del oeste y del noroeste de China reclaman mayor autonomía, sin ser escuchadas por un régimen que no tolera ninguna forma de disidencia.

El exiliado Dalai Lama, líder espiritual de Tibet, pronosticó que China se disolverá como la Unión Soviética a la muerte de Deng. Una eventual crisis de autoridad en Beijing podría debilitar el control chino sobre Tibet y allanar el camino hacia una mayor autonomía de esa región.

"Tibet es un país ocupado. No puedo cambiar esa situación, ni deseo la independencia. Estoy listo para trabajar y convivir con los chinos, aunque en un sistema de autogobierno", dijo el último año el Dalai Lama.

El hermano mayor del Dalai Lama, Gyalo Thondup, entabló en 1979 negociaciones con Deng, aunque sin resultados.

Otros gobiernos del área alcanzada por la influencia de China consideran con procupación la posibilidad de cambios en la política exterior seguida por Deng.

En efecto, la junta militar de Birmania depende de China para obtener las armas que utiliza para mantenerse en el poder y rechazar las demandas de democratización de la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, apoyada por la comunidad internacional.

Birmania gastó en esta década cientos de millones de dólares en la compra a China de helicópteros de combate, vehículos acorazados, fusiles de asalto y lanchas patrulleras, y confía en que esa fuente de suministros siga abierta.

Suu Kyi y su Liga Nacional por la Democracia aguardan lo contrario. Como Deng, los militares birmanos han reprimido a la oposición interna, desafiando las críticas internacionales, mientras atraen a la vez inversiones extranjeras.

Más hacia el oriente, en Vietnam, uno de los últimos régimenes comunistas estables del mundo, no sólo se seguirá con atención todo cambio en la cúpula dirigente de China, sino también las ceremonias fúnebres de Deng. De esos hechos, los vietnamitas deducirán la política futura de China.

El cuerpo embalsamado de Ho Chi Minh, héroe de la independencia de Vietnam, descansa en un sarcófago de cristal en Hanoi, y el mismo homenaje rinde China en Beijing a Mao Zedong, el padre de la revolución comunista triunfante en 1949. Los dos países imitaron en la materia el ejemplo de la Unión Soviética, que embalsamó y expuso los cadáveres de Lenin y Stalin.

En más de 1.000 años de relaciones, China y Vietnam se enfrentaron en guerra, se invadieron mutuamente y fueron aliados. Los dos países están comprometidos ahora en reformas económicas de mercado y han abierto sus fronteras al comercio.

Pero todavía se vigilan con suspicacia, dado que ambos intentan ampliar su influencia en el sur y el sudeste de Asia y se disputan un archipiélago en el Mar de China Meridional, también reivindicado por otras naciones de la región

En Asia meridional persiste el contencioso fronterizo entre China e India. Funcionarios de Nueva Delhi temían que Deng utilizara los puertos de Birmania como vía de acceso para la entrada de la flota china en el océano Indico.

En función de esos antecedentes, India se concentrará tras la muerte de Deng en la observación de los movimientos de las Fuerzas Armadas de China.

India reclama Aksai, un territorio que perdió a manos de China. Allí se encuentra la única carretera que une directamente Tibet con la provincia separatista de Xinjiang, en el noroeste de China, donde los uighures musulmanes protagonizaron violentas protestas contra Beijing.

Mientras, Tailandia tiene preocupaciones de índole económica. La economía tailandesa se ha deteriorado en los últimos meses debido a la caída del mercado de valores, la paralización del sector inmobiliario, la reducción de las exportaciones y a la negativa del gobierno a devaluar la moneda.

Numerosas empresas tailandesas mantienen grandes inversiones en China y esperan que la muerte de Deng no afecte sus intereses.

Tailandia alberga una numerosa minoría de origen chino, cuyos integrantes viajan al sur de China para visitar la tierra de sus antepasados.

Una ola de "orgullo chino" cubre a las clases media y superior tailandesas, en una sociedad que tradicionalmente ha ocultado la diversidad étnica para proyectar una imagen de conformidad social.

Así mismo, estarán bajo observación los proyectos emprendidos entre China por Malasia, Singapur, Indonesia y Filipinas, que podrían ser afectados en el caso de un cambio de la política de Beijing frente a los capitales extranjeros.

Esos cuatro países también tienen grandes y prósperas comunidades chinas, que en ocasiones fueron acusadas tanto de servir a los intereses de Beining como, paradójicamente, de excederse en su fervor capitalista. (FIN/IPS/tra- en/re(cpg/ff/aq/ip if/97

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