Varios lobos marinos muestran sobre su fino pelaje las manchas oscuras que comenzó a dejarles el petróleo vertido en aguas del centro turístico de Punta del Este, escenario el peor desastre ambiental en la historia de Uruguay.
El derrame de más de 200 toneladas de crudo, que provocará severos daños a la flora y a la fauna, pone en jaque la actual temporada turística y amenaza con diezmar la mayor reserva mundial de lobos marinos, localizada en la isla de Lobos, frente a Punta del Este.
Centenares de turistas de varias nacionalidades que colman Punta del Este, situada 150 kilómetros al oriente de Montevideo, observan cómo la mancha negra ha cubierto varios kilómetros de playa.
La alarma sonó el sábado, cuando el barco cisterna de bandera panameña "San Jorge" encalló a 20 de millas de Punta del Este y comenzó a volcar parte de su contenido.
El buque transportaba casi 60.000 metros cúbicos de petróleo desde Argentina con direccion a San Sebastián, Brasil, y el cargamento continúa invadiendo las aguas del océano Atlántico.
Vaciar totalmente la carga del buque insumirá hasta este sábado, y sólo entonces se sabrá con certeza la magnitud del daño.
La tentativa de limpiar las playas es dificultosa, pues la fuerza del mar devuelve a la costa con energía altos volúmenes de marea negra.
El turismo internacional, principalmente de Argentina, Brasil, Paraguay y Chile, es una de las mayores fuentes de ingresos de Uruguay, y los operadores del sector comenzaron a mostrar preocupación.
Mario Amestoy, presidente de la Cámara Uruguaya de Turismo consideró "inadmisible" el episodio y reclamó "drásticas sanciones a los responsables.
El intendente municipal del departamento de Maldonado, donde se encuentra Punta del Este, intentó restar dramatismo a los hechos, al señalar que el vertido de petróleo no impidió que los turistas se bañaran en las playas.
En la Playa Brava, ubicada junto al centro de Punta del Este, varios turistas lamentaban que sus vacaciones resultaran manchadas por la marea negra.
La mayoría de los turistas buscaron refugio en la Playa Mansa, que se abre en el lado opuesto de esta península atlántica y de momento permanece a salvo de la sucia marea.
Pero el optimismo del intendente Domingo Burgueño tiene su contracara en el gobierno. El desastre se convirtió en asunto prioritario para la Presidencia que, por primera vez en mucho tiempo, convocó a una reunión del llamado Sistema Nacional de Emergencia.
El presidente Julio María Sanguinetti sobrevoló la zona afectada, para observar la operación de emergencia emprendida por 500 hombres entre los que se cuentan militares, funcionarios del Ministerio de Medio Ambiente y de la comuna de Maldonado y miembros de organizaciones ambientalistas.
El gobierno exigió a los propietarios del buque "San Jorge", las empresas Oilsud Corporation y Transportes Marítimos Petroleros S.A., que se hagan cargo de los costos del desastre ambiental.
Como prevención se iniciarán acciones legales porque "el que contamina, paga", advirtió el Ministro de Medio Ambiente, Juan Chiruchi, quien en menos de 15 días debió hacer frente a dos desastres en una misma zona.
A comienzos de este mes, un incendio estallado en el cerro Pan de Azúcar, cercano a Punta del Este, destruyó centenares de hectareas de bosques de pinos y aniquiló la mayor reserva de fauna autóctona del país.
La mancha de petróleo alcanzó la Isla de Lobos, donde se congregan más de 200.000 lobos marinos. Entre ellos se encuentran ejemplares de la especie de un pelo, declarada en riesgo de extinción.
La situación se agrava porque los lobos marinos se alimentan de peces en bancos cercanos a la costa, donde la marea negra tiene mayor concentración.
El Instituto Nacional de Pesca (Inape) decidió reducir de tres a una milla el área para el uso de los dispersantes químicos empleados para combatir la mancha de petróleo.
El ministro Chiruchi supone que muchas crías de lobos marinos morirán debido al accidente.
El Inape declaro una zona de exclusión de actividades de barcos pesqueros y extracción de moluscos en un radio de 60 millas a partir de la costa.
El desastre, que amenaza con la fuente de trabajo temporal de muchos trabajadores, también afecta a decenas de pescadores artesanales del lugar, que tienen en esa actividad su única fuente de ingresos.
Sergio Galante, director del Inape, no descartó la posibilidad de una veda de productos del mar y teme que el accidente afecte en el futuro a espcies costeras.
La recuperación de la flora y la fauna "llevará años", advirtió el ingeniero Federico García Brum, ex presidente de la Comisión Nacional sobre Cambio Global y experto en temas ambientales. (FIN/IPS/rr/en/97