BRASIL: Darcy Ribeiro, un intelectual de acción plural

Darcy Ribeiro, muerto este lunes en Brasilia a los 74 años, fue uno de los mayores protagonistas de la historia de Brasil en los últimos 50 años y un constructor de utopías, como muchos lo definen.

Hablaba como un torrente, atropellando las palabras, incapaces de acompañar el ritmo acelerado de sus ideas, y vivió también así, una eterna carrera para realizar sus múltiplos proyectos en política, literatura, etnología, antropología y, especialmente, en educación.

Ministro de Educación y Cultura en 1962, fundó varias universidades, como la de Brasilia, siempre asignándoles un carácter de vanguardia.

A raíz del golpe militar de 1964 se exilió en Uruguay. Antes de regresar a Brasil en 1974, donde le fue sacado un pulmón afectado por el cáncer, vivió en varios países latinoamericanos, ayudando a gobiernos progresistas como el de la Unidad Popular en Chile (1970- 73) y a la construcción de universidades.

También se dedicó a escribir su obra de antropología, con "El proceso civilizatorio", "Los indios y la civilización" y "Los brasileños". Antes ya había escrito libros sobre sus estudios etnológicos que lo habían llevado a vivir, entre 1949 y 1951, entre los indígenas kadiweu, en la Amazonia oriental.

Con el regreso a Brasil, inició una segunda etapa de su vida, pasando a escribir novelas, como "Maira", la más conocida y con temática también indígena, "El Mulo" y "Utopía salvaje".

Con la amnistía política de 1979, concedida por el régimen militar ya en proceso de "apertura democrática", volvió a la política, participando en la fundación del Partido Democrático Laborista en 1980, junto a Leonel Brizola.

Como vicegobernador de Rio de Janeiro, electo en 1982, fue responsable de la construcción del Sambódromo, el estadio del carnaval en que desfilan las famosas escuelas de samba, y por un proyecto especial de educación, con escuelas a tiempo completo.

La defensa de esas escuelas, en que el alumno permanece al menos ocho horas, recibe dos o tres comidas diarias y ejerce varias actividades, fue una de las luchas permanentes de Ribeiro, a quien otro ex ministro de Educación, Eduardo Portella, denominó "militante de la esperanza" y "productor de vida".

Derrotado en las elecciones para gobernador de Rio en 1986, fue electo senador en 1990. Su mandato debía terminar en 1998.

Como parlamentario redactó el texto final de la nueva ley de directrices de la Educación, aprobada el año pasado y que, por iniciativa del presidente Fernando Henrique Cardoso, se llama Ley Darcy Ribeiro.

Sus libros, publicados en varios países, suman varias decenas. "Perdí la cuenta", solía decir. Desde 1992 era miembro de la Academia Brasileña de Letras, en cuya sede su cuerpo recibe el último homenaje antes de la sepultura este miércoles.

Con el diagnóstico hace dos años de otro cáncer en la próstata con metástasis ósea, asumió la urgencia de concluir varios libros. Se fugó del hospital y publicó "El pueblo brasileño", en el que analiza y alaba la formación de una nación mestiza, y "Diarios Indios", sobre su experiencia con los kadiweus.

Dejó además, para su publicación en los próximos meses, una autobiografía: "Confesiones".

Otra de sus herencias es el Proyecto Caboclo, destinado a mejorar la vida de la población amazónica, cuya ejecución estará a cargo de la Fundación Darcy Ribeiro, que creó con sus ahorros.

"Es el proyecto más importante de mi vida", decía el antropólogo, que murió precisamente el mismo día en que investigadores y expertos en Amazonia discutieron y aprobaron la idea en un seminario en Brasilia.

Se trata de establecer comunidades de unas 50 familias, en áreas de 5.000 hectareas para la producción de frutas, caucho natural y otras riquezas ofrecidas por el mismo bosque amazónico, sembrando las especies productivas pero respetando la ecología, en un desarrollo que no afecta el equilibrio natural.

Las familias recibirán inicialmente un salario minimo y cada comunidad dispondrá de un centro con televisión, escuela y condiciones de esparcimiento, además de siembras colectivas para la alimentación.

"Salvar el bosque y sus pueblos" era su mayor deseo desde siempre, declaró Ribeiro en una de sus últimas entrevistas, confirmando que la enfermedad que ya lo inmovilizaba en una silla de ruedas no había eliminado su optimismo y entusiasmo por la vida y la acción.

Su muerte fue una pérdida inmensa, lamentaron intelectuales y políticos de todos los matices, comenzando por Cardoso, a cuyo gobierno hacía oposición Ribeiro, a quien el diario Jornal do Brasil calificó como "un brasileño imprescindible". (FIN/IPS/mo/ag/ip-cr/97

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