Los últimos estudios sobre distribución del ingreso en América Latina ratifican que las oportunidades que genera el crecimiento económico no se extienden espontáneamente a los pobres, los cuales, al contrario, han visto acentuarse su marginación.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), con sede en la capital de Chile, advirtió que la educación es la variable individual que más influye en la desigualdad y señaló que se requieren políticas deliberadas para una mayor distribución social de los frutos del crecimiento.
Nora Ruedi y Luis Jiménez, investigadores de la agencia regional de Naciones Unidas, analizaron el tema sobre la base de encuestas de hogares en Argentina, Brasil, Colombia, Chile y México realizadas entre 1979 y 1992.
El estudio, difundido este mes por Cepal, es tal vez la evaluación comparativa más completa que se ha logrado de los estilos y tendencias de la distribución del ingreso en cinco de los principales países latinoamericanos.
Las estructuras distributivas de estos cinco países son estudiadas por Ruedi y Jiménez a través de los 10 grupos (deciles) de hogares desde los de menor hasta los de mayor ingreso.
Cepal destacó que actualmente es posible obtener diagnósticos más certeros sobre el tema, gracias a la generalización de las encuestas de hogares y caracterización socioeconómica en la mayoría de los países latinoamericanos y al esfuerzo metodológico de la propia entidad regional.
Las estadísticas disponibles ratifican que la mayor brecha entre ricos y pobres se verifica en Brasil: sobre la base de un índice 100, en 1990 el decil brasileño de los hogares más carenciados tenía un ingreso de sólo 7,4, en tanto el más acomodado llegaba a 515.
Con la misma metodología y datos de 1992, la brecha en Argentina iba de 15,6 a 399,5, en Chile de 12,9 a 469,7, en Colombia de 10,3 a 429,7 y en México de 9,4 a 467.
El primer rasgo común que destacan Ruedi y Jiménez es que la desigualdad en las remuneraciones se asocia en gran medida a los niveles de educación, constituyendo la variable individual de mayor influencia en la polarización entre ricos y pobres.
La baja calificación educacional, traducida en ausencia de capacitación, magina a los deciles de menores ingresos de las oportunidades de un modelo de crecimiento basado en gran parte en la incorporación de tecnologías más o menos sofisticadas.
Los gobiernos latinoamericanos, que en algunos casos están emprendiendo ambiciosas reformas educacionales, deben tener claro que los resultados en el campo remunerativo y social serán a largo plazo y requieren de esfuerzos sostenidos, puntualiza el estudio de Cepal.
Un segundo aspecto considerado en el análisis es la coincidencia entre la desigualdad distributiva de los ingresos y los grados de estabilidad o inestabilidad laboral entre los deciles más ricos y los más pobres.
Las familias más pobres tienen niveles de ocupación más bajos que el promedio y son las más sensibles a los reducciones de las tasas de actividad o de crecimiento de las economías, según demuestra la comparación de las esadísticas de los cinco países.
En este punto, los investigadores vuelven a poner el acento en la inadecuación entre la estructura de oferta laboral del modelo de crecimiento y los bajos grados de educación y capacitación profesional en los estratos más pobres de la población.
Las mejoras redistributivas están condicionadas "a la recuperación de los ritmos de crecimiento de largo plazo, así como a la adopción de patrones tecnológicos acordes a la abundancia relativa de capital y trabajo en la región", indica Cepal.
En tercer término, el estudio destaca que la falta de acceso al mercado laboral se expresa igualmente en el hecho de que en los hogares pobres, al contrario de los de estratos medios y altos, la mujer está relegada generalmente a las labores hogareñas.
Este fenómeno tiene como explicación básica que el número de dependientes (hijos) suele ser mayor en las familias de los deciles más pobres, y que no existe una infraestructura pública de cuidado de éstos, para que la madre trabaje fuera del hogar.
Los expertos de Cepal agregan que es entre los pobres, y en mayor proporción entre las madres, donde se da además la existencia de "desocupados desalentados", es decir de personas que tras sucesivos y constantes fracasos renuncian a la búsqueda de empleo.
En sus consideraciones finales, Ruedi y Jiménez plantean que conseguir un mayor grado de equidad en América Latina es una tarea "condicionada a la implementación sostenida de políticas encaminadas a elevar los niveles educacionales de los más pobres".
Las políticas deben orientarse igualmente a reducir el impacto sobre el ingreso familiar de los más pobres de los períodos de aumento del desempleo y desarrollar instituciones de cuidado de los menores para facilitar el ingreso de las mujeres al mercado laboral. (FIN/IPS/ggr/jc/if-pr/97