BRASIL: Disputa por paternidad de la reforma agraria

El Movimiento de los Sin Tierra (MST) aparece como el único desafío opositor al gobierno en Brasil, al marchar sobre la capital, enfrentar los tiros de terratenientes y seguir invadiendo predios, pese a la amenaza de las autoridades.

Ante la perplejidad de los partidos de izquierda y el debilitamiento de los sindicatos, los "sin tierra" sobresalen por mantener una ofensiva permanente, con acciones variadas que hostigan al gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso.

La reacción revela el desasosiego oficial. El ministro de Justicia, Nelson Jobim, realiza una gira por el país, para impulsar a los gobiernos de los estados a que impidan la violencia en el campo, incautando armas y reprimiendo actos ilegales.

El blanco principal es el MST, aunque el ministro insiste en decir que se trata de una operación contra las acciones ilegales cometidas tanto por campesinos como por la radical Unión Democrática Ruralista, organización de los terratenientes.

El gobierno "cayó en la trampa que le tiende el MST", al elegirlo como enemigo, dijo a IPS el sociólogo Herbert de Souza, del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase) y conocido líder de campañas sociales, como una campaña nacional contra el hambre.

El ministro de Política Agraria, Raul Jungman, rompió el diálogo con el MST el año pasado, exigiendo el fin de las invasiones de sedes de organismos gubernamentales.

Cardoso y sus ministros Jobim y Jungam acusan el MST de desviarse de la cuestión social, para entrometerse en la política, e incluso de pretender la toma del poder.

La reforma agraria cuenta hoy con consenso en el país, es más amplia que la lucha por la tierra e involucra a muchos actores, además del MST, explicó de Souza, conocido como Betinho, quien añadió que el gobierno es "impelido a promoverla, aunque no lo quiera".

El MST, según el sociólogo, es sólo "el movimiento social más radical", que rompe los límites legales "intencionalmente", provocando la previsible reacción del gobierno, en una confrontación en que gana el primero, elevado así a la condición de principal adversario.

Aunque lentos, ya se han producido cambios positivos en la cuestión agraria brasileña, incluso por iniciativa del gobierno, como el gran aumento del impuesto sobre tierras improductivas y el asentamiento de más de 100.000 familias en los dos últimso años, aseveró de Souza.

Numerosas ONG, como Ibase, promueven desde la década pasada una campaña conjunta por la reforma agraria. La fuerza más representativa en esa lucha es la Confederación Nacional de Trabajadores en la Agricultura, que reúne a miles de sindicatos de asalariados y pequeños agricultores.

Una encuesta del diario O Globo, que aún no ha sido divulgada, comprobó un fuerte apoyo popular a la reforma agraria, como forma de generar empleos y reducir la pobreza y la presión sobre las ciudades.

Entre 70 y 85 por ciento de los consultados manifestó ese apoyo y la opinión de que es demasiado lento el proceso impulsado por el gobierno, coincidiendo con las banderas agitadas con más fuerza por el MST.

Desde el día 17, tres columnas de sin tierra -unas 1.300 personas en total- partieron de ciudades del sur, el oeste y el noreste de Brasil rumbo a Brasilia, en una nueva manifestación en reclamo de mayor rapidez en los asentamientos del gobierno.

Cada columna ya recurrió unos 200 kilómetros del promedio de mil que separaba el punto inicial de la capital del país. En el camino, reciben apoyo de la Iglesia Católica, organizaciones sociales y alcaldías, en forma alimentos, alojamiento y actos en los que explican sus razones.

Ocho campesinos heridos a tiros cuando participaban en un intento de ocupación de una hacienda el domingo pasado, y una orden judicial para arrestar a cinco dirigentes del movimiento en Pontal de Paranapanema, a 600 kilómetros de Sao Paulo, son otros hechos que mantienen a la prensa ocupada en el MST en estos días.

El MST no es la única oposición, pero sí es "lamentablemente el único que moviliza a la opinión pública contra el neoliberalismo del actual gobierno", evaluó Neuri Rosseto, uno de los coordinadores del movimiento.

Otros sectores "no logran expresar sus reclamos" y los sindicatos están ocupados en mantener empleos, no tienen como movilizar a desempleados, añadió.

El gobierno sigue encontrando dificultades al golpear los sin tierra.

La Iglesia Católica acaba de negarse a participar en un foro sobre la reforma agraria convocado por el gobierno, si no se incluye al MST, una posición que coincidió con la asumida por la Central Unica de Trabajadores, la principal del país.

El presidente de la Conferencia Episcopal, el arzobispo Lucas Moreira Neves, considerado conservador, pidió al gobierno que reanudara el diálogo con el MST.

El presidente de la Confederación de Trabajadores en la Agricultura, Francisco Urbano, condenó la represión policial contra los sin tierra llevada a cabo con el pretexto de desarmarlos.

"Ni el régimen militar confundió así la cuestión de justicia social con la seguridad nacional" y eso sólo agravará la violencia de los terratenientes, aseguró Urbano, quien pertenece al Partido Socialdemócrata del presidente Cardoso. (FIN/IPS/mo/ag/ip/97

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