Cuando las tradicionales formas de protesta parecen perder efectividad, nuevas expresiones ganan la atención pública en América Latina. Colorido, drama y sorpresa son ingredientes indispensables para conquistar espacios en la prensa, para ser escuchados.
Desangrarse, ayunar hasta la agonía, coserse con hilo quirúrgico boca y ojos, marchar con muñecos y animales o desnudarse en el Congreso, son parte de las manifestaciones registradas los últimos meses en la región.
"Las marchas y huelgas tradicionales son aburridas. En cambio la sorpresa despierta interés y conquista público", dijo a IPS Superbarrio, un luchador social que vestido con traje de malla rojo y amarillo, capa dorada y máscara alienta en México protestas barriales, apoya a la oposición y evita el desalojo de inquilinos.
En México, donde a Superbarrio se suman otros luchadores sociales como Superanimal y el Chupacabras, barrenderos que exigían ser recontratados y médicos que demandaban mejoras salariales llamaron la atención las últimas semanas al extraerse sangre y lanzarla con jeringas contra edificios públicos.
Otros cumplieron un ayuno de más de 90 días frente a la sede de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, lo que casi los lleva a la muerte, mientras sus compañeros se desnudaron frente a los diputados y empleados de un hipódromo y deudores morosos recorrieron las calles de la capital con caballos y elefantes.
En Venezuela unos 13 presos se cosieron la boca durante varios días para reclamar contra el traslado de una cárcel de Caracas a la de un estado vecino y médicos del sector público realizaron una huelga sin atención de emergencias, lo que provocó la muerte de unas 15 personas.
En el mismo país, donde el cierre de vías y los choques entre manifestantes y policías son cotidianos, profesores de varias universidades públicas marcharon por las calles de Caracas vestidos con sus togas y ribetes en demanda de aumentos salariales y mayor presupuesto.
Más al sur, en Ecuador, donde también se han registrado protestas en las que los protagonistas se cosen la boca y los ojos, quienes se oponían al ahora destituido presidente Abdalá Bucaram y a sus medidas económicas marcharon portando muñecos que representaban a caricaturas del mandatario.
"Aunque no siempre conseguimos lo que deseamos, las movilizaciones novedosas o dramáticas dejan huella y despiertan conciencia, eso ya es una conquista", expresó Superbarrio, que ha recorrido varios países de América Latina, entre ellos Ecuador, para explicar sus estrategias de lucha.
En Chile, un grupo de niños, hijos de presos por motivos políticos, sorprendió este mes a los transeúntes de Santiago cuando marcharon demandando que se les permita visitar a sus padres sin la barrera de un grueso vidrio.
Guiados por sus madres, los niños estamparon marcas de sus manos untadas en pintura en las puertas de una cárcel y escribieron algunas frases. Un pequeño portaba un gorro donde se leía: "quiero abrazar a mi papi".
En Brasil, un líder sindical ayunó frente al edificio de la presidencia en reclamo contra medidas del gobierno y campesinos sin tierra secuestraron funcionarios y ocuparon por varios días edificios públicos.
Para protestar contra el aumento de tarifas telefónicas, en Argentina la oposición y grupos de consumidores organizaron este día 10 una jornada en la que hicieron sonar bocinas, alarmas y cacerolas al tiempo que se dejaban de usar los teléfonos durante 15 minutos.
La manifestación fue la segunda en su tipo. En septiembre de 1996 los grupos opositores llamaron a un apagón eléctrico también acompañado del ruido de cacerolas y bocinas en rechazo a medidas económicas de ajuste.
En otros países de la región se han registrado otras formas de protesta. En Bolivia, Ecuador y México, por ejemplo, indígenas han recorrido decenas de kilómetros a pie para presentar sus demandas, mientras algunos de sus protagonistas se crucificaban en plazas públicas.
"Sin creatividad pocos escuchan, hay que sacudir las conciencias de una u otra forma", sostiene el diputado mexicano Marco Rascón, quien rompiendo la solemnidad de un informe presidencial al Congreso presentado en 1996 se puso una máscara de cerdo mientras exhibía carteles de protesta. (FIN/IPS/dc/dg/ip- pr/97)