Las relaciones exteriores de Sudáfrica vuelven a ser motivo de tensión con motivo de una propuesta de venta de material bélico a Siria, aunque el gobierno acaba de precisar que no existe ningún contrato de ese género.
Versiones llegadas de Pretoria este fin de semana señalaban que el gabinete de ministros se disponía a tomar una decisión que autorizaría la venta a Siria de un sistema electrónico de visión para uso en tanques por valor de 660 millones de dólares, pese a la presión contraria de Estados Unidos.
Washington considera a Siria entre los países que apoyan el terrorismo internacional.
Después de varias declaraciones contradictorias de distintos funcionarios, el Ministerio de Asuntos Exteriores emitió en la noche de este martes una declaración en la que expresó que "al contrario de lo que se ha informado, no existe ningún contrato para vender equipos defensivos a Siria".
La declaración añadió que cualquier decisión al respecto "se basará en los criterios que orientan la exportación de armas convencionales, en la situación imperante en Medio Oriente en ese momento, y en el firme compromiso del gobierno con el proceso de paz en aquella región".
El Ministerio informó que lo que existe es un acuerdo por el cual las empresas sudafricanas están autorizadas a ofrecer equipos defensivos en Siria, y que eso es lo que ahora está ocurriendo.
El asesor de la Presidencia, Joel Netshitenzhe, declaró este martes que cualquier autorización de vender el sistema de visión a Siria sería tomada después de una amplia consulta con otras naciones. También se tendría en cuenta la ley estadounidense que sanciona a quienes vendan armas a países como Siria.
Washington ha amenazado con retirar un paquete de medidas de ayuda a Sudáfrica en 1997 por valor de 120 millones de dólares, si Pretoria aprueba ese contrato con Siria.
Algunos expertos sudafricanos entienden que esta discrepancia entre Washington y Pretoria sobre Siria pone de relieve una vez más las dificultades que Sudáfrica ha encontrado para trazar su política exterior.
"Sin perjuicio del hecho de que ahora tenemos relaciones formales con más de 160 países -una cantidad incomparable con los escasos 30 de hace pocos años-, lo que estamos practicando no son políticas sino un conjunto de relacionamientos", observó Conrad Strauss, presidente del Instituto de Asuntos Internacionales.
El gobierno ha sido criticado reiteradamente por no aplicar una jerarquización coherente a sus prioridades de política exterior. Según Strauss, el país atraviesa una "crisis de identidad internacional".
"Ya que la política exterior es en definitiva una responsabilidad del gobierno, puede admitirse, aunque no se quiera, que el departamento ministerial más directamente competente se ha desempeñado de una forma particularmente decepcionante", concluyó.
El experto añadió que una actitud dubitativa, una falta de coherencia, cierta pasividad y el temor de ocupar una posición determinante en la política regional y continental han caracterizado a las relaciones de Sudáfrica con el exterior.
En los dos últimos años, el país ha pasado abruptamente de una actitud pasiva ante Nigeria, a otra netamente punitiva, para luego regresar a la pasividad.
Tampoco conformó a los críticos de la política exterior el intento de convertir a Sudáfrica en el primer país que se aventure a reconocer a las dos Chinas. El movimiento pendular entre Taipei y Beijing, finalmente fijado en el continente, se propone proseguir las relaciones económicas con Taiwán.
En cuanto a Africa, algunos critican a Pretoria por no imponer su autoridad y capacidad de dirección en un continente donde sin duda es una superpotencia.
En medios periodísticos se entiende que la presión contraria de Estados Unidos conseguirá que Sudáfrica abandone el contrato de venta de armas a Siria, sobre el cual el gobierno deberá decidir en el plazo de siete días. (FIN/IPS/tra-en/gm/kb/arl/ip/97
