(Artes y Espectáculos) AUSTRALIA: La acartonada imagen oficial del arte aborigen

La música y la danza de los aborígenes de Australia han dado lugar a una industria multimillonaria y atraen el turismo extranjero, pero las autoridades federales no apoyan a los artistas indígenas, según los protagonistas de ese movimiento.

Steven Page, director de arte del Teatro de Danza Bangarra, afirma que los artistas aborígenes son utilizados para simular que el país promueve las expresiones culturales indígenas.

Page destacó que Bangarra, uno de los pocos grupos australianos conocidos internacionalmente, fue seleccionado en las Olimpiadas de Atlanta, de 1996, para participar de la ceremonia de entrega de la bandera olímpica a Sydney, sede de los juegos del 2000.

Ese hecho puede haber sugerido a la audiencia de la televisión internacional que los indígenas y su arte ocupan una empinada posición en la sociedad australiana. Pero en realidad, la gran mayoría de los artistas aborígenes luchan por lograr un salario mínimo, dijo Page.

Sus afirmaciones son compartidas por otros artistas y por dirigentes indígenas, que señalan la decisión del gobierno de reducir en 358 millones de dólares el subsidio del Estado a la Comisión de Aborígenes e Isleños del Estrecho de Torres (ATSIC).

El recorte afectará varios programas de la comunidad indígena en las áreas de cultura y educación.

Creada en 1990 en respuesta al movimiento por la autodeterminación de los pueblos aborígenes, la ATSIC ha distribuido millones de dólares a organizaciones indígenas de todo el país.

Sus integrantes son elegidos por los aborígenes y por los isleños del estrecho de Torres, de ascendencia polinesia.

"Mientras presenta internacionalmente a los indígenas y su cultura en ocasiones como la ceremonia de clausura de las Olimpiadas de Atlanta, el gobierno federal también reduce a migajas nuestros recursos", advirtió Jo Dyer, administrador de Bangarra.

Al regresar de Atlanta, el grupo Bangarra supo que los recursos financieros que recibía de la ATSIC están amenazados por los recortes presupuestales anunciados por el gobierno.

Ese caso ilustra "la hipocresía" oficial, según Dyer. El recorte de partidas presupuestales es devastador "para toda nueva asociación cultural indígena", agregó.

Mientras, Gordon Hookey, un artista plástico indígena de 36 años, advirtió que, a menudo, el gobierno presenta a los aborígenes como una comunidad atrasada.

"Yo he hallado en el extranjero una rígida percepción del arte aborigen (australiano). Todos suponen que producimos formas primitivas de arte, cuando en realidad, lo que hacemos es otra cosa, muy diferente", observó Hookey.

La sociedad blanca dominante "promueve esa percepción, en detrimento de nuestra diversidad", agregó.

La actriz indígena Rhoda Roberts, que organiza uno de los cuatro festivales culturales previstos para las Olimpiadas de Sydney, también está molesta con "el acartonado enfoque folclórico" y la "desfiguración" del arte aborigen en el escenario internacional.

"La población indígena siente que es utilizada", declaró Roberts, de la etnia bundjalung, asentada en el norte de la provincia de Nueva Gales del Sur.

Cuando llegaron los británicos, en 1788, se contaban en Australia 500 tribus, que llevaron una vida seminómade durante 40.000 años y cada una tenía su propio dialecto, su historia, territorio y cultura.

La corona británica declaró a Australia "terra nullis", o no habitada, ignorando deliberadamente todo derecho de los aborígenes a la tierra.

El colonialismo, el racismo y el sistema opresivo impuesto por los británicos persistieron en los siglos siguientes. Sólo en 1967, los aborígenes australianos lograron el derecho a ser considerados ciudadanos legales en su propio país.

Si bien hubo cambios significativos para corregir las atrocidades del pasado, el desempleo, el analfabetismo y la alta mortalidad infantil todavía prevalecen entre los indígenas, que utilizan la expresión artística para crear conciencia sobre la Australia aborigen.

Por esa razón, no ha prosperado la propuesta de algunos dirigentes indígenas de boicotear los Juegos Olímpicos de Sydney para enfrentar el propósito del gobierno de retacear el presupuesto de la ATSIC.

"Yo también desearía que el gobierno otorgara prioridad a los derechos de los aborígenes", pero "creo que la participación en las Olimpiadas será un paso positivo, pues nuestros artistas nunca tendrán oportunidad igual de darse a conocer", explicó Roberts. (FIN/IPS/tra-en/lt/cpg/ff/cr pr/97

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