Kenia mantiene la iniciativa diplomática en Africa centro-oriental para solucionar la guerra civil en Zaire, que ha causado miles de muertos y amenaza la seguridad de la inestable región de los Grandes Lagos.
El presidente keniano Daniel Arap Moi, anfitrión el último año de dos cumbres regionales sobre el conflicto, discutió el lunes el caso con el jefe de Estado de Zaire, Mobutu Sese Seko, en la localidad zaireña de Gbadolite.
El ejército zaireño enfrenta en el oriente a la Alianza de Fuerzas Democráticas para la Liberación de Congo-Zaire (AFDL), que se levantó en armas en octubre y controla una franja de 500 kilómetros fronteriza con Burundi, Ruanda y Uganda.
El canciller de Kenia, Kalonzo Musyoka, explicó que el encuentro se celebró a pedido de Mobutu y, así mismo, habían sido invitados los presidentes Nelson Mandela, de Sudáfrica, Robert Mugabe, de Zimbabwe, y Paul Biya, de Camerún.
Mandela, Moi, Mugabe y Biya, que también preside la Organización de Unidad Africana, fueron comisionados en diciembre por nueve mandatarios africanos reunidos en Nairobi para buscar solución a la guerra de Zaire, cuyo presidente se negó a participar de esa cumbre.
Un portavoz de Mandela informó en Pretoria que la reunión de presidentes convocada para el lunes en Zaire fue aplazada y la nueva fecha será fijada en un encuentro de ministros de Relaciones Exteriores.
Pero Moi viajó de todos modos a Gbadolite y mantuvo una entrevista con Mobutu, que sufre cáncer de próstata.
Kenia teme que los combates en Zaire aumenten el flujo de refugiados hacia Africa oriental y la anarquía se imponga en la zona de los Grandes Lagos, que comprende a Burundi, Ruanda, Zaire, parte de Tanzania y Uganda.
Unos 300.000 refugiados ya se encuentran en Kenia, la mayoría procedentes de Burundi y Ruanda, dos turbulentos vecinos de Zaire.
Las tropas gubernamentales y las fuerzas de la AFDL se aprestan para una gran batalla en Kisangani, una aldea situada en el área fronteriza con Uganda y Ruanda.
Los rebeldes zaireños, que pertenecen en su mayoría a la etnia banyamulenge, emparentada con los tutsis de Burundi y Ruanda, han capturado las localidades de Uvira, Bukavu, Goma y Bunia.
Laurent Kabila, líder de la AFDL, aseguró esta semana que unos 3.000 mercenarios angoleños, franceses y sudafricanos al servicio del gobierno de Mobutu se concentraron en Kisangani para lanzar una contraofensiva.
Así mismo, Kabila dijo que "varios miles" de soldados y efectivos de la guardia presidencial, respaldados por los mercenarios extranjeros, fueron desplegados en un radio de 30 kilómetros en torno de Kisangani, que se encontraría bajo toque de queda.
El jefe rebelde advirtió que los insurgentes "aplastarán" a los mercenarios y a las tropas gubernamentales.
Pero un portavoz de la oficina de Mobutu replicó el martes que no hay mercenarios entre las fuerzas del gobierno, informó la radio del Estado.
Según el portavoz, que no fue identificado por la emisora, los únicos mercenarios presentes en el país son los soldados burundianos, ruandeses y ugandeses que el régimen de Mobutu cree ver entre los rebeldes.
Francia también negó tener conocimiento de la presencia de mercenarios franceses en Zaire. La prensa de París puntualizó que, según las autoridades, únicamente hay en Zaire un puñado de gendarmes que custodian la embajada francesa en Kinshasa.
El gobierno francés aclaró que sólo puede respaldar políticamente a Zaire, dado que la Organización de Naciones Unidas ha prohibido la entrega de armas a ese país.
Mientras, informaciones procedentes de Kinshasha atribuyeron al general Mahele Lyoko, nuevo jefe del ejército zaireño, la intención de depurar los cuadros de mando y las tropas.
El ejército ha sido acusado de cobardía y del asesinato, la violación y el saqueo de civiles. Muchos soldados abandonaron su puesto sin disparar ni un tiro ante el avance del AFDL.
Moi habría aconsejado a Mobutu la apertura de negociaciones con los rebeldes, de acuerdo con versiones difundidas en Nairobi. Pero el gobierno zaireño reiteró que no dialogará con Kabila.
Kabila, un viejo opositor a Mobutu, tampoco parece dispuesto a conversar con el gobierno. Ha jurado que no renunciará a la lucha hasta el derrocamiento del régimen.
La AFDL alega que lucha en defensa de la minoría étnica banyamulenge, que tras sufrir varias medidas oficiales discriminatorias, se enfrentó a un decreto de expulsión del territorio zaireño.
Los rebeldes banyamulenge desalojaron de sus bases en el este de Zaire a soldados y milicianos hutus acusados del genocidio de 1994 en Ruanda, que controlaban los campamentos de refugiados ruandeses. (FIN/IPS/tra-en/mn/pm/ff/ip/97