ARGENTINA: Por el supermercado espiritual de fin de siglo

La religiosidad posmoderna, como definen los expertos a la corriente espiritual de la "Nueva Era", encontró en Argentina campo fértil para expandirse y crecer incluso con ofertas fraudulentas hasta el delirio.

El "supermercado espiritual" encuentra en este país consumidores de todo tipo.

Los racionalistas de antaño, que insisten en buscar explicaciones científicas para todo, son los aguafiestas del "boom".

Definirse racionalista actualmente en Argentina, es casi un descargo que se confiesa en voz baja, o, en el mejor de los casos, resulta una antiguedad.

Según una investigación realizada por la periodista Viviana Gorbato para el libro "La Argentina embrujada", los argentinos, en apariencia muy racionales, gastan 450 millones de dólares mensuales (5.400 millones al año) en servicios mágicos (brujería, tarotistas, gurúes, sanadores o astrólogos).

Por los seminarios de "Escuela de Vida", una práctica que mezcla hipnosis, disciplina oriental, técnicas de autovaloración, con intervenciones de psicología sin psicólogos, ya pasaron unas 17.000 personas. El costo es de 2.000 dólares, pero se puede pagar en cuotas.

Por los cursos de "Insight" (armonización interna) circularon unos 10.000 consumidores. El primer nivel cuesta 300 dólares, el segundo 500 y el tercero se dicta en Chile y dura un mes. La organización que los imparte factura 500.000 dólares anuales.

Con menos inversión, la pitonista Blanca Curi, bruja de artistas, deportistas y políticos, factura casi un millón de dólares al año entre "consultas" (300 dólares), "trabajos" (que llegan a 1.500) y libros de horóscopos que le reportan nada menos que la mitad de sus pródigos ingresos anuales.

El ex secretario de Cultura Julio Bárbaro, asegura que 90 por ciento de los políticos consumen este tipo de servicios, aunque pocos lo admiten.

El propio presidente Carlos Menem es un usuario confeso, y su sinceramiento ayudó a que en los últimos años aflore una realidad a la que apelan dirigentes de todo el arco ideológico.

La corriente de la Nueva Era, que surgió en la Costa Oeste de Estados Unidos, se caracteriza por una religiosidad sin mediación institucional y abarca una amplia gama de contenidos varios. El ocultismo, la meditación, el orientalismo, la sobrevaloración de la afectividad sobre la razón son sólo algunos de sus ejes.

Los factores que contribuyeron a su desarrollo son los mismos que caracterizan a la sociedad del fin del milenio: el secularismo, la declinación de las ideologías -y su reemplazo por una visión más pragmática del mundo y de la vida-, y la crisis de la idea de progreso, empujaron al movimiento de la Nueva Era.

Pero en Argentina, a estos factores generales se suma un ingrediente local. "En pocos países se expandieron tanto las técnicas psicoteraputicas como en Argentina, comenzando por el psicoanálisis tradicional", explica el experto Roberto Bosca, autor del libro "New Age. La utopí religiosa de fin de siglo".

Gorbato considera que esta tendencia argentina a bucear en el inconsciente individual y colectivo se explica por el fuerte flujo migratorio que marcó a esta sociedad aluvional y derivó en serios problemas de identidad. Los argentinos tienen ancestros en todo el mundo, menos en su país.

De ahí el gran desarrollo que tiene en Argentina el aspecto de la corriente Nueva Era más vinculado a las psicoterapias.

La oferta de servicios que presenta en su sección de avisos la revista "Uno Mismo" -identificada plenamente con la Nueva Era- sirve de mapa de ese recorrido que muchas veces no encuentra más que una respuesta vana: superchería revestida de un lenguaje que tienta al consumidor con el atractivo de lo desconocido.

"Psiconeuroinmunología. Auriculoterapia. Irisdiagónstico. Psicografoanalista. Acropuntura. Craneopuntura. Astroanálisis. Hipnoterapia Ericksoniana. Cosmobiorritmo. Reflexología. Flores de Bach y de California. Bioenergética. Biofeedback. Armonización de chacras. Meditación. Autoconocimiento. Psicoastróologa."

"Renacimiento. Visualización creativa. Sensopercepción. Psicóologa alternativa. Eutona. Psicocibernética. Numerología. Ensueño dirigido. Naturoterapia psicofísica. Analisis transaccional. Transmutación kármica. Clarividencia. Psicotrónica. Radiónica. Ovnilogía." Y más.

El vacío interior también intenta ser satisfecho mediante técnicas que buscan neutralizar el agobio por el propio cuerpo, que no parece adaptarse naturalmente a las exigencias finiseculares.

"Yoga. Yoganidra. Acu-Yoga. Gimnasia consciente. Biodanza. Holodanza. Danzaterapia. Tai chi chun. Reiki. Movimiento vital expresivo. Masaje energético profundo. Moxibustión. Combate mental. Arte marcial interno. Shiatsu. Dígitopuntura. Quiropraxia".

"Autoestima 'Machado' da resultado", reza el eslogan de uno de los talleres por "sólo 10 pesos" (igual en dólares). "¿Por qué homeopatía para usted y no para sus animalitos ?", inquiere otra publicidad que ofrece medicina natural para las mascotas.

Es que esta cultura se expande. Hay programas de televisión específicos y librerías que se dedican exclusivamente a la venta de discos compactos, videos y libros de la Nueva Era, muchos de los cuales suelen estar entre los más vendidos.

Los textos de autoayuda, de "crecimiento personal", o los que intentan buscar explicaciones integrales a las preguntas por el sentido de la vida, son los que más se venden, aún a pesar de editores que no se inclinan por solventar ese tipo de trabajos.

"La inteligencia emocional", de Daniel Goleman, es el libro de no-ficción más vendido en los últimos meses.

Le sigue "Siete leyes espirituales del éxito", del médico anglo-hindú Deepak Chopra, quien visitó Argentina a fines de 1996, atraído por sus fieles y curioso por tener contactos de primer tipo con un mercado próspero.

Poco antes de la edición de "La inteligencia…" el primero en ventas durante varios meses fue "La novena revelación", de James Redfield, que sigue estando entre los más demandados. Para los que ya lo leyeron, salió "La décima revelación".

Tanto Bosca como Gorbato, que investigaron el fenómeno Nueva Era desde distintas perspectivas, sostienen que el movimiento rescata una visión integral -mente-cuerpo- del hombre y la mujer, y reivindica a la religión como experiencia vital.

Sin embargo, los dos concluyen en una similar comparación del fin del milenio y la decadencia del Imperio Romano. "El sincretismo (la mezcla de componentes religiosos dispares), tan característico de la Nueva Era, es la religiosidad de las decadencias", sentencia Bosca al final de su libro.

Por su parte Gorbato, de naturaleza proclive a las creencias en seres sobrenaturales y cábalas, confiesa haberse decepcionado. Lo que iba a ser "un paseo hedónico por el supermercado espiritual contemporáneo terminó convirtiéndose en la anatomía del fraude", dice. (FIN/IPS/mv/dg/pr-cr/97)

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