ARGENTINA: Un mes del crimen del periodista y no hay un móvil

A casi un mes de la muerte del periodista argentino José Luis Cabezas, los investigadores creen que se trató de un crimen por encargo que contó con la complicidad policial, pero desconocen aún cuál fue el móvil del asesinato.

El crimen que conmovió a la sociedad por la brutalidad de los autores ocurrió el 25 de enero en el balneario de Pinamar, cuando el reportero gráfico del semanario Noticias fue hallado incinerado en su automóvil, con las manos esposadas y un tiro en la sien.

Este martes, cuando se cumpla el primer mes de su muerte, se realizará un minuto de silencio en todo el país, convocado por los gremios periodísticos. Adhieren medios de transporte público de pasajeros, iglesias, medios de comunicación y bomberos.

Entretanto, los investigadores trabajan sobre 56 hipótesis, de las cuales dos son las más sólidas y derivan hacia la idea de un crimen por encargo, perpetrado por una banda que contó con la complicidad de los policías de la zona, que ayudaron "descuidando" el área.

Hasta ahora, el juez ordenó la detención de seis personas, la mayoría con antecedentes policiales, que -según un testigo- advirtieron en diciembre que matarían a un fotógrafo de la revista Noticias que estaba molestando.

A partir de las detenciones se secuestraron tres revólveres, de los cuales uno -una Colt calibre 32- fue identificado como el arma que disparó sobre Cabezas. Este lunes, la justicia ordenó la realización de una segunda pericia para confirmarlo.

Asimismo, a partir de los graves errores cometidos en el procedimiento por oficiales de la policía en las primeras horas posteriores al crimen en el lugar del siniestro, fueron exonerados dos comisarios.

Otro más fue relevado por desoír los llamados de vecinos de la residencia en la que estuvo Cabezas participando de una fiesta antes de su muerte. Los vecinos advertían de un grupo de sospechosos que merodeaba la casa y la policía no respondió al aviso.

De todos modos, aún cuando haya indicios de la participación de policías y del involucramiento de delincuentes comunes que perpetraron el crimen, los pesquisas siguen desorientados respecto del móvil.

La semana última, el periodista Gabriel Michi, que trabajaba con Cabezas en una dupla laboral en el balneario de Pinamar, reveló al juez un dato que había pasado por alto en su primera declaración.

Desde hacía unos días, previos al crimen, él y su compañero asesinado estaban tras la pista de una residencia veraniega que el poderoso empresario telepostal Alfredo Yabrán habría comprado a una mujer que no era su esposa.

Para confirmar el dato antes de su publicación, Michi y Cabezas había consultado a cuatro personas cercanas al empresario al que el ex ministro de Economía Domingo Cavallo tildó de "mafioso".

Yabrán, que controla los negocios del correo, aeropuertos y depósitos fiscales, había sido fotografiado por Cabezas pese a la advertencia de que tomarle una foto a él, un rostro desconocido para la opinin pública, era como pegarle un tiro en la frente.

Luego de esas fotos, que se publicaron en marzo de 1996, el automóvil de Cabezas y Michi apareció con los neumáticos pinchados y los vidrios rotos. (FIN/IPS/mv/dg/ip/97)

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