El resentimiento por la represión del gobierno de China contra la minoría musulmano-turca uigur y la clausura de sus centros educativos religiosos el año pasado, estuvieron entre las causas de los disturbios separatistas ocurridos tras la muerte del líder Deng Xiaoping.
Varias bombas explotaron la semana pasada en la capital de la región noroccidental de Xinjiang, Urumqi, en los incidentes más violentos desde 1949. Las protestas también afectaron al pueblo de Yining, cerca de la frontera con Kazajstán, a mediados de febrero.
Los grupos de exiliados afirman que los disturbios dejaron un saldo de 90 muertos mientras que el gobierno de Beijing admite sólo 10. Las autoridades chinas temen que la violencia conduzca a la desestabilización social, luego de la muerte de Deng.
El gobierno chino comenzó a impartir clases de 'educación patriótica' en los centros de enseñanza de Xinjiang como parte de una campaña contra la inquieta minoría uigur. Los expertos estiman que las clases pueden ser contraproducentes al fomentar el resentimiento musulmán contra Beijing.
Los separatistas musulmanes en el exilio sostienen que es una forma de infiltrar los colegios mezquitas o 'madrasas' que enseñan el Corán y el idioma y la cultura turcos locales.
"Vamos a enseñarles lo que es la unidad étnica", exclamó este mes el funcionario del Partido Comunista Zhang Yuliang, cuando se lanzó la campaña de 'educación patriótica'.
En el verano boreal se clausuraron 19 escuelas 'sin autorización', la mayoría madrasas, como parte de un operativo de seguridad.
Las autoridades se concentraron sobre los sectores considerados rebeldes en las ciudades universitarias, a quienes acusan de "interferir sobre el estudio y la administración en los centros de enseñanza".
Sostienen que las escuelas clandestinas imparten el dogma religioso y brindan entrenamiento militar. Algunos profesores y estudiantes del Corán fueron arrestados y enviados a "campos de reeducación", según los grupos de exiliados.
Debido a que el sistema estatal de educación laica tiene un rígido programa nacional, poco se enseña sobre la cultura local. Las escuelas religiosas fueron la única alternativa al sistema laico que ofrecía un sentido de identidad étnica.
El programa estatal presenta una imagen negativa y condescendiente de las minorías, según Dru Gladney, experto en minorías chinas en el Instituto Oriente-Occidente de Hawaii.
Ello contribuye al elevado analfabetismo entre los musulmanes chinos. De hecho, Beijing lo admite y ha permitido que las escuelas mezquitas funcionen para mejorar los resultados educativos.
"La educación musulmana redujo el analfabetismo y en el pasado, las autoridades chinas cooperaron con los imams", sostiene Gerard Postiglione, de la Universidad de Hong Kong.
Pero las autoridades chinas piensan que la expansión de las escuelas religiosas fomenta el nuevo fervor nacionalista, lo que podría dañar la cooperación con los imams.
Oficialmente, sólo se permiten dos estudiantes por mezquita para estudiar para imams, pero algunas mezquitas cuentan con más de 100 alumnos.
Las normas estipulan que la enseñanza religiosa sólo se permitirá luego de nueve años de educación obligatoria, lo que rara vez se cumple en la práctica.
Con la clausura de las escuelas, muchas niñas no reciben ningún tipo de enseñanza al oponerse sus padres a que asistan a la escuela junto a los varones. El sistema estatal es exclusivamente mixto.
El material de estudio también fue objeto de censura. En abril, las autoridades prohibieron la publicación de libros o casetes sobre el islam sin autorización oficial o que "violen la política y leyes del país", según la prensa oficial.
El material en uzbeko o turco proveniente de las vecinas repúblicas de Asia Central como Uzbekistán, Kazajstán, Tajikistán y Kirgistán, era popular en los centros de estudio.
"Había grabaciones de poesía medieval de Asia Central y radionovelas sobre la historia local que no corresponden a la versión aprobada por las autoridades chinas", según Gladney.
Algunas fueron utilizadas en centros estatales, por docentes locales que tratan de satisfacer la necesidad de información sobre la cultura local.
"La enseñanza musulmana está viva debido al crecimiento del conservadurismo religioso en China y a la revitalización de la religión en general como respuesta a los problemas sociales", dijo Postiglione.
Irónicamente, el poco material autorizado por el gobierno permite que los docentes de Xinjiang brinden versiones orales de la historia que no son necesariamente favorables a la versión oficial china. (FIN/IPS/tra-en/ys/kd/aq-jc/cr/97