SUDAN: Fragilidad del ecosistema llega a su límite

La pobreza, la desertificación y los cambios demográficos debido a la guerra en el sur desataron una pesadilla ambiental en Sudán, tras superar el límite del las presiones sobre un delicado ecosistema.

El país, rico en petróleo, gas natural, depósitos de oro y otros minerales preciosos abundantes en las colinas del mar Rojo, no ha logrado explotar sus recursos naturales y humanos, y se encuentra entre las naciones más pobres del mundo.

La mayor parte de la destrucción ambiental ocurrió durante las últimas dos décadas, debido a las presiones de la guerra civil en el sur y la creciente pobreza, una de las causas identificada entre los factores primordiales del deterioro.

Sudán figura entre los países de menor desarrollo humano en el informe 1996 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).

Según estimaciones del informe, unos ocho millones de sudaneses carece de acceso a servicios de salud, 10,7 millones no tiene agua potable y 20,8 millones vive en áreas sin saneamiento.

Alrededor de 80 por ciento de los 31 millones de habitantes del país se encuentra por debajo de la línea de la pobreza, afirma un estudio del oficial Centro Nacional de Investigaciones.

La carga de la pobreza, según ambientalistas, recae sobre todo en los habitantes urbanos, 27 por ciento de la población del país. Pero la situación es peor entre los desplazados, cuyo número se estima entre 3,5 y 4 millones.

El atolladero económico de Sudán está estrechamente vinculado al deterioro ecológico, dijo el ambientalista Mustafa Mohammed el Hag durante un reciente foro sobre desarrollo sostenible organizado por el PNUD.

Las sequías de 1984-85 y nuevamente a comienzos de los años '90 afectaron grandes áreas del país, que además es golpeado por otros desastres naturales como fuertes inundaciones que desplazaron hasta dos millones de personas en 1988.

Un informe preparado en 1996 por la Unidad Nacional de Control de la Desertificación y publicado en diciembre afirma que la sequía y el avance del desierto amenazan la biodiversidad.

La desertificación afectó unos 25 millones de hectáreas de tierras trabajadas mecánicamente, 74 millones de hectáreas tierras cultivadas tradicionalmente y alimentadas por agua de lluvia y casi 1.000 millones de hectáreas de bosques.

Otro estudio del Centro Nacional de Investigación señala que unas 266 especies animales fueron afectadas por la sequía de 1984- 85.

Tres de las 35 especies de antílopes se extinguieron, y unas 26 especies de peces desaparecieron en un total de 120, debido al débil cauce del Nilo.

El consumo de leña y carbón para uso doméstico, generalizado entre los más pobres, puso en situación de riesgo árboles de acacia, plantas medicinales y otros recursos genéticos, indica el Centro.

El gobierno de Sudán inició varios programas para minimizar la degradación ambiental, pero la mayoría no ha sido sostenible.

Por el contrario, algunos han ido en detrimento del medio ambiente, afirman expertos. Por ejemplo en la década de 1970, las autoridades adoptaron un Programa Verde para alimentar al país, pero la política colaboró en la desaparición de los bosques en el Norte.

El desarrollo sostenible es la única forma de poner fin a los problemas ambientales, pero sólo se logrará mediante la descentralización, la democratización, la transparencia en el proceso político y la participación de la gente en las decisiones sobre los recursos, sostuvo el Hag. (FIN/IPS/tra-en/nb/pm/lp/en/97

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