El número de asesinatos políticos cobra cada vez menos víctimas en Sudáfrica, aunque los esfuerzos por reducir la delincuencia aún no han dado grandes resultados, informó el Comité de Derechos Humanos del país.
La violencia política disminuyó en los últimos años, pasando de 3.794 muertes en 1993 a 2.434 en 1994 y 1.194 en 1995, y todo indica que el número será inferior a 1.000 en 1996, según estadísticas del comité.
Las víctimas más recientes incluyen cuatro personas que murieron en una ola de atentados con explosivos, en la que fueron heridas otras 60.
Las explosiones tuvieron lugar el 24 de diciembre en la ciudad de Worcester y el fin de semana pasado en Rustenburg. Tres sospechosos conocidos por antecedentes utltraderechistas fueron detenidos y otros dos son buscados.
El presidente Nelson Madela felicitó a la policía por la rápida detención de los tres, pero el cuerpo ha tenido menos éxito en el combate contra los delitos comunes. Un factor limitante en su efectividad es la insatisfacción de los policías.
Durante una reciente visita de Mandela a Trankei, la policía de la región presentó al presidente una lista de reclamos, entre ellos mayores salarios, incentivos por riesgos y pago de horas extra, y se quejó de un lento sistema de ascensos.
Según un informe sobre el primer semestre de 1996 a cargo del grupo financiero Nedcor, en 1995 se registraron 36.888 violaciones, 15 por ciento menos que el año anterior, 18.983 asesinatos y 97.947 robos de vehículos (ambas cifras con un aumento de cuatro por ciento) y 102.809 robos, ocho por ciento más que el año previo.
Las cifras de 1996 no presentarán grandes cambios, según prevé Nedcor.
Malek Patel, investigador de defensa internacional que trabaja en Sudáfrica, sostiene que la tendencia a la reducción de la violencia política continuará, pero las perspectivas para la delincuencia no política no son buenas, a pesar de varias iniciativas destinadas a reducirla.
En una de estas iniciativas, se crearon estaciones satelitales de policía en algunos sitios violentos.
Además de causar víctimas, el alto índice de crímenes en Sudáfrica también tiene altos costos materiales. Según estima el informe Nedcor, en 1995 el país perdió unos 130.000 millones de dólares en hechos delictivos.
El sector privado de Sudáfrica también se sumó hace un año a la lucha contra la actividad criminal, con el proyecto Negocios contra el Crimen (BAC), cuya meta es lograr la asociación de largo plazo entre agencias del gobierno, el sector privado y organizaciones no gubernamentales.
Desde su creación hace un año, el proyecto acumuló unos 170 millones de dólares e incluso invirtió en proyectos para combatir la delincuencia.
Con fondos aportados por el BAC, equipos policiales fueron equipados con motocicletas rurales, mientras la BMW donó 100 automóviles de alta velocidad a los Servicios de Policía de Sudáfrica (SAPS) para detener el robo de autos.
El BAC también solicitó la asistencia del Departamento de Policía de Nueva York y especialistas en seguridad para encarar el problema en áreas urbanas.
Pero el SAPS no parece tener mucha fuerza, tras su transformación en una fuerza paramilitar en la era del apartheid. El personal entrenado para obtener confesiones para resolver crímenes aún tiene dificultades para realizar investigaciones que puedan sostenerse ante el poder judicial.
Además, el sistema judicial está saturado, al igual que las prisiones, dificultando su vigilancia. Según Sipho Mzimela, ministro de Servicios Correccionales, las cárceles albergan al menos 21 por ciento más de prisioneros para los que fueron construidas.
Según Ashton, más de 100.000 criminales que no terminaron de cumplir sus sentencias fueron liberados de prisiones sudafricanas en 1995.
El aumento del número de muertes de policías también aumenta. Al menos 180 integrantes de SAPS fueron asesinados en 1996, el número más alto registrado en los últimos cinco años. (FIN/IPS/tra-en/jb/kb/lp/ip/96
